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 Correos: Servir a la Iglesia como Ella quiere ser servida (IV).- Ana Azanza

115. Aspectos históricos
Ana Azanza :

“Servir a la Iglesia como Ella quiere ser servida” (IV)

Ana Azanza

 

Tras el desconcierto provocado por las réplicas y contrarréplicas en la prensa había comentarios para todos los gustos en Madrid: ¿y si el señor Cardenal ha recibido el documento y se lo ha guardado para sí? ¿Y si era un chantaje para atemorizar a los obispos?

 

El 24 de febrero de 1972 Tarancón tenía seguridad absoluta de que el documento de marras era más que una fantasía. Ese día estaba invitado en la nunciatura (¡qué recuerdos rondando a Juan Pablo II!) Participaba en la comida don Marcelo obispo de Toledo. Después de la recepción ya en la puerta le dice don Marcelo a don Vicente...



-“Yo he recibido ese documento…. por eso me extrañó que usted afirmase que no existía. Ya se lo enviaré si quiere.”

-“Gracias, pero yo he de recibir el documento por el cauce oficial. Como tú comprenderás, no puedo darme por enterado hasta que me lo envíen convenientemente. Ya ves que el nuncio tampoco sabe nada.”

La iglesia paralela.

 

Tarancón hacía cábalas con los obispos auxiliares de Madrid. Tres cosas estaban claras: el documento existía, al palacio episcopal de Madrid no había llegado, si había llegado de Roma directamente a Toledo.

 

Cuando la Santa Sede se comunicaba con la conferencia episcopal el envío tenía estas características:

 

- directo a su presidente.

-por medio de la nunciatura.

-nunca a ningún otro obispo.

-tampoco al secretario de la conferencia episcopal.

-en todo caso a la dirección de la conferencia episcopal a nombre de su presidente.

 

El hecho de que esta vez le llegase primero a Marcelo González obispo de Toledo hacía sospechar. Más tarde efectivamente Tarancón comprobó que en Roma había registradas el mismo día la carta a don Marcelo y a él.

 

Más dudas: ¿lo habían enviado a Toledo como una oficiosidad de la secretaría de la congregación? ¿Por qué había llegado el suyo el día 20 antes de que Europa Press diese la noticia el 21 y no el de Tarancón? ¿Se habían recibido en la secretaría de la conferencia episcopal y desde allí se había dado la noticia a Europa Press? En este caso ¿por qué no se lo habían hecho llegar a Tarancón antes?

 

La hipotética solución después de cavilar con sus colaboradores fue que:

 

-Monseñor Guerra Campos había hecho la gestión en Roma para que enviasen el documento que antes mandaron preparar a determinadas personas. ¿Los hijos fieles de la iglesia?

-Podían llegar al secretario de la congregación del clero, monseñor Palazzini, por medio del Opus Dei del que todos sabían que era muy afecto.

 

Efectivamente el documento llegó a la secretaría de la conferencia episcopal. Lo recibió monseñor Guerra Campos, él estaba en el ajo, pero en vez de dárselo primero a Tarancón llamó a Europa Press. Haciendo eso evitaba que Tarancón se pusiera en contacto con Roma y dialogase al margen de cualquier “escándalo”, Guerra Campos ayudado por el Opus Dei quería jaleo en la prensa.

 

El cardenal explica sin ambages que él sabía que no era santo de la devoción de monseñor Guerra Campos. Que le había sentado mal el nombramiento de Tarancón como administrador apostólico de Madrid y luego de arzobispo. Era un cargo que Guerra Campos ansiaba para sí y con él el gobierno de Franco, formado en gran parte por ministros del Opus Dei.

 

La camarilla comprendía que Tarancón de arzobispo de Madrid y presidente de la conferencia episcopal conseguiría que se terminarse la influencia de los obispos de pensamiento preconciliar. Además Tarancón dice de sí mismo que predicaba y practicaba la independencia de la Iglesia del Régimen franquista. Un verdadero daño para la Iglesia en términos opusinos.

 

Con ocasión del nombramiento de Tarancón como administrador apostólico de Madrid, Nuevo Diario publicó un editorial con el título: “Golpe de estado en la iglesia”, hacían referencia a que el nombramiento de Tarancón se había hecho en contra del clero y de España. Y ese mismo diario no dejaba de lanzar insidias diciendo que sólo Guerra Campos podía ser elegido secretario de la conferencia episcopal porque los demás no reunían condiciones, y además Tarancón iba a ser nombrado para un alto cargo en Roma.

 

El Opus Dei veía al obispo que quería aplicar el concilio como el máximo peligro. Y hacían lo posible para desprestigiarlo.

 

Las intrigantes notificaciones de la prensa en manos del Opus Dei, Nuevo Diario, siguieron apareciendo:

 

-En una nota se decía que el documento romano era oficial,

-en la siguiente que era de la congregación del Clero y que habían creído no hacía falta consultar ni al santo Padre ni a otros dicasterios para su envío,

-en otra se hacía constar oficialmente y con el permiso de lo alto que “mientras la carta ha llegado al primado de Toledo no parece haber llegado al presidente de la conferencia episcopal” y que “tratándose de un envío normal de correspondencia, son extravíos que suelen ocurrir y por ello se ha repetido el envío” y que no se entendía porqué tanto nerviosismo.

 

El cardenal estaba totalmente desconcertado. La secretaría de Estado (el ministerio del Vaticano más próximo al Papa) le había comunicado que no sabían nada del documento y que había de considerarse como una oficiosidad de la sagrada congregación que a ellos, los de la secretaría de Estado, les había disgustado extraordinariamente. Tarancón ya no sabía qué pensar. Parecía que la Santa Sede había perdido la confianza en él y en la conferencia episcopal española.

 

Decide entonces que irá a Roma con una larga carta donde explicará lo que ha pasado al cardenal secretario de Estado, y los recortes de la prensa española de todos esos días. Fue su peor viaje en avión, había datos reales que certificaban la mala voluntad con la que se había procedido:

 

- Ni el Papa ni sus colaboradores más cercanos sabían nada,

-el asunto se había fraguado en la congregación del Clero al margen de su prefecto el cardenal Wright,

-que la noticia de Europa Press no podía salir más que de alguien que estuviese en el ajo. En Roma sólo podía ser el Opus Dei. En Madrid sólo podía ser un obispo, monseñor Guerra Campos.

 

Pero el cardenal se resistía a pensar que un obispo español pudiese patrocinar una maniobra contra los obispos ni que fuera capaz de usar medios contrarios a las más elementales normas de moralidad. Le quedaba el temor de haber perdido la confianza que tantas veces ya le habían manifestado Pablo VI y monseñor Benelli, su mano derecha.

 

En cuanto llegó a Roma un emisario de la secretaría de Estado, Pablo Puente, recogió toda la documentación y le aseguró de parte de Benelli que todo se resolvería, que estaban muy disgustados por la maniobra del secretario de la Congregación del Clero, le echaban toda la culpa a Palazzini, aunque tenía que estar presionado por un grupo, aludían al Opus Dei.

 

Fue el mismo monseñor Benelli quien tranquilizó a Tarancón diciéndole:

 

-Que en cuanto se habían enterado por Tarancón redactaron una nota dándole un valor muy reducido al documento.

-Que el Papa molesto por todo ello, había pedido a la Sagrada Congregación el texto del documento porque quería conocerlo.

-Que eran españoles en Roma los que habían preparado y llevado a cabo la maniobra. Se refería claramente a algunos miembros del Opus Dei.

-Que Tarancón no se iría de Roma sin un documento firmado por el cardenal secretario que aclarase las cosas. Que él vería antes ese documento para que estuviese a su gusto, aunque tampoco podían desautorizar oficialmente a la Congregación.

 

Tarancón estaba en Roma por un Sínodo de obispos, cuando acabó Pablo VI recibió a todos y en un aparte le dijo: “Esté tranquilo. Todo está arreglado. Lo que usted pedía y tal como usted lo pedía, ya está hecho. Con todo venga a verme tengo que hablar con usted.”

 

Pablo VI le dio a entender en esa audiencia que contaba con su confianza, que sabía de las dificultades con los políticos españoles y con algunos obispos, pero que no temiese y que fuese optimista. El le apoyaría en todo.

 

Benelli le aseguró que el Papa había leído toda la documentación el mismo día que llegó a Roma y que Pablo VI había tomado rápidamente cartas en el asunto.

 

Algunos curiales le dijeron a Tarancón que había conseguido lo imposible: “Es la primera vez que desde un plano superior se desautoriza aunque sea implícitamente a una Congregación.”

 

No me extraña que los Opus quisieran la cabeza de Benelli en una bandeja y que amaran locamente a Pablo VI. Se explica peor porque tras esta sucia jugada a la conferencia episcopal española, los autores de la misma no fueran expulsados o relegados de alguna forma. Se puede decir que han hecho carrera en la curia, y hoy uno de ellos está camino de los altares.

 

Recordemos que el motivo de esta serie era ilustrar el amor del Opus Dei de ayer y de hoy al concilio Vaticano II y su fidelidad a toda prueba a la iglesia, al Papa y a los obispos.

 

(Continuará)

 

Ana Azanza

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Publicado el Monday, 21 May 2012



 
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