ramon :
Hola,
Quisiera sumarme a las opiniones de Giovanna
(06-12-13) sobre la polémica Ratzinger - Guarderías de adultos. Ni que decir
tiene que Ratzinger es un tipo de gran altura intelectual, y en sus tiempos un
gran teólogo. El problema, como remarca Giovanna (por cierto, de mayor quiero
escribir como tú) es que los intelectuales son además emocionales, memoriales,
cómodos, divertidos, envidiosos, ingeniosos... vamos, son personas con sus
apegos y despegos.
Si bien Ratzinger elaboró un pensamiento
teológico en los 50 que abrió las puertas del concilio y una nueva
eclesiología, junto con otros (que me acuerde, Küng, Rahner, Moltman, Congar
etc.), como persona no tenía previsto lo que traería la libertad. Como sucede
en muchos casos intelectuales y teóricos, se ve que era una persona muy buena
para lo teórico, pero no le gustaba nada llevar las cosas a la práctica. Supo
dar respuesta teórica a los interrogantes de la post guerra y la modernidad,
pero no un modelo aplicable satisfactoriamente.
Muchos católicos no pudieron digerir
las consecuencias de la libertad en la Iglesia. Las formas externas por lo
visto eran mucho más importantes que lo que hubiera en el corazón y la vida:
los curas con sotana, la misa en latín, las guitarras, las iglesias desnudas,
la exclaustración de muchos curas, fueron para muchos, educados en la
seguridad, el orden y la tradición el acabó-se. En mi familia fue como la caída
de Roma de nuevo.
Ratzinger, igual que Goethe antes
que él, pasó a preferir el "orden" antes que el "desorden"
y rápidamente cambió al campo conservador. Evidentemente, un tipo de su altura
no va a condenar o negar lo que previamente ha afirmado con toda brillantez,
pero sí dedicarse a erradicar sus consecuencias. Así, Ratzinger, en una carrera
eclesiástica fulgurante, se embarcó en la erradicación de cualquier
discrepancia tanto teológica como pastoral en la iglesia. Y así vamos desde los
últimos años de Pablo VI, pasando por el papado restaurador de JPII y el suyo
propio como Benedicto XVI.
Estos años, tan prósperos para el
Opus Dei, Camino Neo catecumenal, Comunión y Liberación, etc.... no lo han sido
nada para la Iglesia. El número de bautizos ha caído en picado, igual que el de
bodas, funerales, comuniones y confirmaciones. Por no hablar la asistencia a
misa y el apoyo a los propios movimientos católicos, de los que se sólo se
salvan Caritas y Manos Unidas. Por no hablar de los escándalos de pederastia y
finanzas. La secularización avanza imparable, y no precisamente por la
"ofensiva laicista" (que la hay, pero no la que denuncia Rouco y
otras autoridades eclesiásticas) sino por el divorcio definitivo entre la
iglesia y la sociedad moderna. Esos movimientos, como destaca Giovanna, son el
modelo de lo que la iglesia primitiva no era: dogmáticos, cerrados,
endogámicos, verticales, conservadores. La iglesia, que un día supo dialogar
con el pensamiento helénico, romano, y trasladarse a lugares hostiles, como los
pueblos germánicos en la oscuridad medieval, no es capaz hoy día de ser
significativa en la selva digital.
Es evidente que cuando Ratzinger se
refiere a las minorías creativas, al fermento, lo hace con toda la idea, y con
toda la razón... pero su trayectoria le obliga a recurrir a esos movimientos,
que encallan pasado su momento, aunque son a quienes menciona. Si, sabe a lo
que se refiere, lo sabemos todos, pero no puede lanzar un proyecto de re
evangelización porque se encuentra atrapado entre el fuego cruzado de su
ortodoxia y la necesidad de creatividad. Nadie niega la bondad de esas personas,
su sinceridad, su entrega de años. Pero el modelo que siguen no llevará a la
Iglesia muy allá.
Nadie en la iglesia tiene la llave
del futuro, porque éste depende del Espíritu, que sopla cuando quiere. Pero
desde luego, lo que tiene pinta de no llevarnos lejos es el encierro en
capillitas. No en vano, este Papa, nada heterodoxo, por cierto, nos urge a
"ir a las periferias", a dialogar con la pobreza para erradicarla. El
gran éxito de la Iglesia hoy día es Caritas, no las universidades de pago. Es
la lucha contra la pobreza, no la educación de las élites que pueden pagarlo.
Es la denuncia de las injusticias a nuestro alrededor, no el "saber
estar". Pues eso.
Que Dios os guarde
Ramón
Publicado el Monday, 09 December 2013
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