ENR :
Dejé la institución hace
unos meses, después de muchos, muchos años. Y es en ese tiempo cuando he
aprendido el valor de las cosas y, más importante, por qué ahora soy consciente
de aspectos que antes ignoraba olímpicamente.
En la institución da igual
tener o no tener. Jamás falta lo necesario, teniendo presente también que el
listón de la "necesidad" está muy alto. Este hecho, que es a
priori bueno porque significa que ningún miembro carece de nada, implica
que con el paso del tiempo uno se acostumbra y da por sentadas y normales
muchas cosas que en absoluto lo son. Y eso es malo.
No es normal ignorar
cuánto se paga de luz o de agua, que dé igual dejar luces encendidas o apagadas
o tener el aire acondicionado "on" u "off", no es normal
ignorar cuánto se paga de hipoteca por la casa en la que uno vive a cuerpo de
rey, o no saber si se cubren gastos o no. ¿Qué ser humano adulto y normal no
debe preocuparse por sus ingresos en el mundo actual? ¿Hasta qué punto se está
en el mundo cuando da igual trabajar o no trabajar porque uno seguirá viviendo
exactamente igual como vivía? ¿Cómo se puede llamar a eso mentalidad laical?
Y por otra parte, sí
es normal funcionar así porque es como se ha funcionado siempre y uno se
acostumbra. ¿Un mes no llega el dinero? Se pide a la delegación y asunto
resuelto. ¿Uno gasta más de lo que ingresa? Se le dice con toda delicadeza y
eso es todo, si cambia es asunto suyo y si no cambia también, lo que es seguro
es que todo seguirá igual. ¿Eso es mentalidad laical?
Recuerdo que una vez,
debía ser una fiesta A, la administración sacó un vino "Gran Reserva
1994" al que nadie en la mesa dio no ya mayor importancia sino ninguna en
absoluto. Cuando lo comenté con un amigo buen conocedor de la materia, abrió
unos ojos redondos y dijo "Es un grandísimo vino. ¿En serio bebéis este
tipo de vinos en un día de fiesta?"
En la institución se
ignora qué significa ahorrar durante x tiempo para permitirte un capricho,
cuando es una experiencia enriquecedora e instructiva. Si uno tiene un
capricho, lo consulta y nueve de cada diez veces le dicen que sí. ¿Ha debido
luchar para conseguirlo? En absoluto. ¿Lo valora? A veces sí y a veces no, más
lo segundo que lo primero.
Mentiría si dijera que
me gusta ver las facturas de luz y agua, pero el hecho de controlar qué pago
mes tras mes y qué diferencia supone poner la calefacción 24/7 o programarla,
me ha hecho mucho más consciente del coste de las cosas. Disfruto ahorrando
para permitirme un capricho con la persona a la que quiero y cuando lo hacemos
realidad lo valoramos mucho más que si no nos hubiera costado nada. Eso, en la
institución, se desconoce y no hablo del hecho de compartir algo con alguien
sino de que cueste conseguirlo.
ENR (Exnumerario
reciente)
Publicado el Monday, 27 January 2014
|