Querido Jiménez,

como tú yo tampoco quiero polemizar, y desde ahora quiero decirte que creo que tú, como todos los demás, tienes derecho a exponer tu pensamiento y tus ideas, como has hecho el último miércoles.

Pero... pero desde la primera lectura de tu escrito me quedé con la sensación de que algo de lo que escribias no lo encontraba acertado (cuidado: “no lo encontraba”, no “no estaba”). Tu escrito tiene una lógica, para citar una frase que conocimos todos, “tienes razones”. Pero me dio la sensación que quizá no tenía toda la razón...

Poco a poco creo haberlo entendido.

A menudo se dice que internet favorece las relaciones virtuales en menoscabo de las relaciones reales. La verdad, yo esto nunca lo he compartido. Entiendo que para muchos pueda ser así, pero por mi forma de ser no es así. Participo en esta web desde los comienzos, y pronto, muy pronto, las relaciones más significativas que enlacé en esta web se volvieron muy concretas y muy reales. Primero con Agustina, después con una cantidad de muchos otros que no voy a nombrar por no olvidarme de alguien. No a todos –aunque a muchos sí- llegué a conocerlos personalmente, pero en cada caso, si había unas afinidades electivas, del intercambio en la web se pasaba al intercambio particular, al encontrarse en ocasión de viajes de otros a Italia o de algún viaje mío a España, a platicar con Skype con el otro lado del Océano, a ayudarnos mutuamente en proyectos, etc. Contado de esta forma puede parecer que tengo mucho tiempo disponible para invertir en mi participación en la web, pero no es cierto, es que todo esto se refiere a doce años de participación, y al final queda muy diluido. Pero mucha de la gente que participa yo la conozco y la quiero personalmente. Entre ellas a Carmen Charo.

Yo no creo que tu querías atacarla personalmente, pero lo cierto es que criticando el tono –que no el contenido, según el título que le das a tu intervención- de su escrito, lo cierto es que consigues hacer es precisamente un ataque personal. Esta es la impresión que tuve yo, por lo visto también Ana Azanza y me consta que otros también.

Cada uno somos cada uno. Carmen Charo tiene un carácter muy generoso que se manifiesta en su forma de ser y de hablar muy emotiva y apasionada. Fue de los primeros a comprometerse a participar a la web con nombre y apellido, a hacerse cargo personalmente de situaciones dramáticas. No se puede esperar que una persona con estas características, que se advierten claramente en sus escritos en Opuslibros, se exprese de forma compasada, neutral, desenfadada.

Por cierto, aquí en Opuslibros no tenemos nada de “corporativo”: no somos un grupo, una entidad única, ni tenemos pensamiento único, ni nos comprometemos a hacer, o dejar de hacer, algo concreto. Pero es cierto que da pena ver que, frente a la “eficiencia” del Opus Dei –eficiencia como categoría ideológica del opus, como lo explica bien EBE en uno de sus escritos- los que pretendemos haber salido de una institución tan dañina no logramos actuar con la misma, si no mayor, eficacia y eficiencia.

“Asumir” nuestro paso por el Opus Dei, creo yo, es dejar de esconder nuestro pasado como algo vergonzoso que nos ocurrió sin que fuéramos totalmente responsable de esto, sin llegar a ser un “club de ex” homologado. Es asumir nuestro pasado, integrándolo en la realidad de nuestro presente. Hacia otros que han salido tenemos la responsabilidad de dar testimonio de una realidad que solo nosotros podemos certificar. Es una responsabilidad moral aunque no sea legal, y no nos obligue, en sentido estricto, a nada. Y duele ver como muchos, demasiados, se desentienden. Y los que no se desentienden muchas veces se olvidan.

Es necesario que de vez en cuando alguien llame la atención para despertarnos de nuestra pereza y distracción, y cada cual lo hace como sabe. Carmen Charo lo ha hecho, con las mejores intenciones creo yo, como sabe y dirigiéndose a todos en general; tú lo has hecho exponiendo unas razones razonables, pero acabando por atacar singularmente la persona que menos lo merece. Yo no creo que Carmen Charo, con su intervención, juzgara las imposibilidades de dar nombres, de participar económicamente, ni todas las demás circunstancias serias que impiden ayudar a los que pasan por donde nosotros pasamos. Quizá sí pretendía sacudir las que tu defines “pocas ganas”, y con ellas todas las formas de falta de compromiso personal hacia la justicia y la solidaridad.

Justicia y solidaridad que a ti, sin necesidad de obligaciones formales ni de contratos escritos, te empujaron a firmar la petición de Esquivias y por cierto a participar económicamente al mantenimento de esta pagina web. ¡Quizá lleguen a asumirlas muchos otros de los que nos leen!

Un saludo cariñoso para tí y para todos,
Elena