Sacerdotes con Garatea

Es la primera vez que un numeroso grupo de sacerdotes católicos expresa públicamente su discrepancia con el cardenal Juan Luis Cipriani. Le han pedido dejar sin efecto la represalia que adoptó contra el padre Gastón Garatea. Domingo habló con cinco religiosos y un laico quienes fundamentaron su malestar y advirtieron que el comportamiento del Cardenal está dividiendo a la Iglesia peruana.

La República. Perú. Por FLOR HUILCA/

Noventa son los sacerdotes que han respaldado públicamente al padre Gastón Garatea. Lo hicieron en un pronunciamiento difundido por este diario el pasado fin de semana. Allí destacaron su compromiso social, su catolicismo militante y afirmaron que no había incurrido en falta alguna que ameritara una sanción tan grave como la que le impuso el arzobispo de Lima Juan Luis Cipriani. La represalia de la que fue víctima Garatea fue el punto culminante de un malestar interior que ya no podía ser mantenido en reserva por cientos de sacerdotes católicos dentro y fuera del Perú...

El número de adherentes al pronunciamiento pudo haber sido mucho mayor, pero cierta prudencia inhibió a sacerdotes de la Diócesis de Lima, sobre la que impera la autoridad del cardenal Cipriani. Muchos optaron por expresar un respaldo silencioso, sin consignar sus nombres, para evitar una segura sanción cardenalicia. Los sacerdotes que sí lo hicieron son en su mayoría diocesanos, es decir, aquellos no vinculados a una orden religiosa, sino más bien consagrados al trabajo pastoral en una zona determinada. Si hay algo que los caracteriza es que sus parroquias están ubicadas en zonas populares de Lima y del interior del país, y están vinculados a un trabajo social reconocido.

“Injusta decisión”

Los sacerdotes consideran “injusta y poco evangélica” la suspensión de las tareas eclesiásticas impuesta al padre Gastón Garatea. Afirman no comprender por qué el Arzobispado de Lima, si tenía una discrepancia, no lo convocó a dialogar “como corresponde a toda una comunidad de discípulos de Cristo”. Siendo la Iglesia una institución vertical y jerarquizada, este comunicado, en el que se ventila una discrepancia con el jefe de la Iglesia Católica peruana, constituye un hecho sin precedentes en la historia del país.

Entre los firmantes se encuentra el obispo emérito de Ayaviri, monseñor Juan Godayol, una de las figuras representativas de la Iglesia del sur andino, comprometida con las preocupaciones de la población. Figura también el ex superior provincial de la orden franciscana Guido Zegarra; sacerdotes de las misiones extranjeras de España, Francia y Canadá, que cumplen trabajo sacerdotal en parroquias peruanas; el padre Eugenio Kirke, que vive de modo humilde y ejemplar en Villa El Salvador desde su fundación; además de sacerdotes de Cajamarca, Pucallpa, Huacho, Chimbote, Lurín, Ica, Puno, entre otros.

El padre Jorge Álvarez Calderón es uno de los firmantes del pronunciamiento que se publicó el sábado pasado. A él lo encontramos en la casa que comparte con otros sacerdotes en Caja de Agua, San Juan de Lurigancho. El padre deja en claro que el comunicado no cuestiona el derecho que le asiste al Cardenal de renovar las autorizaciones en su Diócesis, pero llama la atención por la forma inapropiada en que se ha procedido contra “un sacerdote que ha dado muestras de una vocación eclesial auténtica y una enorme calidad humana”. “Si no hay comprensión, lo más adecuado, lo más evangélico, es tener un diálogo sobre esas diferencias, no se puede proceder de una manera tan vertical”, afirma.

Con él coinciden los sacerdotes José Luis López Rivera, de la parroquia Cristo Rey, de Juliaca; el padre Juan Dumont, de Caja de Agua; John Davis, de la Parroquia Perpetuo Socorro de Chimbote; Manuel Bazalo, de la parroquia de Caracoto, en Puno; y el padre Eugenio Kirke, de Villa El Salvador. Con ellos conversó Domingo. Todos consideran que las razones que alega del Arzobispo de Lima para la no renovación de la licencia al padre Garatea –sus opiniones sobre el celibato y la unión civil de personas del mismo sexo– son discutibles en tanto no constituyen dogmas que sustentan la fe católica.

Es comprensible, por ende, dice el padre José Luis López, que existan también posiciones diferentes entre los miembros del clero, como ocurre en otros países. Contó el caso del obispo de Sicilia, quien también expresó opiniones similares a las del padre Garatea sobre el celibato y a nadie se le hubiera ocurrido sancionarlo por ello. Y es que, sostiene, “en cuestiones sociales, de tradición y de costumbres, debe haber en la Iglesia un sano pluralismo que ayude a revisar y actualizar su pensamiento de acuerdo al mundo moderno”.

El factor Cipriani

Los sacerdotes con los que conversó Domingo reconocen que al interior de la Iglesia hay tendencias, pero también observan que esas posiciones –conservadores, de centro y progresistas– coexistían siempre sin llegar a la confrontación abierta. ¿Qué ha sucedido ahora que un grupo de sacerdotes ha considerado necesario expresarse a través de un comunicado, exponiéndose así a las iras y venganzas del Cardenal? Si eso le pasa al padre Garatea que es un personaje público, ¿qué puede ocurrirle a otros sacerdotes?, se ha preguntado más de uno de los padres entrevistados por estos días.

El estilo confrontacional y autoritario del cardenal Cipriani, advierten, no contribuye a la unidad de la Iglesia. Tanto el conflicto abierto que mantiene con la Universidad Católica como su injusta decisión de no renovarle la licencia al padre Garatea han provocado una fricción al interior del Clero. En opinión del padre José Luis López “el problema del cardenal Cipriani y del Opus Dei es que confunden al Estado con la Iglesia y no aceptan el pluralismo que debe haber al interior de la Iglesia. No se puede imponer una moral a todo el país y tampoco avasallar la conciencia de cada persona”.

Los laicos reclaman respeto

Entre los sectores laicos de la Iglesia, los cuestionamientos a Cipriani son todavía mayores. Juan Borea, de la Comunidad de Laicos SS.CC. Héctor de Cárdenas, considera que el Cardenal y el sector al que representa intentan imponer, como dogmas de la fe católica, puntos de vista particulares y discutibles, excluyendo a quienes no están de acuerdo con el pensamiento “fundamentalista y poco tolerante” que profesan.

Borea recuerda al desaparecido cardenal Juan Landázuri Ricketts, una persona conservadora dentro del Clero, para quien las diferencias nunca desembocaron en conflictos porque Landázuri era un “hombre de comunión”. “Los sacerdotes y los laicos tenemos que estar en comunión con el obispo, pero él también debe establecer comunión con nosotros. Tenemos la libertad de ser hijos de Dios, no somos esclavos ni ovejas parlantes que van detrás de alguien. Lo único que nos puede imponer es el Evangelio”, comenta.

El padre Gastón es muy cercano a la comunidad Héctor de Cárdenas. El domingo 27 de mayo lo esperaban para que presida la Eucaristía y administre la reconciliación, como lo ha hecho muchas veces desde hace 40 años. Ese fin de semana hubo solo una celebración litúrgica en su ausencia. “Es como una muerte en vida haberle retirado su licencia ministerial”, afirma Borea. Un fuerte suspiro de pena lo exime de dar más explicaciones. “Esperamos tenerlo pronto con nosotros”, concluye.

LA CAMAPAÑA DEL OPUS DEI

Instituciones cercanas al cardenal Juan Luis Cipriani, como el Opus Dei y la agencia de noticias Aciprensa, desarrollan por estos días una campaña de respaldo al Cardenal. La semana pasada, en los colegios de propiedad del Opus Dei, voceros de esta congregación justificaron ante sus alumnos la sanción contra el padre Garatea porque asumió “posiciones contrarias a la doctrina de la Iglesia”. Esta prédica motivó la idea de organizar una marcha de respaldo al Arzobispo de Lima. La manifestación, sin embargo, no se concretó debido a la negativa de las autoridades de estos centros educativos.

En tanto, Aciprensa, la agencia oficiosa del Cardenal, intenta restarles importancia a las muestras de solidaridad que recibe el padre Garatea descalificando a los firmantes de los pronunciamientos. Los sacerdotes, aseguran, “bordean los 70 años y son del círculo inicial de Gustavo Gutiérrez –uno de los principales representantes de la teología marxista de la liberación– que hasta ahora estaban desaparecidos del panorama eclesial”. Y a otros que firmaron un pronunciamiento anterior a favor de Garatea los llamaron “agnósticos y promotores del aborto vinculados a la PUCP”.

A la posición del Cardenal, además, le han dado su respaldo los arzobispos de Piura, José Antonio Eguren; del Cusco, Juan Antonio Ugarte; el obispo prelado de Ayaviri, Kay Schmalhausen, y el de Arequipa, Javier del Río. Los tres primeros pertenecen a Opus Dei y el último es Neocatecúmeno, también de inclinación conservadora.