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 Correos: Para Ramón, Mabel y Lizzy Babieca.- unonuevo

900. Sin clasificar
unonuevo :

Queridos Ramón, Mabel, Lizzy Babieca y todos (orejas e infiltrados).

Afirmé que daba este tema por zanjado pero… Ramón, en respuesta a tu escrito (“Sobre la procreación como acoso moral”) debo darte la razón en que “el tema de los hijos ya aburre”. Ya pedí disculpas por meterme en este berenjenal, pero me limité a escribir sobre la moral de la Iglesia en las relaciones matrimoniales a raíz de un texto de Dionisio sobre la Humanae Vitae (“Nunca es triste…”)...



Pero no puedo darte la razón sobre tu frase “Opuslibros no es una web sobre moral católica. Su objetivo es paliar los efectos de la Opus Dei sobre los que caen en su órbita”. Aquí se escribe de muchos temas (hasta de la enfermedad de la fibromialgia, hace pocos días) y, en cualquier caso, que decida Agustina, que es la “inventora”. En relación a tu segunda afirmación: aquí hay muchos, muchísimos, escritos sobre la peculiar actuación de “ellos” en el tema de la moral sexual en el matrimonio y como tiene efectos, y vaya si los tiene, este tema entra dentro, de lleno, en la finalidad de esta web: paliar o intentar paliar esos efectos.

En cualquier caso, me limité a exponer esas ideas (se estará de acuerdo o no, pero no son mías, es lo que dice la Iglesia) y, sinceramente, creo que has leído entre líneas…, has querido interpretar lo que escribí…, te has formado una imagen de mí… hablas sobre temas que yo no he abordado…,  me cuelgas una “etiqueta” que no responde a mi modo de ser ni a mis ideas…

Dices que “mi intervención va algo descaminada”. Veamos, porque quizá coincidimos en más de lo que tú crees. Estoy absolutamente de acuerdo -y lo digo, de modo claro y explícito, en mi escrito- con tus afirmaciones que escribes como persona: “No veo qué tiene que ver el número de hijos con ser buena persona o buen ciudadano. Entiendo menos aún el argumento que asocia procreación con la "generosidad". También lo digo yo: “evidentemente, entre las numeratas y supernumeratas del centro de mi mujer somos el colmo de la generosidad, la familia modelo y la mamá de Tarzán”. Coincidimos. También estoy de acuerdo contigo en que “nos dejen en paz con nuestro aparato reproductivo”. Como médico, dices que lo “de mi familia lo referí un poco en broma”. No, no es cierto, no hago bromas con mi familia y menos en temas como éste. Además, el ginecólogo nunca nos dijo ni a mi mujer ni a mí eso que comentas tú: “si el cuerpo aguanta”. Después de examinar a mi mujer, copio de mi escrito lo que nos dijo: “Cuando conocimos a este ginecólogo estábamos esperando nuestro tercer hijo y nos comentó, muy solemnemente: ‘unonuevo, yo no soy del Opus, pero podéis tener, sin problemas, os lo aseguro, dos, tres… hijos más mediante cesárea’.

Escribes esto como médico, y si tu opinión como profesional sobre el tema de las cesáreas es distinto al de este colega tuyo ginecólogo, si estás interesado le pido permiso a este ginecólogo y te doy sus datos de contacto para, si queréis los dos, os enzarzáis en una polémica profesioná. Pero, por favor, no insinúes que mi mujer y yo hemos tenido esos hijos porque “el cuerpo aguanta”, ni que “mi mujer se ha arriesgado…”. No, no, eso no, ni de coña. Un poquito de delicadeza. Y sí, se reunió el Comité de Bioética, no el de tu hospital, sino el nuestro, formado por ese ginecólogo, que es el que sabe y dio su opinión sin preguntarle nosotros nada, mi mujer (segundo componente del Comité, componente very important) y yo (que como Alfonso Guerra, estaba de “oyente”). Y decidimos mi mujer y yo, tomando muy en consideración lo que, durante unos años, nos iba diciendo el ginecólogo. Intuyo que estás de acuerdo y si no lo estás, lo respeto, pero nosotros actuamos de ese modo. Creo que volvemos a coincidir.

En cuanto a tu afirmación: “Finalmente, cuando los varones ensalzan la fecundidad, no hablan de las secuelas y el peligro que tanta gestación y parto y tienen para las mujeres. Incluso si todo va bien, las mujeres lo pagan caro en varices, incontinencia urinaria, hemorroides, anemia y déficits vitamínicos, dolor de espalda, etc. De eso no hablan, probablemente porque ellos no lo padecen” he de decirte que, por favor, no me incluyas en ese grupo de varones gilís, que nunca he ensalzado la fecundidad, que no estoy capacitado para hablar de las secuelas, ni del peligro de…, y que  mi mujer no padece nada de lo que escribes. Si quieres, te doy el móvil de mi mujer y lo corroboras, pero ojo, pregúntale sólo si padece esas dolencias, nada más, porque es supernumerata (aunque ya expliqué en mi escrito que pitó años después de tener nuestros hijos). A continuación, y, por último, como cristiano, dedicas muchas líneas a la Humanae Vitae. Yo no hablé de esa encíclica (es más, digo en mi escrito que NO la he leído), me limité a decir que “la doctrina  de la Iglesia creo que se reduce a criterios muy claros: las relaciones sexuales en el matrimonio tienen que estar abiertas a la procreación, pero basadas en una “paternidad responsable” y en la que no molan los impedimentos artificiales y sí molan los naturales”. Intuyo que también estás de acuerdo con esto, pero si no lo estás, por favor discute con la Iglesia, porque yo me quedo al margen. Pero creo que volvemos a coincidir. También escribí: “¿la paternidad responsable es tener 2 hijos, 4, 8, 12…? Pues depende, pero eso es decisión del matrimonio, que, si es católico y quieren ser mínimamente coherentes, debe de tener un poquito de formación. Y deberían tener en cuenta las muchas circunstancias que inciden (salud de la mujer, aspectos económicos, capacidad de aguante de los dos para educar a la tribu…) y sin permitir que nadie, absolutamente nadie (un cura diocesano ni se le ocurre; gentes de la Opus, p’a que te voy a contar) te diga que tienes que tener un número concreto de hijos. ¡Hasta ahí podíamos llegar!”. Intuyo que también estás de acuerdo con esto. Coincidimos. Pero no voy a poner más citas aquí de lo que ya escribí… Te respeto como persona, médico y cristiano, pero no me apete entrar en eso tan cansino de “yo dije”, “yo no dije”, “¿por qué dices que yo dije”, ¿si decimos más o menos lo mismo, porque me dices que soy…? fundamentalmente para no aburrir a las ovejas (ni a los orejas). Releo el texto y parece que estoy “picao”. No, no lo estoy, de verdad.

Mabel, dices (“Gracias Ramón por tu sentido común”) que en mis escritos lees expresiones que tenías ya olvidadas y que te devuelven a tus años opusinos dejándote con mal sabor y la que te parece de lo más rancio es: "tener una buena formación doctrinal". Tomo buena nota e intentaré cambiar los modos de decir pero créeme, de verdad, que nada más lejos de mi intención que molestarte (ni a ti, ni a nadie). Le oí decir muchas veces a mi padre que “el undécimo mandamiento (de la Ley de Dios) es no molestar a los demás”; es una frase que repito mucho y que intento aplicarme a mí mismo e, incluso, encargué un azulejo pequeño de cerámica de Talavera con este texto, que quedó un poco cursilón por las florecillas. Buscaré un sinónimo para lo de “formación doctrinal”, aunque creo que lo tengo difícil.

 

Lizzy Babieca, gracias por tomarte la molestia de contestarme a lo del Venerable Anciano. Estoy de acuerdo con lo que manifiestas (“Tres puntos”) en relación a los hijos y sobre Juan Pablo II. Reitero mi opinión: escribes muy bonito, muy sensible y tranquila, con profundidad de ideas y… disfruto mucho con tus escritos.

Un fuerte abrazo para Ramón, Mabel, Lizzy Babieca y para todos (orejas e infiltrados).

 unonuevo




Publicado el Friday, 19 September 2014



 
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