Manifiesto a Satur mi sincero pésame por el reciente fallecimiento de su mujer y le agradezco todos sus escritos, recopilados en un libro, que es un tesoro de alegría y salud mental aunque se fundamente en una realidad tan penosa como es la vida interna de la Obra de Escrivá. Deseo a Satur que, aun después de esta dolorosa pérdida, continúe con el optimismo de siempre. Cuenta con mi apoyo y oraciones.

No puedo separar mi pesar por el fallecimiento de la esposa de Satur del pesar que siento por la pérdida de dos religiosos españoles, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, víctimas de la enfermedad del ébola: Miguel Pajares, fallecido el pasado 12 de agosto, y Manuel García Viejo, fallecido ayer 25 de septiembre. Han sido dos hombres heroicos, entregados a las misiones, que han encarnado en sus vidas la enseñanza evangélica de que un árbol bueno da frutos buenos. En medio de la amarga tristeza, el ejemplo de los dos misioneros deja buen sabor de boca. Dicho con otras palabras, la Iglesia –sus personas e instituciones– cumple con su misión cuando soluciona los problemas reales de la humanidad y fracasa de lleno cuando, en vez de aportar soluciones, genera nuevos problemas y nuevas formas de sufrimiento en el mundo. La vida interna del Opus es, sin duda, una fuente de serios problemas personales originados por la artificiosidad, nada evangélica, que caracteriza el funcionamiento y gobierno de esta institución.

El libro de Satur, que trasluce la bonhomía de su personalidad con un estilo entrañable y desenfadado, arroja luces para entender la complejidad problemática de la Obra de Escrivá y, a la vez, deja al lector buen sabor de boca porque, por encima de las miserias escrivarianas, el ánimo de Satur permanece alegre y firme sobre unas raíces verdaderamente evangélicas.

Josef Knecht