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 Correos: Nunca es triste la verdad... Para Dionisio.- Unonuevo

900. Sin clasificar
unonuevo :

Queridos todos (Orejas e infiltrados).

No me mola que mi segundo escrito en estas páginas de libertad (el primero fue una mera “presentación”, porque soy un chico muy educado, el pasado día 3 de septiembre. “Me doy la bienvenida”) tenga que ver con temas relacionados con el sexto Mandamiento, aunque, como luego se verá, a raíz de este asunto, intentaré tocar otros temas que, para mí, son mucho más importantes. Creo que os sonará la frase “los temas de pureza, para una persona normalmente constituida, habitualmente están en un quinto o sexto lugar, aunque a veces pueden pasar a un primer plano” (o cita similar). Yo también lo creo, con total sinceridad.

Y también lamento que mi primer escrito sea para comentar un texto de Dionisio, porque en el empacho de leer ávidamente que me he pegado este mes de agosto -al descubrir estas páginas de libertad por pura casualidad- veo que Dionisio se lo curra a fondo, lleva muchos años escribiendo aquí, sabe mucho y siempre tiende su mano a los que, desde estas páginas de libertad, piden un mensaje de ayuda, porque están tristes, angustiados, confusos…



En primer lugar, me intrigó mucho que el título de tu escrito es “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” (Dionisio. 10 de diciembre de 2012), no sólo porque es una canción de Joan Manuel Serrat, uno de mis favoritos desde siempre, sino porque, además, me evoca una fugaz y fallida relación -fue la primera- que tuve con una chavala majísima y guapísima cuando dejé la Opus (homenaje a Satur; lo que me he reído hasta  las tantas de la madrugá con tus escritos; no me seas mamón y vuelve a escribir aquí, please). Poco más abajo afirmas, “entre esos tipos y yo hay algo personal” (otra cita de Serrat). Y, coño, me dije a mi mismo, con este tío que escribe desde el Aerópago me voy a llevar muy bien…

Adelanto que, como soy “nuevo”, Agustina mártir (debe serlo, para aguantar al personá), me tire de las orejas si no se estila (no La Estila, casa de retiros muy conocida en Spain), “no conviene” (esta expresión creo que os sonará un poquito) comentar un escrito de hace casi dos años, que, como ya he dicho, lleva por título esa impresionante canción del maestro Serrat.

Para facilitar la lectura, voy a ir citando las frases en las que estoy en absoluto desacuerdo de tu texto, Dionisio, sin afán de polemizar (te lo curras mucho y eso me merece un enorme respeto); además sería una temeridad por mi parte: me machacarías vivo porque yo no tengo ni tu profundidad, ni tus conocimientos, ni tu calidad intelectual. Sólo soy un p. periodista.

Mi argumento de fondo, en todo momento, es que hay que “hilar más fino”, es necesario formarse un poquito en los aspectos básicos y que no se puede echar la culpa a los demás de las decisiones propias. No sé cómo se dice lo de “hilar más fino” en Sudamérica, Latinoamérica, Hispanoamérica… pero creo que me entenderán las queridas gentes de aquellos países (estuve a punto de irme a hacer el Centro de Estudios a Buenos Aires con 19 añitos, en 1974, pero el proyecto no cuajó; pero eso es otra historia).

Dionisio, no estuve treinta años como tú en la labor de San Gabriel, yo sólo tres, pero eso tampoco me parece un argumento de autoridad por tu parte. Asimismo, no me parece de recibo o de buen estilo de que “fardes” de que los tropecientos hijos de los tropecientos supernumeratas que hacían la confidencia/charla contigo no pitaron por “tu mala influencia”. Coño, un poquito más de humildad y de coherencia contigo mismo.

Sinceramente, no creo que tú, como eras un numerata “un poco atípico” conocieras temas que “sólo los curas se enteraban”. Aquí se lee mucho que en la Opus (gracias Satur) te machacaban a preguntas con el tema del sexo; tú dices que conocías cosas que sólo sabían los curas. Pues creo que ni una cosa, ni la otra. A mí nunca me machacaron con este asunto en la confidencia/charla (tampoco en mi época de estudiante en Escolapios), ni yo machaqué a nadie en las conversaciones con los chavales de San Rafael (amiguetes míos, Club juvenil o centro de universitarios…) o en las numerosas confidencias/charlas con numeratas jóvenes, menos jóvenes, y supernumeratas de todos las edades que tuve aquellos años (1973 – 1983), seis de ellos en Consejos Locales porque yo debía de ser un tío muy majete. Me parece que esto de la obsesión por la “pureza” en la Obra y, sobre todo, en la Iglesia es una auténtica “leyenda urbana”, como tantas que hay. Pero es que, además, un numerata que lleva confidencias/charlas debe ser suficiente responsable y, coño, maduro para saber, ¡¡¡sin machacar!!!, lo mismo que sabe un cura sobre este tema con las personas que están a su cargo. Al menos esa es mi experiencia. Y perdón por el “tronco” (definición aceptada por el Diccionario de la Real Academia Española en su última edición: “consideración espiritual realizada fuera de contexto, normalmente equivocada y esgrimida por persona que carece de autoridad”) pero cuando quieres de verdad a la gente (amiguetes, numeratas, supernumeratas) es mucho más fácil que suelten el “sapo”, sea de pureza, de soberbia, de lo que sea… Pero para eso, hay que querer a la gente de verdad, aunque sea un tío que es un auténtico coñazo. La Opus no enseña esto de querer a la gente (no hay más que leer los miles de testimonios aquí escritos) y, parece ser, que los que allí estuvimos, tampoco “hilamos fino”. Que cada cual apechugue con sus omisiones. Y ya decía al inicio que el tema de “pureza” me llevaría a otros temas. Y este es el tema, casi diría que el único tema: QUERER AL PERSONÁ. Y en esto, la Opus cero Zapatero o patatero (a elegir). Pero volveré sobre esto en colaboraciones posteriores…

En tu escrito pones a parir, repetidas veces, a la Humanae Vitae, y parece que esta encíclica es el origen, según tú, de opresiones, represiones, mujeres enfermas, etc. etc. Yo nunca he leído esa encíclica, ni la Casti Connubi (o como coño se escriba), ni las anteriores… Y te juro que ésas no pienso leerlas. Pero vuelvo a decir que hay que “hilar más fino”, formar un poquito la conciencia y que cada uno apechugue con sus decisiones propias.

Y vamos al grano que de esto, modestamente (ya sabéis que los periodistas somos todos muy, pero que muy, humildes), creo que algo conozco. Efectiviwonder (efectivamente, para los que no estéis acostumbrados al peculiar lenguaje de algunas zonas de los Madriles) muchos ginecólogos no se complican la vida y, en cuanto pueden, por posibles embarazos o partos complicados, sugieren, o poco menos que imponen, que se acabó: “no debéis tener más hijos, sería una gran irresponsabilidad”, aunque no suelen añadir “no me compliquéis la vida”. Así, con un par te informan de la conveniencia de la ligadura de trompas, DIU, vasectomía… o de lo que haga falta. Es humano, normal y hasta entendible, porque se quitan o intentan quitarse de encima un problema, una responsabilidad… Además, les facilita mucho la tarea y les ayuda que la cultura imperante es la de un hijo o, en un alarde de generosidad, la “parejita”. Los de la generación de los 70 – 80 hemos oído decir constantemente a amigos, primos… esas idioteces de “yo no estoy suficientemente preparado para tener o educar a un hijo”, “no quiero traer hijos a este mundo de mierda”, “los hijos no vienen con un manual de instrucciones debajo del brazo” (tampoco con un pan: eso es mentira) o, me parece más sincero, por honradez, pero son los menos, “no quiero tener hijos para mantener mi estatus económico y/o mi libertad de movimientos” (coches caros, viajes…).

Todos mis hijos (no digo el número para picar a los curiosos / morbosos, pero son más de 4 y menos de 20) han nacido por cesárea. Tranqui, que os lo explico antes de que os dé un patatús: sencillamente porque mi mujer es mental y físicamente muy fuerte y porque de pura casualidad (era el sustituto del ginecólogo que atendía a mi mujer y se jubiló) dimos con un magnífico profesional y buenísima persona. Cuando conocimos a este ginecólogo estábamos esperando nuestro tercer hijo y nos comentó, muy solemnemente: “unonuevo, yo no soy del Opus, pero podéis tener, sin problemas, os lo aseguro, dos, tres… hijos más mediante cesárea. Esto no se lleva ahora, pero os informo para que adoptéis las decisiones que estiméis oportunas”. Yo le contesté: “Gracias campeón por tu honestidad profesional y sinceridad. Nosotros tampoco somos del Opus. ¿Te puedo enviar amiguetes que sus ginecólogos/as dicen que a la segunda cesárea se niegan a atenderles pero ellos quieren tener más retoños?”. Como su respuesta fue positiva, mi mujer y yo le enviamos a su consulta, más o menos en un par de años, a tres matrimonios y calculo que, gracias a este ginecólogo y a la libérrima decisión de sus padres -por cierto, ninguno, insisto, ninguno, era de la Opus- han venido al mundo unos 7 - 8 chavales. Esto fue así. Parafraseando a Alchile -un abrazo-, lo dice unonuevo. La triste realidad es que todos acabaron sus estudios y… todos están en el paro, pero eso es otra historia.

Por este motivo de tener varios hijos mediante cesárea, mi mujer y yo hemos tenido que aguantar críticas más o menos veladas, cachondeítos… Mi mujer es mucho más educada que yo y, además, cuando tuvimos los críos no era supernumerata –ahora sí lo es, y respeto su decisión total y absolutamente- pero alguna vez, cuando algún imbécil -a veces, católicos practicantes- se ha atrevido a hacer un comentario o una insinuación sobre nuestra intimidad, que nadie le ha pedido, he contestado: “Sí, tienes toda la razón, es que yo soy el violador del ascensor, pero no se lo digas a nadie que la Poli me está buscando” o “es que mi mujer y yo somos los ‘salidos’ de Wisconsin” o “lo siento, te pido disculpas, pero es que no nos podemos contener. La próxima vez te lo consulto y tú me dirás”. Mi mujer, siempre, siempre, se ruborizaba mucho y, luego, me metía un broncazo de no te menees. Lo que nunca sabrá mi mujer (ni vosotros) eran las contestaciones que yo daba cuando estas conversaciones eran a solas. Y bueno, evidentemente, entre las numeratas y supernumeratas del centro de mi mujer somos el colmo de la generosidad, la familia modelo y la mamá de Tarzán. No nos propusieron posar a toda la familia -habitualmente se suele hacer en una escalera, todos guapos y sonrientes, derrochando felicidad…- para la portada de “Mundo Cristiano” (¿sigue existiendo?) de puro milagro. Qué gracia, porque mi mujer tuvo sus X cesáreas unos años antes de pitar. La pena, pero ¡qué le vamos a hacer!, es que, como comentaba antes al hablar de nuestro ginecólogo y de los hijos de nuestros amigos, también los X hijos nuestros que ya tienen edad de trabajar están en el paro o fuera de España currando y aprendiendo inglés. Y los otros X, también nacidos por cesárea, pero que todavía están estudiando, tienen el mismo puñetero horizonte. ¡Ay Zapatero! ¡Ay Rajoy!, ¡qué habéis hecho, mamones!

Pero en relación a la Humanae Vitae, origen de todos los males mundiales según tú, Dionisio, la doctrina  de la Iglesia creo que se reduce a criterios muy claros: las relaciones sexuales en el matrimonio tienen que estar abiertas a la procreación, pero basadas en una “paternidad responsable” y en la que no molan los impedimentos artificiales y sí molan los naturales. Joder, más claro, el agua, en cuanto al planteamiento. Nadie dice que no sea difícil, a veces muy difícil, llevarlo a la práctica. Tan costoso como si estás canino de pasta gansa, con mil gastos, deudas importantes, ves claramente que tu hijo debería apuntarse a un Máster interesantísimo pero que cuesta un pastón… y te pasa por delante una magnífica oportunidad de trincar una pasta, digamos que haciendo algo un poco sucio, no gravísimo, pero no del todo limpio: una comisión sabrosona que te embolsas, etc. etc. ¿Es necesario que esto lo prohíba la famosa encíclica “Non afanare”? O qué si aspiras a un puesto importante en una empresa que te puede cambiar la vida en cuanto a tu prestigio ante los demás, más pasta gansa… -por supuesto, ¿quién lo duda? que eres el candidato más justo por tu valía profesional, tu abnegada entrega, tu politesse con los clientes, tú…- no debes afilar los codos para cerrar el paso a tus competidores con malas artes… ¿Y si tu primer matrimonio ha fracasado estrepitosamente, por las razones que sean, y ahora has conocido a un gachó o a una gachí y te has enamorado hasta las cachas? Esto sí que es duro y todos conocemos casos muy cercanos… No parece que sea necesario explicar que también es muy difícil actuar rectamente en todos estos ejemplos.  

Pero volviendo a la Humanae Vitae de marras ¿la paternidad responsable es tener 2 hijos, 4, 8, 12…? Pues depende, pero eso es decisión del matrimonio, que, si es católico y quieren ser mínimamente coherentes, debe de tener un poquito de formación. Y deberían tener en cuenta las muchas circunstancias que inciden (salud de la mujer, aspectos económicos, capacidad de aguante de los dos para educar a la tribu…) y sin permitir que nadie, absolutamente nadie (un cura diocesano ni se le ocurre; gentes de la Opus, p’a que te voy a contar) te diga que tienes que tener un número concreto de hijos. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Voy acabando, que me he enrollao y diréis, con toda justicia, que unonuevo es un palizas.

Dionisio, perdona y sin ningún afán de polemizar, créeme porque soy totalmente sincero, dices:

1.- “Conocí a una que llegó a seis cesáreas, las mujeres creo que entenderán mejor de la barbaridad que estoy diciendo”. Discrepo, el número de cesáreas depende fundamentalmente de la opinión de un ginecólogo buen profesional después de examinar a la mujer. No es discutible que una segunda cesárea puede ser una auténtica burrada y una cuarta o cesárea quizá no lo es. El matrimonio, responsablemente, decidirá qué hace. Hay que  “hilar más fino” y apechugar con las decisiones propias.

2.- “Conozco mujeres, normalmente son de elevada posición socioeconómica, que la maternidad no les afecta, incluso que las embellece”. No te cabrees ni te molestes, pero con los peazo escritos que te he leído aquí, vaya idiotez que te has largao. ¿La maternidad no afecta, incluso embellece, sólo a las que tienen pasta gansa? ¿Las que no tienen pasta y están embarazadas están más feas? Venga hombre… Yo dejé mucha pasta gansa en la Opus cuando me piré y me pude casar gracias a los préstamos de un hermano mío y de un par de amigos. Pero tener o no tener pasta no embelleció ni “desembelleció” a mi mujer… Puff...

3.- “Conozco, también, mujeres jóvenes con cinco o seis hijos que están agotadas físicas y mentalmente, envejecidas prematuramente, algunas se pasean dentro y fuera de la depresión”. Por los argumentos expuestos antes, tu afirmación no merece ningún comentario. Pero yo tengo amigas con dos hijos, deprimidas y zumbadas, y amigas con seis hijos que están contentas y felices. Seamos serios… y un poquito de p’ofavó (frase célebre de una comedia de éxito de una televisión en Spain).

4.- Dices “Yo acuso a la Humanae Vitae… de estos problemas…, del sufrimiento de estas mujeres…”. Contente un poco que te va a dar algo… Cuentas el pollo que se montó con una supernumerata que, con lágrimas, pidió a sus “hermanas” que le dieran pasta al acabar un retiro… Y, añades, como colofón, que “ninguno de sus 6 hijos ha pitado, por supuesto”. Vaya confusión, qué desparrame mental… el tuyo, no de la pobre supernumerata, ni de sus 6 hijos.

5.- Afirmas, con un par, que la citada encíclica ha provocado “un cuadro dantesco de sufrimiento a muchas mujeres católicas y a sus familias”. Sin comentarios. Vuelvo a lo de “hilar más fino”, a la necesidad de formar la conciencia y a la “paternidad responsable”.

6.- “Esta fue la razón por la cual, en un desahogo irracional, llame gentuza a los que impusieron esta carga sobre los católicos. Carga que desde luego ellos no tocan ni de cerca, porque mientras las familias enfrentan millones de problemas por no haber limitado el número de hijos bajo la presión de la iglesia, ellos, los monseñores que la dictaron (que no fue el Espíritu Santo) pueden ir a rezar en un ambiente de silencio con una temperatura controlada, sentados sobre cojines y con la barriga llena de una nutritiva comida, que consumieron a la hora acostumbrada, en una mesa bien puesta y llevando unas ropas caras”. Te habrás quedado a gustito. ¿De qué vas, bitter kas? Absolutamente de acuerdo en que tu desahogo fue irracional. En cuanto que llames gentuza a los que… discrepo, total y absolutamente. También discrepo que “esta carga” fue dictada por los monseñores y no el Espíritu Santo. En cuanto a los cojines (léase bien, por favor), las barrigas, sus nutritivas comidas, etc., primero me ha dado una risa floja (perdona) y, luego, una enorme tristeza…

Suscribo, totalmente, lo que te comentó Otaluto -otro abrazo- (14 de diciembre de 2012): “Quizás esos señores clérigos que escribieron la Humanae Vitae, y que a ti te gusta imaginar como rollizos y desagradables rufianes, que discuten en sus palacios romanos acerca del mejor modo de cagarle la vida al prójimo, mientras riegan sus manjares con copiosos vinos, quizás esos señores –no lo sé, pero puedo aceptarlo si tú lo afirmas- no eran modelo de nada. Pero eso no significa que la Encíclica no fuera necesaria, o que la Encíclica sea falsa de pies a cabeza o que la doctrina que expresa sea maldita. Quizás, acéptalo simplemente como posibilidad teórica al menos, la Encíclica dice lo que debe decir, porque moralmente no se puede aceptar lo contrario”.

Pero corto aquí para no molestarte y prefiero no comentar el resto de tus opiniones, porque ya he aburrido mucho al personá con lo extenso de mi escrito y porque me han dado las tantas de la madrugá.

Pero reitero -qué pesao soy- hay que “hilar más fino”, formar la conciencia y “paternidad responsable”. Y que no es de recibo acusar a los monseñores ni a la famosa encíclica…

Sí estoy de acuerdo contigo, y no que creas que para compensar te doy la razón en algo, en que algunos de la Opus, algunos, insisto algunos, no todos, dan la barrila, de mala manera y sin tener ni puñetera idea de lo que dicen, sobre este tema, porque no están suficientemente formados (ni bienios filosóficos, ni quatrienios teológicos), ni QUIEREN AL PERSONÁ. Ya afirmé antes que sobre esto escribiré algo los próximos días.

Pero, claro, si Escrivá dijo, mil veces, que el estado o la situación mejor para una supernumerata es estar siempre, permanentemente (menos mal que no dijo eternamente) embarazada… apaga y vámonos.

Pues eso, apago y me voy.

Un fuerte abrazo y buen finde a todos (Orejas e infiltrados).

unonuevo

P.D. Dionisio, por favor, no te mosquees y, si es posible, te agradecería que no me respondas, porque me encanta polemizar, pero no me mola, no me apete, polemizar sobre temas de moral sexual. Pero, libertad. Porsu, haz lo que quieras. Sigue escribiendo mucho desde el Aerópago y, te aseguro, que nos vamos a llevar bien. Además, entre otras muchas coincidencias positivas contigo (me he metido entre pecho y espalda tus tropecientas colaboraciones aquí), es importante nuestra mutua admiración por Joan Manuel Serrat. Y perdona mi lenguaje cheli: es lo que me sale; cuando escribo columnas de opinión no me queda más remedio que adaptarme a lo políticamente correcto. Aquí, que son páginas de libertad, no me da la gana o no me sale de los…, que, según nos insistieron, “es la razón más sobrenatural”. Un fuerte abrazo, de verdad.




Publicado el Friday, 05 September 2014



 
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