Novedades en el “caso Gaztelueta”

Autor: Gervasio, 29/02/2016

El diario “La Nueva España” publicaba el pasado viernes 26 de febrero, una noticia, de la que ya había dado cuenta Aloevera haciéndose eco de lo publicado en el diario “El Mundo” el día 25 pasado. En la página 78 de la sección Sucesos de “La Nueva España” se lee:

Los forenses ven indicios de abuso en un caso de pederastia que cerró el Vaticano

El menor, al que defienden dos letrados de Gijón, denunció a su preceptor en un colegio del Opus. El Papa intervino y llegó a escribir a los padres

Oviedo, E. LAGAR. —Los forenses aprecian indicios de abusos sexuales en un caso de supuesta pederastia en Bilbao al que el Vaticano decidió dar carpetazo. Los padres del menor, defendidos por dos letrados gijoneses, han llevado ante los tribunales los abusos a los que habría sido sometido su hijo por parte de su preceptor en un colegio religioso bilbaíno vinculado al Opus...

Aunque el caso sigue abierto en la jurisdicción civil, los padres hicieron llegar una carta personal al papa Francisco solicitando su intercesión para que se abriera una investigación por la vía canónica. El Pontífice respondió de su puño y letra, indicándoles que enviaba la documentación a la Congregación para la Doctrina de la Fe. El dicasterio guardián de la ortodoxia católica cerró el asunto. Consideró que los hechos “no han sido probados” y dictaminó que se debía “restablecer el buen nombre y la fama del acusado”.

Ahora, un examen forense encargado por la anterior jueza del caso –el juzgado de instrucción número 5 de Getxo acaba de cambiar de titular–, otorga credibilidad al relato que dictaminan que el joven, que hoy tiene 19 años, presenta una “huella psíquica compatible con la que originan hechos como los denunciados”. Añaden que la conducta del muchacho es “disfuncional a nivel escolar, social y personal, con ruptura de la trayectoria personal previa a los hechos denunciados”.

Todo se remonta al curso 2008-2009, cuando el menor tenía 11 años. En la exploración psicológica que los forenses han hecho al menor no aprecian presiones para dar un falso testimonio y consideran que hace un relato “consistente”. Muestran sus dudas de que les haya revelado “todo aquello que le ocurrió” pues lo encuentran afectado por un “bloqueo emocional” y con “tendencia a la minimización y a la negación”. El director del Colegio Gaztelueta, Imanol Goyarrola, envió ayer una carta a las familias con información sobre este informe. Indicaba: “Reitero el deseo de Gaztelueta de que se evite el juicio mediático y se llegue, cuanto antes, al esclarecimiento de la verdad, sea cual sea. Sin embargo no estamos de acuerdo con la publicación parcial de las pruebas presentadas por cualesquiera de las partes para presionar a los profesionales de la justicia”.

Este artículo de la Nueva España —objetivo e imparcial— arrastra, sin embargo, un error proveniente del comunicado de la Sala de Prensa del Opus Dei en España de 12 de octubre de 2015. El dicasterio guardián de la ortodoxia católica –leemos en el citado artículo de la Nueva España— cerró el asunto. Consideró que los hechos “no han sido probados” y dictaminó que se debía “restablecer el buen nombre y la fama del acusado”. No es así, como expuse detalladamente en mi anterior colaboración de 19-10-15 Pronunciamientos en torno al caso Gaztelueta. En la carta de 15-X-2015 de la Congregación no se lee que los hechos no han sido probados, sino que se lee otra cosa: los presuntos delitos canónicos que un laico numerario del Opus Dei habría cometido entre el 2008 y 2010 y que después de la pertinente investigación canónica no resultaron probados. Los que no resultaron probado fueron los delitos; no los hechos.

Magrear a un menor, para el Código de Derecho Canónico sólo es constitutivo de delito si el autor de tales hechos es un clérigo (Cfr. canon 1395 §2). Este código no impone penas por abuso de menores nada más que a los clérigos. Eso explica que la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe haya sido tan rápida. El proceso judicial penal no llegó a celebrarse.

Expresado en terminología legal española, “la querella no fue admitida a trámite”. Se detuvo en la “investigación previa” —De praevia investigatione— de la que tratan los cánones 1717 a 1719. No se practicó prueba alguna porque, independientemente de que los hechos denunciados resultasen probados o no probados, no pueden considerarse constitutivos de delito canónico. No llegó a ser objeto de prueba si había o no habido abusos, pues se trataba de un laico.

Cosa bien distinta es lo que sucederá y está sucediendo en los tribunales estatales, porque para el Derecho español los hechos denunciados son constitutivos de delito, independientemente de que el autor sea clérigo o laico. En el juicio ante los tribunales españoles que se está llevando a cabo, sí que se practican pruebas, y hay presencia de peritos y letrados. Según la información de prensa que acabamos de reseñar, se han apreciado indicios de abusos sexuales delictivos. Como consecuencia el proceso sigue adelante.

Para los que tenemos cariño y nos sentimos compenetrados con la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, resulta muy decepcionante el curso que se ha dado al caso Gaztelueta en los dicasterios de la Curia Romana. Lo correcto, a mi modo de ver, hubiera sido abstenerse de cualquier decisión eclesiástica hasta tanto no se hubiesen pronunciado los tribunales estatales. Tendría maldita la gracia para la jerarquía eclesiástica y para el buen nombre de la Iglesia —más quemada que un candil sobre este particular— que un tribunal español acabase condenando al presunto preceptor-abusador del menor. Y aunque tal no sucediese, en cualquier caso, resulta temerario no tener en cuenta que podría producirse tal eventualidad.

Hasta época muy reciente la jerarquía eclesiástica era dada a hacer de tapadera, adoptando el papelón de encubrir a los eclesiásticos abusadores de menores. Parece que en el caso Gaztelueta se ha dado un paso hacia atrás. La Congregación para la Doctrina de la Fe hubiese estado más guapa callada, a la espera de lo que decidiesen los tribunales estatales españoles No es de extrañar el titular de La Nueva España: Los forenses ven indicios de abuso de un caso que cerró el Vaticano. El corolario es el acostumbrado: en tema de pederastia la jerarquía eclesiástica no es de fiar. Ante la dejadez de la jerarquía ha de intervenir el Estado.

El juicio estatal progresa adecuadamente, con independencia de que la Santa Sede temeraria e indebidamente, según parece, cerró el caso y dictaminó que se debía “restablecer el buen nombre y la fama del acusado”. El que, por desgracia, no progresa adecuadamente es el ex alumno de Gaztelueta que está tardando en reponerse, aunque según tengo entendido algo ha mejorado.

Gervasio