Recibí la noticia de la elección de Francisco I con mucha ilusión, “uno de los de siempre” está ahora a la cabeza. Vino a mi mente el recuerdo de la charla de formación del apartado I, cuando el vocal de San Miguel de mi región me decía explícitamente que debía de ser muy prudente en mi trato con los Jesuitas. Luego en una tertulia de sm, el mismo vocal anunciaba que se había dejado de visitar una ciudad debido a que había tomado posesión un obispo jesuita. Cuando en una conversación conversé con el actual Vicario Regional de esa región, y le comenté ese tema añadiendo "encomendemos para que ese tema termine", su respuesta fue "allí no hay nada que encomendar, esa situación no terminará". Cito lo anterior para que no digan que eran personas confundidas, eran el vocal de sm y el vicario regional.

Ahora me entero de la beatificación de Del Portillo, que recientemente Francisco I decretó, y pienso sinceramente, ¿NO SEREMOS NOSOTROS LOS EQUIVOCADOS?. Me atormenta la pregunta, lo vuelvo a pensar y me respondo, lo mío no fue imaginado, fue real. Pero entonces ¿qué pasa?

Recuerdos que dan vueltas en mi cabeza. Uno de la comisión regional diciéndome en una charla, guión en mano, que cuando en la charla fraterna alguien te cuenta un sapo, "vayas de inmediato al director a contárselo"; otro de comisión diciéndonos, tras la polémica carta del prelado, que las confidencias son eso, confidencias y que nadie se entera y nunca se han enterado.

El recuerdo de mí mismo revisando los informes de conciencia de todos los de mi centro, donde se detallan los problemas de pureza y demás. No, no lo imaginé. Entonces ¿qué pasa?. No entiendo nada.

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