Desde luego, la comparación de Simplicio entre el "Mein Kampf" de Hitler y los escritos internos del Opus Dei no puede ser más absurda y desafortunada, aunque le mueva la mejor intención.

“Mi lucha”, en castellano, nació para ser publicado, para su difusión general. Aunque inicialmente no tuvo mucha difusión, con la llegada de los nazis al poder se multiplicó. Ya en 1933 se editaron 1 millón de ejemplares y siguió multiplicándose hasta la caída del nazismo. Hizo rico a Hitler (el derecho patrimonial de autor lo exprimió). Al final de la guerra ya se había traducido a 16 idiomas y publicado solo en Alemania 10 millones de ejemplares.

Efectivamente, actualmente en algunos países está prohibida su impresión y en otros permitida, pero por nada que tenga que ver con los derechos de autor, sino por sus ideas raciales, como lo sería hacer apología del racismo. Sin embargo, es fácil localizar ejemplares de ediciones antiguas en bibliotecas o en librerías de viejo (tanta difusión alcanzó). Yo mismo he tenido en mis manos una edición en castellano como préstamo de una biblioteca pública y lo he utilizado para comentarios de texto. Debo decir que es un libro ilegible por reiterativo (no he conseguido leer más allá de algunos párrafos), apto solo para gente fanática que comulgue totalmente con sus ideas. Un peñazo, que diría un castizo. La voluntad del autor sobre la difusión de Mein Kampf es clara (se regalaba a los novios en las bodas o los estudiantes cuando se graduaban), como claro es que nunca se avergonzó del mismo.

Las instrucciones internas, circulares, catecismos del Opus y demás son material de uso interno, que no nace para su difusión general ni publicación. Otra cosa distinta, es que tengan un interés evidente para el conocimiento de la praxis interna de la Obra. Y un interés para la historia del Opus. Carecen de cualquier valor patrimonial y no parece descabellado que no quieran una difusión general de las mismas. Igual ocurre en todas las organizaciones y empresas. Otra cosa, es lo que denota la falta de un sano ejercicio de transparencia que debiera hacer el Opus, por lo menos sobre parte de esa documentación. Y, sobre todo, que nunca deberían ser inaccesibles esos textos a las autoridades de la Iglesia, para velar por su conformidad a la ortodoxia y para proteger los derechos de los fieles del Opus.

Si por su finalidad de difundir unas ideas Mi lucha puede compararse a algo es a Camino, la obra principal de Escrivá de Balaguer, que es de fechas cercanas, pero el manual de espiritualidad nunca ha alcanzado ni de lejos la difusión de la obra de Hitler. Que se sepa Camino no tiene prohibida su publicación en ningún sitio, aunque no nos gusten sus ideas.

JaraySedal