JaraySedal :
Comprendo la desazón de Supo (11 de abril) por las respuestas que ha generado su comentario sobre el tabaquismo en el Opus. Tampoco es un tema baladí, como sugieren Pepito o Ana Azanza, ésta quizás porque no lo ha experimentado en propia carne.
Para quienes persistimos en el hábito una vez abandonado el Opus aseguro que el tema tiene su importancia.
Y no solo el tabaco: como sugiere Curial (11 de abril), también el alcohol. Mi primer cubata lo tomé durante una tertulia en un centro de la Obra, no recuerdo con ocasión de qué, sí el centro y su cuadro directivo. Tendría 16 años y pico. Lo que recuerdo con precisión es que me hizo un efecto fulminante - bien fuera por ser el primero o porque estuviera cargado o tuviera el estomago vacio o lo bebí demasiado deprisa, o por la razón que fuera-, perdí la razón y empecé a despotricar, creo que incluso sobre el Opus ( “in vino veritas”) , de modo tal que dieron orden de que me sacaran de allí y dos numerarios caritativos me acompañaron a la calle y me pasearon por los aledaños, hasta que me pudieron despachar para mi casa.
Pocos años después con la peña de la universidad, a fuerza de voluntad y para alcanzar seguridad cuando salíamos, desarrollé cierta resistencia a la bebida (hasta cuatro o cinco cubatas por noche). Y saliamos entre semana y los fines de semana.
Afortunadamente es un hábito que abandoné al cabo de pocos años, tan pronto dejé de salir con los compañeros de facultad, pasando a bebidas más ricas y baratas y de menos contenido alcoholico y solo ocasionalmente (los cubatas se pusieron por las nubes). Prefiero un buen vino mil veces.
Como no quiero generalizar, diré que me refiero a fines de los 60. Tampoco afirmo que me inculcaran el hábito de la bebida, pero doy testimonio de que menores de edad bebían entonces alcohol de graduación alta en centros de la Obra.
JaraYSedal
Publicado el Wednesday, 13 April 2016
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