Querido Daneel:

En primer lugar te agradezco que te hayas dirigido a mí, ya que siempre me gusta leer todo lo que escribes. Me encanta tener la oportunidad de intercambiar ideas contigo.

Estoy completamente de acuerdo con lo que dices sobre los dos principios esenciales: Dios es la Verdad y Dios es amor. Lo interesante viene cuando aparecen principios menores, menos esenciales. ¡Qué bueno hubiera sido quedarnos con la sencillez del evangelio original sin meterse en tantas complicaciones innecesarias y absurdas!...

Tal como sucintamente expuso australopitecus el viernes pasado, la teoría de la monogénesis, o descendencia de una sola pareja, sea o no científica, es, según me enseñaron en el lado oscuro, totalmente necesaria para sostener toda la doctrina de la redención, empezando por el pecado original y terminando con la iglesia como gran sacramento de la reconciliación. Si no hubo una pareja original, no hubo pecado original, y si no hubo pecado original se derrumba todo el montaje. Con lo cual, me parece que una persona que acepta, afirma o admite, que la humanidad procede no de una pareja sino de un colectivo no comulga con la plenitud de la doctrina católica.

He consultado recientemente sobre este tema en el Catecismo de la iglesia católica y no deja de referirse en ningún momento a esa pareja original, llámese Adán y Eva o como sea. Hasta donde yo entiendo esa es la doctrina oficial de la iglesia. Agradecería mucho que tú, Rescatado, o cualquiera que sepa del asunto, me informe de los cambios oficiales en esta materia.

Para consuelo de las almas atribuladas por la posible contradicción entre la ciencia y la fe quiero mencionar que hace pocos días leí en algún lado que la investigación genética apunta a que en efecto procedemos de una pareja, o más precisamente, apunta a que todas las mujeres proceden de una mujer original. Bueno, seguramente, como pasa con la ciencia, no es un hecho definitivo y estará siempre sometido a revisión bajo la luz de nuevos descubrimientos.

Tal como yo lo veo, la Biblia ha sido interpretada de muy diferentes maneras. No hace mucho era interpretada literalmente en su totalidad. Hoy día todavía existen grupos que siguen apegados a la interpretación literal de toda la Escritura. A medida que los hechos imponían la verdad, los intérpretes autorizados de la Biblia se han visto obligados a ir reculando para no hacer el ridículo más atroz. Hoy día no sostienen que Josue detuvo el movimiento del sol, pero eso es hoy, hace doscientos años (ayer, como si dijéramos) que no se te ocurriera decir eso en según que lugares. Hoy día te dicen que los siete días de la creación son una narración simbólica, pero eso era ciencia en otros tiempos. Uno se puede preguntar si algún día no vendrá la iglesia a decir que Jesús nunca convirtió el agua en vino, ni resucitó a Lázaro y ni siquiera resucitó Él mismo, que eso es una interpretación anticuada y literal de la Biblia, que en realidad se trataba de un estilo literario oriental de presentar la divinidad del Maestro. No se puede jugar indefinidamente con dos reglas, lo que no me conviene es simbólico, pero lo que me conviene es literal, hasta que deje de convenirme y entonces lo convierto en simbólico. Eso se puede hacer cuando tienes detrás un fuerte aparato represivo. En estos momentos no se puede hacer. Mejor dicho, se puede hacer, pero no se debería hacer si no quieres que la gente ya no te crea nada.

Tu pregunta sobre si soy católico es entonces muy válida, pero yo respondería preguntando qué es ser católico, si es que alguien lo sabe, que me estoy temiendo que nadie lo sabe. Te respondo, según mi criterio, soy más católico que Juan Pablo II, a quien Dios tenga en su gloria; según los criterios vaticanos probablemente soy más hereje que Calvino. Me da la impresión que ser católico se está convirtiendo en algo muy confuso y que al final cada uno hace de su capa un sayo y se queda tan contento. Y no me parece mal, ya que estoy convencido de que Jesús quería otra cosa, algo muy diferente de esto a lo que se ha llegado en su nombre.

Con todo cariño y respeto.

Dioniso, desde el Areópago.