Publicado en El Mundo

El padre del alumno que denunció abusos en un colegio de Getxo: “El abuso a menores no debe prescribir”

Pide al Papa que reabra la causa del colegio religioso Gaztelueta, en Getxo y dice que no parará "hasta lograr que se haga justicia"

JOSÉ MANUEL VIDAL

Hace dos semanas, el juez que ha investigado los supuestos abusos sexuales a un ex alumno del colegio Gaztelueta de Leioa (Vizcaya), del Opus Dei, imputó al profesor denunciado y propuso la apertura de juicio oral. El padre del estudiante asegura que no parará «hasta lograr que se haga justicia». Especialmente dolido con la actitud del colegio, del obispo de Bilbao y de la Congregación romana para la Doctrina de la Fe, pide al Papa que «reabra el caso». También reivindica «la no prescripción del delito de abusos a menores» y asegura: «Jamás perdonaré el daño que nos hicieron y nos siguen haciendo»...

 P. ¿La apertura de juicio es un triunfo después de tanto dolor?

R. Es un paso adelante pero insuficiente por la ausencia de algunos de los hechos punibles que aparecen acreditados en la instrucción. Tras tanto sufrimiento es un hecho positivo, pero no un triunfo porque no es una cuestión de ganadores y perdedores, sino más bien una cuestión de justicia y de recuperar la salud de nuestro hijo.

P. ¿Cómo está el chaval?

R. Sigue sujeto a las consecuencias, de momento irreparables, del estrés postraumático motivado por el acoso escolar y el abuso sexual continuado que le infringieron en Gaztelueta. Tiene muchos altibajos e insistimos en que nuestras peticiones, las mismas desde el principio de esta historia, están siempre dirigidas a cerrar el círculo que ellos abrieron en aquellos cursos 2008-09 y 2009-10 y que, durante todo este tiempo, en lugar de cerrar, han ido abriendo más y más, con una constante victimización.

P. ¿Y la madre, cómo se siente?

R. Con la preocupación lógica de una madre, luchando a diario por el bienestar alterado de su hijo. Muy dolida con el comportamiento delirante del director, profesores y consejo de administración de Gaztelueta. Pero con la fuerza necesaria para, como yo, seguir adelante hasta el final con determinación.

P. ¿Espera que su hijo termine por curar la herida de los abusos?

R. Está en manos de profesionales de reconocido prestigio. El problema es todo lo que estos hechos le pueden acarrear para el resto de su vida. Hay varias cosas que nos preocupan en ese sentido, y el principal argumento es el vacío legal para ayudar y proteger a las víctimas de acoso y abusos. Queremos reivindicar la no prescripción de estos delitos. Pero también la construcción de cauces que les permitan vivir con unas dosis mínimas de bienestar.

P. ¿Cómo calificaría la actitud de Gaztelueta ante su caso?

R. De extremo delirio, con agravante de perversión. El famoso crucifijo de cristal, ese buenismo hipócrita que demuestra en parte su debilidad y que les lleva a reconocer en privado y negar en público. Por el afán cobarde de tapar la verdad de los hechos punibles, convierten a Gaztelueta, a su director, profesores y consejo de administración en ejemplos evidentes de cómo no se debe gestionar un supuesto de este calado. Lo que están haciendo Gaztelueta y su entorno con nuestro hijo y con esta familia no tiene perdón de Dios y personalmente jamás, y repito jamás, voy a perdonar todo el daño que nos hicieron y siguen haciéndonos. Es muy triste comprobar que la miseria humana reside en personas cuya labor diaria se presume que es la educación.

P. ¿Y la actitud del Opus Dei, propietario del colegio?

R. Es evidente que el Opus Dei tiene responsabilidad en esta historia, tanto por acción como por omisión. Su actitud no ha estado a la altura de lo que cabe esperar de una Prelatura católica que siempre presume de valores y virtudes. Su legendario secretismo y la constatación de una pobre empatía con el sufrimiento humano nos dejan muy claro que, a día de hoy, están a años luz del planteamiento humanista de la religión católica y de la misericordia que tanto ha reivindicado el Papa Francisco desde que fue elegido. El docente numerario acusado no debemos olvidar que es un laico consagrado y que tiene votos de pobreza, obediencia y castidad, para con la Obra. En esa relación directa, el Opus Dei tendría que haber movido la ficha precisa y evidente para evitar tanto dolor y sufrimiento.

P. ¿Qué opina de la postura del obispo de Bilbao, Mario Iceta?

R. Ejerce más como príncipe de la Iglesia vizcaína que como pastor de Vizcaya. Nunca se ha puesto en contacto con esta familia y, por ello, nuestra visión de esta persona es muy negativa y decepcionante. Nos consta que Iceta, con una relación de cercanía a Gaztelueta desde años atrás, ha colaborado en alguna medida a silenciar la verdad. Estamos muy dolidos con la actuación del Obispado de Bilbao, con la única excepción de Ángel Unzueta, el vicario general.

P. ¿Le defraudó el comportamiento de la Iglesia, tanto en España como en el Vaticano?

R. Como católicos, nos dolió en el alma, además de resultarnos insultante. Cuando hablamos de la Iglesia, tanto en España como en sede vaticana, me refiero a ese grupo de cardenales y obispos que, con sus comportamientos rancios y arcaicos, no paran de lanzar mensajes que alejan a la Iglesia oficial del creyente, poniendo por encima del ser humano sus prejuicios e hipócritas puritanismos, ajenos a la realidad social contemporánea.

P. Imagino que salva al Papa, que atendió su ruego y le mandó una carta, y a algún obispo, que también les ayudó.

R. En efecto, sé que Francisco nada tuvo que ver en el archivo de nuestra causa. De hecho el Papa no archiva. El archivo vino a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que está plagada de afines al Opus Dei. Espero que el Papa reabra un caso que nunca se debió cerrar.

P. ¿Qué espera del juicio? ¿Teme presiones sobre fiscales y jueces?

R. Esa idea siempre nos ha quitado el sueño y, a pesar de este auto, nos lo sigue quitando. Silverio Nieto, director de los servicios jurídicos de la Conferencia Episcopal Española, ha sido condecorado por partida doble por el actual Gobierno de Mariano Rajoy a través de sus ministros de Interior y de Justicia con la cruz de San Raimundo de Peñafort, así que no podemos confiar a pie juntillas en ese Estado de Derecho del que tanto presumen algunos en campaña electoral. Esperamos el mismo comportamiento aséptico por parte de la judicatura y la Fiscalía que el que hemos exigido desde el principio. Ello irá, sin duda, en beneficio del bienestar de nuestro hijo y de que la justicia triunfe de una vez por todas. Lo segundo conduce a lo primero.

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