Descodificando:

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Tengo la alegría de comunicaros (me da mucha pena escribir esto, pero no me cabe más remedio que comenzar así) que el Santo Padre me recibió en audiencia (me llamó a capítulo para leerme la cartilla) hace dos días, el 30 de enero.

Como en otras ocasiones (en las que he recibido una reprimenda por los abusos de la Obra), acudí a ese encuentro acompañado de vuestra oración (y de los custodes, que ya véis en las fotos las caras que tenían. Íbamos los tres con más miedo que vergüenza).

Al expresarle los deseos de fidelidad a Dios como cristianos (como sabéis bien, algunas prácticas del Opus Dei, sobre todo relacionadas con la dirección espiritual y el gobierno, han apartado a la institución de la fe católica), de los fieles y Cooperadores de la Prelatura, le aseguré una vez más la constante oración de todas y de todos por su Persona y sus intenciones (asímismo, iba nuevamente con la intención de hacer oídos sordos a lo que me dijera, pues nosotros nos guiamos por lo que dicen los reglamentos de 1941 de nuestro santo fundador, y no por los caprichos y antojos del papa de turno).

El Papa, como siempre (recordemos por ejemplo cuando sacó las Prelaturas Personales del sitio que tenían en el código canónico, y tanto rezamos por él), se mostró muy afectuoso (ahí están las fotografías, que hablan por sí mismas. Yo mismo estaba emocionadísimo): agradeció el servicio que la Obra presta a la Iglesia (me volvió a recordar los desajustes de la Obra, los innumerables problemas que estoy creando en la Iglesia, la mala imagen que tiene la Obra en el mundo, la aparición continua de documentos comprometedores, los problemas judiciales en los que estamos metidos, la cantidad ingente de personas que abandonan la institución en desamparo absoluto) y me encargó que transmitiera su bendición a los fieles (que ocupan cargos en el nuevo gobierno de España) y a las labores apostólicas en el mundo entero (también nos recordó que no hagamos como con la carta de octubre de 2011, que fue un intento de reírnos del Papa y de la Iglesia, después de habernos dado otra buena reprimenda por los abusos que practicamos en la dirección espiritual, en la confesión y en el gobierno de la Obra.)

Catalejo