agustina :
Lo de irse como
un señor/señora de la obra ante una situación generalizada de secuestro mental,
espiritual y afectivo, para mí carecen de importancia las formas. Lo importante
es irse, salvarse como sea, agarrarse a cualquier leño flotante donde aferrarse
para que el tsunami no nos arrastre al aniquilamiento.
Simulando que me
iba a trabajar como un día cualquiera, me escapé y llamé a la puerta de la casa
de mis padres (mi casa). Allí pude recomponerme con más o menos dificultades
(las que llevaba yo, no las que me encontré, que no existieron). No hubo otra manera tras intentar, infructuosamente, salir por las buenas y empezando ya con psicofármacos para "curar" mis dudas de vocación.
¿Me fui como una
señora? Me fui como pude. ¿Me salvé como una señora? Me salvé como una mujer
que huye de su maltratador, sin importar cómo.
Las señoras –señoritas,
que así se dirigían a nosotras numerarias, las numerarias auxiliares-, se
quedaron en sus delegaciones y asesoría degustando un menú fiesta triple A,
servido por las sirvientas o criadas (numerarias auxiliares), tras haberse
reunido para cotillear, manosear y enfangar la vida de las otras.
No sé si
entonces o ahora soy una señora. Poco me importa. Me salvé, fue lo único que
mereció la pena.
Las señoritas,
con sus pastilleros de Loewe, se quedaron allí.
Agustina L. de los Mozos
Publicado el Friday, 15 November 2013
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