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 Tus escritos: Lealtad: ¿A Dios o a la institución?.- Andrómeda

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andromeda :

Lealtad: ¿A Dios o a la institución?
Andrómeda, 04/09/2013

Va a hacer un año -el 7 de septiembre-de la triste noticia sobre Víctor:Que mi muerte sirva para que no se trunque la vida de más adolescentes”. Yo no me olvido de Víctor y pienso seguir difundiendo lo que viví en el opus dei.

Urgir a la gente a la << obediencia, la diligencia, la honradez, el orden, la limpieza, la templanza, la veracidad, el sacrificio y el amor a la patria>> puede parecer una llamada al arrepentimiento, pero, de hecho, la cita está tomada de una inscripción de uno de los edificios de la administración del campo de concentración nazi de Dachau, para que los prisioneros la leyeran frecuentemente. Es una llamada a la idolatría del Tercer Reich, no una llamada a volverse a Dios.

[El Dios de las sorpresas. Gerard W.Hughes, SJ]


El opus dei se organiza y funciona en base a un peculiar sentido de la lealtad: ser humilde, leal y fiel es, para el opus dei, someterse al pensamiento único idolatrando a la institución a través de las indicaciones de los directores. Aniquilan así todo pensamiento crítico que pueda darse entre sus miembros. Este pensamiento único institucional está envuelto en un papel de regalo muy atrayente y llamativo para jóvenes esperanzados y llenos de energía dispuestos a entregar su vida a Dios. El disfraz con el que se envuelve la prelatura no es, ni más ni menos, que Dios mismo...



Para quienes ostentan la autoridad en las iglesias existe el peligro de que puedan alentar a la gente a permanecer en el estadio infantil, llamando a este estadio retardado <<ser humilde, leal, fiel y observante>>, y amenazando con la ira de Dios a cualquiera que se atreva a disentir. No hay modo más efectivo de destruir la verdadera fe en Dios que utilizar mal las palabras como <<lealtad>>,<<humildad>>,<<obediencia>> y <<fidelidad>>, que son virtudes importantes que pueden ayudarnos a mantenernos fieles y atentos a las mociones de Dios en nosotros; pero emplear estas virtudes para el propósito opuesto, es decir, para destruir la fe que Dios pone en nuestra mente y nuestro corazón, asegurando a la gente que cualquier desacuerdo con las autoridades religiosas brota de su pecaminosidad y disuadiéndola de prestar atención alguna a su experiencia interna, lugar de su encuentro con Dios, es un pecado y un escándalo, y Cristo tiene palabras muy duras para quienes escandalizan a los niños:<<Mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello y se le arrojase en el mar>> [El Dios de las sorpresas. Gerard W.Hughes, SJ]

Si algo cuida el opus dei es su propia imagen y si hay algo que al opus dei le sienta mal, es, sin duda, que le lleven la contraria. Consideran como enemigo a derribar a cualquier persona que, desde dentro o desde fuera, tenga una sola palabra de crítica hacia la prelatura y la manifieste abiertamente:

En este momento solemne e irrepetible, yo suplico ardientemente a Dios que mantenga siempre su misericordia sobre nosotros y que, a pesar de nuestras miserias pasadas y presentes, nos conceda con abundancia la gracia para permanecer fieles, leales, hasta la muerte si fuera preciso. Y ruego también que si, a lo largo de los siglos, alguno —no ocurrirá, estamos ciertos quisiera perversamente corromper ese espíritu que nos ha legado el Padre, o desviar la Obra de las características divinas con que nuestro Fundador nos la ha entregado, que el Señor lo confunda y le impida cometer ese crimen, causar ese daño a la Iglesia y a las almas. [Alvaro del Portillo- Carta 30-VI-1975, n. 39]

Cuando alguien les critica se sienten amenazados pero utilizan a Dios en su defensa personal. Dios justifica su ataque personal hacia los que no opinan como los directores imponen que hay que opinar en lo referente al espíritu o costumbres de la prelatura. Véase el documento interno en el que se asegura que los promotores de esta web tienen una vida poco ejemplar o las múltiples denuncias contra Agustina, Kaiser, Ana… Todas tienen, con distintos argumentos legales, el objetivo de hacernos callar.

Los directores se creen en una superioridad moral y humana sustentada en Dios mismo.

Aún recuerdo un desayuno inolvidable en el último centro en el que viví. Fue insólito el que una vocación reciente, manifestara sin filtros de ningún tipo, la opinión que su amiga pitable tenía sobre el opus dei: “Dice mi amiga, que si de lo que se trata, es de santificar el estudio, hacer oración y tener dirección espiritual, para eso se buscará una parroquia.”

Curiosa reacción de la directora, su gesto desencajado y su frase llena de soberbia reflejaba la superioridad moral que intento explicar: “Pues que se vaya buscando una buena parroquia y que no venga más”

No valió la pena, Mª Angustias Moreno o Ana Azanza nos dejaron claro con su testimonio, el precio tan caro que hay que pagar desde dentro cuando uno decide no matar a su propia conciencia. Otros prefieren no razonar y optan por refugiarse, atrincherarse en los consejos de los directores. La gran mayoría vive engañada porque ya han asimilado que ser fiel supone no ser críticos nunca.

No se me olvidará jamás las incontables ocasiones en las que tuve, por consejo de mis directoras y sacerdotes, que meditar e incluso desgranar el capítulo Olvido de sí de Cuadernos 8. Siempre que veía injusticias o incoherencias y lo manifestaba, era por mi culpa, porque no vivía la unidad, porque no confiaba en las directoras, porque me faltaba mortificación interior. Usar a Dios para acallar la propia conciencia.

Mucha de la tensión actual en la Iglesia católica es una tensión entre quienes parten de la base de que el único elemento esencial de la Iglesia es el institucional, y quienes demandan más del elemento crítico.

El peligro es que encontremos este estadio institucional tan satisfactorio que no nos sintamos inclinados a abandonarlo, sino que prefiramos permanecer infantiles.

Muchos cristianos, a veces ayudados e instigados por el clero, están tan firmemente atrincherados en el elemento institucional que consideran que aventurarse en la crítica es una deslealtad, un paso hacia la no ortodoxia y una pérdida de la fe. [El Dios de las sorpresas. Gerard W.Hughes, SJ]

El elemento institucional es clave en la obra. Salvar a la institución justifica cualquier comportamiento por inhumano que sea, porque es una institución “divina” aprobada por la iglesia. La institución está por encima de la persona.

Es posible ser muy malvado y destructivo y ser al mismo tiempo muy ascético en el modo personal de vida: una persona que va regularmente a la iglesia, que no fuma, que es abstemia y que come frugalmente puede ser también un torturador y un asesino sin escrúpulos. [El Dios de las sorpresas. Gerard W.Hughes, SJ]

Quería, con este escrito, invitaros a reflexionar a los de dentro y a los ex sobre el peculiar sentido de lealtad que se vive en la obra. Creo que los más leales fueron los que, dándose cuenta del engaño, decidieron enfrentarse a todo lo que se les venía encima -que no es poco- y fueron leales a su propia conciencia.

 

Andrómeda




Publicado el Wednesday, 04 September 2013



 
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