Antonio, antes que nada quisiera decirte que siento mucho la situación en que te encuentras, y comprendo que debe ser muy duro tener que luchar por que se te reconozcan unos derechos que ponen en juego tu bienestar y el de tu familia. También entiendo que cuando en esa lucha en la que quisieras sentirte apoyado de una manera muy pragmática por quienes seguramente mejor lo pueden entender (ya que muchos de ellos han pasado por lo mismo) y te encuentras con una respuesta débil, te sientas decepcionado. Deseo de todo corazón que tus lógicas reivindicaciones sean atendidas con prontitud y puedas descansar en relación con el tema...

Aún así y más allá de mi comprensión respecto a tu situación y mis buenos deseos de un final justo y satisfactorio, quisiera compartir contigo algunas reflexiones a propósito de la carta que diriges a todos los lectores y escritores de Opuslibros denunciándoles (salvo a quien “no esté de acuerdo porque no se siente así”) por falta de acción, iniciativa y dar la cara. Por quejicas, en definitiva. No niego que hay elementos de tu carta que puedo compartir parcialmente, pero la manera agresiva en que los utilizas me hace sentirme bien lejana a tu planteamiento.

No me incluyo entre los destinatarios de tus críticas porque sólo muy esporádicamente leo o escribo en la web, ya que está destinada básicamente a los “ex” y yo nunca he sido de la Obra. Suelo enterarme “de rebote”. De todas formas, tengo buenos amigos que leen y escriben en opuslibros, y no me gusta tu manera de tratarlos, y es ese disgusto el que provoca este escrito.

Primero: Tu acusación es de las que yo llamo “en spray”, es decir, que rocía a todos, indiscriminadamente y a ninguno en concreto, consiguiendo que la mancha de la culpa toque a cada uno un poquito, y a la vez, si alguien te confronta puedas decir que no iba para él. Naturalmente, no puedes hacerlo de otra forma, porque se trata de un colectivo integrado por personas a quienes en su mayoría no conoces y a los que acusas de “no hacer”. Pero… creo que hubieras podido afinar más, ser más delicado, antes de lanzar esas acusaciones. Por cierto, que supongo –porque no queda explícito en tu carta- que es porque ha habido menos personas de las que esperabas que firmaron tu petición (algunas sé que lo han hecho).

Segundo: Me sorprende que para hacerlas te atribuyas algún tipo de autoridad sobre los acusados por el hecho de haber ocupado cargos en la Obra, como si continuaras ostentándolos sobre los lectores y lo que tú digas ha de ser para ellos “palabra de Dios” y norma a cumplir. No quiero ni pensar cómo habrá sido el ejercicio de tu autoridad con las personas a tu cargo cuando estabas en la Obra, si fuera de ella y con personas que no están bajo tu potestad de comportas en forma tan condenatoria. Me parece un mal inicio para un escrito dirigido a personas sensibles al autoritarismo y que no puede hacer otra cosa que indisponerlos en tu contra (en general) o reaccionar desde la culpa (que no tienen) y no desde la libertad. No dudo de que conoces muy bien la inteligencia emocional, pero quizás el momento de frustración y ansiedad que atraviesas te hace olvidar algunos principios de la misma.

Tercero: Después de ocho años sin aparecer por la web, lo haces para pedir, y si no se te da lo que pides te coges una rabieta. Pero es que me parece que no has tenido en cuenta cómo es –globalmente- el colectivo de opuslibros, ni medido qué podías esperar de él, ni intentado meterte en la piel de los lectores, porque:

·         Firmar tu petición significa salir del anonimato que han elegido para participar en la web. Pienso que si lo hacen de esta forma será porque tienen sus motivos personales, como el miedo a las consecuencias –con razón o sin ella- que puede tener para ellos que les vinculen al colectivo de “ex”, o que se molesten por sus opiniones y unos (desde la Obra, que tiene el brazo muy largo) les persigan, y otros les pongan la etiqueta de “rebotados” como has hecho tú. ¿Les acusas entonces de que, en la confrontación entre defender sus intereses (expresar su opinión en forma protegida) y los tuyos (dar la cara y quedar desprotegidos, a su juicio), elijan defender los primeros? ¿Con qué derecho les pides que renuncien a su nick protector? ¿No es muy egoísta?

Sí, tú dices, utilizando tu conocimiento sobre las emociones, que “el anonimato es una defensa que se sustenta en una emoción de la familia del miedo” y que eso indica necesidad de seguridad y desde ahí no se pueden obtener logros y que “mientras no se pase del miedo al enfado no se va a producir logro alguno”. Pues mira, yo también utilizaré mis conocimientos sobre las emociones:

o   Si, como dices, el anonimato obedece a una necesidad de seguridad, resulta que Maslow coloca esta necesidad como el segundo escalón de su pirámide jerárquica, es decir: se trata de una necesidad muy básica (la segunda después de las necesidades fisiológicas). Y ya sabes que si una necesidad inferior no está suficientemente cubierta, no permitirá ocuparse de otras cosas como son las necesidades superiores a ella (afiliación, autoestima y autovaloración, heteroestima y heterovaloración, autorrealización y trascendencia, según el mismo Maslow). ¿Y por qué reivindicas tú tus derechos laborales sino por necesidad de seguridad para ti y tu familia? Los demás también tienen derecho a sentirse seguros y lo hacen como creen conveniente, según su situación. 

o   Si, según tu teoría, hay que pasar del miedo al enfado para conseguir cosas, veo que la has seguido al pie de la letra con los lectores de opuslibros, lanzándoles tu rabia. Pero yo tengo otra teoría: el enfado es procedente como emoción auténtica (consulta a autores fuera de discusión sobre el tema, como Leslie Greenberg o la teoría sobre emociones parásitas del Análisis Transaccional) cuando responde a un daño recibido. Tú no has recibido ningún daño de los lectores de opuslibros. Eso sí, -según tú- no han respondido a la esperanza (engañosa) que te habías forjado respecto a su respuesta. Pues entonces, aquí corresponden la frustración y el desengaño, no el enfado que es ahora una emoción sustitutiva del miedo y la frustración. El enfado consigue logros si es con el destinatario adecuado, y expresado en el momento y forma adecuados. Si no, estamos ante un fenómeno de desplazamiento (hacia el más débil), que ilustra bien aquél niño que dice: Cuando el jefe riñe a mi papá, mi papá se enfada con mi mamá, mi mamá me pega a mí, y yo, cuando engancho al gato…” Enfádate con la Obra, que es quien te hizo daño, pero no con los lectores de la web, que nada te han hecho, aunque tampoco se hayan movido mucho para solucionar tus problemas (algo sí, pues algunos te han apoyado). 

o   Aprovechando tus conocimientos de inteligencia emocional, te recomiendo que repases el nivel 1 del modelo de Inteligencia Emocional de Salovey y Mayer (1996) que incluye las cuatro subhabilidades correspondientes, entre las que figuran: a) la de de percibir en uno mismo las emociones auténticas; b) expresar las emociones en forma apropiada; y c) identificar emociones en otros. Aquí no veo que venga a cuento un enfado, cuando la emoción que me parece que está debajo es el miedo al futuro, ni que hayas expresado tu frustración en forma apropiada (se trata de una queja agresiva respecto a los lectores, por parte de alguien que les llama quejicas), ni que te hayas metido ni por un momento en la posible situación y mentalidad y situación de los lectores de opuslibros para comprenderles sin perjuicio de que pueda haber aspectos de tus críticas que merezcan una adecuada reflexión, como la que ha realizado Carmen Charo en su carta. 

·         Firmar tu petición significa comprometerse con una persona que no conocen y a la que –seguramente- conceden crédito de que lo que dice es verdad, aunque, como se ha dicho ya en esta web, haya una cierta ambigüedad derivada de las declaraciones en la entrevista que se ha citado en ella. Algunas de las personas que leen opuslibros son más escrupulosas que otras a la hora de tener pruebas fehacientes antes de avalar una causa, y creo que la mayoría no las tienen –salvo que hayan coincidido contigo en la Obra- y deben basarse exclusivamente en tu palabra. Y puede que algunas no quieran firmar “como la infanta Cristina” (como le he oído a uno) confiando sin más en la honestidad del otro, sino con conocimiento de causa. Eso creo que no debe ofenderte, porque hay de todo y unas personas son más confiadas que otras y el hecho de haber pertenecido a la Obra no significa que todos vayan a confiar en ti ciegamente. Conste que lo digo confiando yo por completo en tus afirmaciones. 

·         He visto que pedías también subvenciones para tu causa. Por lo que yo conozco, la mayoría de las personas que participan en la web andan con una economía escasa.  Otras pueden considerar más importante contribuir a dotar de recursos la lucha contra el ébola en África, o a paliar el hambre infantil en el mundo, o en la propia ciudad. Querer que pasen por delante de otras necesidades sociales que atender las tuyas lo encuentro… ¿cómo decirlo? … bien… pongamos “algo exagerado”. 

·         Una buena parte de quienes escriben en la web han sufrido males parecidos o mayores, en el trato que les ha dado la Obra cuando salieron de ella, y así lo han hecho constar. Me imagino que habrás leído unos cuantos casos, pues hace ocho años –cuando dejaste de contactar con la web- ya habían aparecido muchos de ellos aquí, explícitamente. Eran casos de injusticia flagrante (como no dudo que el tuyo lo es). ¿Qué hiciste tú por ellos? ¿Les animaste, al menos, a que actuaran y a que contaran con tu apoyo? ¿Qué hiciste para lograr la reparación de su injusticia? ¿Tomaste alguna iniciativa tendente a ello? ¿Diste la cara? Y… si esas personas peor tratadas que tú no quisieron emprender una acción para reivindicar sus derechos por la razón que fuera (por considerarlo inútil, por miedo, por el desgaste que supone, etc.) o no quisieron utilizar la web de opuslibros porque consideraban inadecuado hacerlo ¿Por qué iban a dar a tu petición una respuesta que no quisieron darse a sí mismos para atender a sus necesidades? Otra vez vuelvo a pensar que tu pretensión de que cada cual pase por encima de lo que ha elegido para apoyarte es poco realista. 

Termino diciéndote que, aunque yo no he pertenecido a la Obra y ninguna amenaza o daño puedo esperar de ella, también tengo mis razones muy específicas (éticas y profesionales) para no poner mi nombre. Y, como muchos de la web, tengo que elegir entre escribir con seudónimo o no escribir. A cambio, tú puedes elegir entre leer anónimos o no leerlos.

Osteymoste