El derrumbe del mito Escrivá-Portillo (IV)

Documentos originales de los reglamentos del Opus de 1941

Anexo III. Costumbres

Guillaume, 4/06/2014

En esta cuarta entrega se publican los documentos originales del apartado correspondiente al tercero de los anexos al Reglamento de 1941, titulado Costumbres.

En este anexo el General Franco no hace comentarios. Asiste como espectador mudo de un cúmulo de prácticas religiosas, que contrastan con la sencillez que se señalaba en el artículo 2 del Reglamento, y que aparecen reglamentadas de una forma tan casuística y tan poco espiritual, que recuerdan los tiempos de los fariseos. Está claro que ya desde los inicios la vida cristiana de Escrivá se centraba en prácticas religiosas humanas, y no en una apertura a la iniciativa de Dios: una religiosidad que sofoca la espiritualidad...  

Por mi parte, sí me parece que vale la pena destacar el n. 23, donde se habla de una costumbre de sabor monacal, el expolio, difícilmente justificable en una institución pretendidamente secular; por eso, esa costumbre desapareció años más tarde.

También resulta significativo el n. 24, donde se prohíben los regalos entre los socios, y el n. 26, donde se establece que se controle la correspondencia entre los socios: cualquier atisbo de amistad es sofocado implacablemente en una institución que no permite relaciones humanas con nadie que no sea con los superiores de la institución. Ya entonces era una realidad lo que se denuncia en El verdadero rostro del Opus: desde sus inicios la Obra de Escrivá ha sido una maquinaria implacable de destrucción de cualesquiera  apoyos humanos que la persona pueda tener, para conseguir un sometimiento sectario a la institución.

Por otra parte, es notable el secretismo que refleja el n. 27, en lo referente a la pertenencia a la organización.

Me parece escandaloso el n. 28, en que se habla de la Confidencia como algo meramente recomendable y sólo mensual y no, como es en realidad, un procedimiento implacable del peor de los controles mentales. Por eso, cuando lo he releído, me ha venido inmediatamente a la cabeza el cinismo de Echevarría en la Carta del 2 de octubre de 2011, al negar la objeciones que le había hecho Benedicto XVI en relación a La libertad de las conciencias en el Opus. De tal palo, tal astilla.

Guillaume