piedrapomez :
Hablar de la teología o doctrina de la obra nos
retrotrae a épocas pasadas de la historia de la Iglesia, que ya atravesó
posturas heréticas o divisionistas similares.
El llamado a “ser perfectos” desligado de toda
referencia expresa a la caridad –ya que la perfección de la que habla el
evangelio es el amor a los enemigos- se concreta en una doctrina que promueve
la realización exclusivamente personal. Esta cita del evangelio, fuera de
contexto, termina siendo un llamado a la propia vanidad.
La imagen que los propios miembros intentan dar de sí
mismos –también en las publicaciones oficiales de la institución- es justamente
una muestra de esa vanidad, mostrando una perfección superficial y estandarizada
como la de cualquier publicidad comercial.
Esa imagen artificial es la que se transmite de la
realidad de la familia, de la solidaridad, del trabajo, del estudio, en fin de
todos los aspectos de la vida. Solo personas muy superficiales y tontas pueden
sentirse cómodas por un tiempo en un tipo de vida así: luego, como todo ser
humano, comienzan a sufrirla.
Se trata de ser personas externamente correctas (como
abundan en tantas instituciones como el club de leones o en el Rotary). Se
niega en consecuencia toda profundidad a la vida cristiana: lo suficiente es
llevar una vida de apariencias “correctas”, exactamente lo contrario de lo que
predica el evangelio –bastante habla Cristo contra la hipocresía-.
El afirmar que el trabajo o el estudio es igual que la
oración es otro grueso error, que no dignifica el trabajo sino que por el
contrario termina por despreciar la oración.
La oración y las prácticas de piedad mecanizadas y sin
vida son un mero “descanso” o momento de distracción entre actividad y
actividad: todo con tal de que la gente no piense, no rece, no tenga una
relación con Dios más allá de lo superficial. Se sobrevalora así la voluntad
del hombre y se desprecia la oración como una búsqueda de Dios.
En la valoración del trabajo nunca se habla de ningún
componente de solidaridad, ni de amor al prójimo, ni de servicio. El trabajo se
termina valorando por su fruto económico.
A quien gana buen dinero le dirán que su trabajo y él
valen la pena. “Tanto tienes tanto vales”, en el sentido más materialista y
ateo de la expresión. A quien trabaja y gana menos, su trabajo y persona poco
importan a la institución. A quien trabaja sin ánimo de lucro o de obtener
cargos internos o beneficios –buen pasar, becas, accesos, privilegios, etc.- no
es entendido y es despreciado.
En el Opus
Dei se desconoce el evangelio y la doctrina cristiana y se reemplaza por una
creencia totalmente materialista y atea –por más que sus formas externas
parezcan cristianas- totalmente ajena a la tradición de la Iglesia.
Para el Fundador la libertad humana no existía. De
acuerdo a su criterio, como todos los hombres eran esclavos de alguien o algo,
eso le daba derecho a él para esclavizar a las personas y someterlas a su
voluntad. Entonces la Obra era una forma de ser esclavo, pero del lado de los
“buenos”. Esa concepción niega toda posibilidad de crecimiento espiritual:
promueve la desconfianza entre las personas y limita la verdadera Fe en Dios y
en la Iglesia. Reemplaza la voluntad de Dios por la de un hombre.
Piedrapomez <<Siguiente>>
Publicado el Friday, 15 November 2013
|