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 Correos: Un peculiar antecedente de la Obra de Dios (II).- Pinsapo

010. Testimonios
pinsapo :

Un Peculiar antecedente de la Obra de Dios (II)

CAP. 2º: MEDITACIONES A OSCURAS Y ENMENDATIO.

“En el altar del Oratorio estará un Santo Cristo y una imagen de Nuestra Señora, con adorno decente, limpio y modesto (.) Al pie un banquillo bajo en que se sienta el Obediencia, delante una mesa pequeña y baja con una calavera, las Constituciones, las cédulas de Meditación, una pila de agua bendita con hisopo, un reloj y una campanilla. Arrimados a las paredes bancos rasos y bajos para los hermanos. Las ventanas y puertas cerradas, con sola la luz de las velas, por lo que ayuda al recogimiento: Clauso ostio, ora Patrem tuum in absconditio (Math. 6).” [CAPITULO 7º De la disposición del oratorio, Constituciones Escuela de Cristo, 1656]...



I.- EJERCICIOS PIADOSOS EN LA ESCUELA DE CRISTO.

A los oratorios de las Escuelas de Cristo asisten pequeños grupos ya que se pretende evitar la masificación, y su recinto físico se ajusta al ambiente estético y dirigismo propio del espíritu barroco, por lo que se fundaban en lugares recoletos apartados del bullicio mundano, en espacios recogidos. Su decoración se reduce a lo estrictamente necesario para las prácticas espirituales con un tono de austeridad con un altar tan solo con un crucificado y una imagen de la Virgen.

Cada semana en día fijo que suele ser el jueves, los hermanos se reúnen un par de horas antes de la caída del sol para realizar los ejercicios, que están regulados por un estricto y apretado horario sin margen alguno para la iniciativa personal o para improvisar. Despojados de atributos que recuerden su procedencia social de cada uno, pasan al oratorio:

“Antes de entrar en el Oratorio han de dejar las armas en la parte señalada: la capa y sombrero pondrá cada uno delante del banco donde se sentare, quedando en hábito de profunda humillación, como quien depone autoridad, adornos, cuidados y afanes temporales, reconoce su pequeñez y su nada, y desea adorar con profunda humildad la Majestad de Dios.” [CAPITULO 8º Ejercicios el día de la Escuela, Constituciones 1656].

Para llegar a la perfección cristiana, aparte de imponer a sus hermanos llevar una vida coherente y un espíritu de oración, se realizan ejercicios colectivos semanales presididos por el Obediencia, que es a la vez el director espiritual y presidente de cada Escuela de Cristo. En estas prácticas se hacen unas invocaciones iniciales, un acto penitencial con bendición con hisopo, y luego con el oratorio iluminado solo por velas, se realiza una meditación que incluye media hora de oración mental medida con un reloj de arena  sobre pasajes del Evangelio.

Es un objetivo primordial la práctica de una auténtica oración mental en sus tres etapas, según expone un escritor e historiador hermano laico de la Escuela de Orihuela que tuvo 13 hijos, “que cosa sea oración, de su necesidad y práctico ejercicio por las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva; con algunos avisos muy importantes para el aprovechamiento de la vida espiritual y una breve instrucción para la buena enseñanza de los hermanos y discípulos de las venerables y santas escuelas de Jesucristo” [José MONTESINOS PEREZ, Místicas Flores, volumen I, pág. 526-528, Orihuela 1816 ].

A continuación, cada hermano va diciendo de rodillas alguna falta leve  que hubiere cometido, imponiéndole el Obediencia una penitencia, y cumplida se sienta. Se pregunta a cada uno de los ejercitados si cumplieron esa semana con las obligaciones piadosas y meditaron sobre el tema fijado, “respondiendo cada uno con humildad, sinceridad y modestia, llana y brevemente, sin tocar en individuales interiores ni en cosas de su conciencia reservadas al confesor, ni especificar otras faltas salvo alguna omisión de las constituciones (que no obligan a culpa) como faltar al examen de conciencia alguna noche, no haber ido al Hospital, etc, que dirá puesto de rodillas y el obediencia le dará la penitencia.” [CAPITULO 8º Ejercicios el día de la Escuela, Constituciones 1656].

Reparten luego los Nuncios las disciplinas y se apagan las luces. A continuación los hermanos se desvestían el torso en la penumbra de las velas para flagelarse con disciplinas durante el canto del Miserere. Afirma Ramón de la CAMPA CARMONA que esta forma de mortificación corporal se abandonó tras el Concilio Vaticano II. [La institución de la Escuela de Cristo en Sevilla. Andalucía Moderna, Actas del III Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba 2001]. Se realiza una lectura de la Pasión con todos los hermanos arrodillados con los brazos en cruz, rezando a coro los hermanos y en el mismo tono el Salmo Miserere mei Deus, el De Profundis y el Acto de contrición. Rezan finalmente el Nunc dimittis a coro y llegando al verso Lumen ad revelationem, un Nuncio enciende las velas. Se finaliza con la “lectura de un capítulo de las constituciones para que se tengan en memoria.”

Hay previsiones para días especiales, como el día de la comunión general, en el que la Misa la celebra el Obediencia asistido por los Nuncios vestidos con sobrepellices. Los hermanos “al entrar en el oratorio no se quitan las capas en memoria de que habiendo Cristo Señor nuestro amado en todo la pobreza y la humildad, eligió para la institución del Divino Sacramento compostura, adorno y grandeza: Coenaculum grande stratum (Marc. I, 4) y para ella volvió a tomar vestidos: Accepit vestimenta sua (Joan I, 3). Se finaliza con un rato de oración de acción de gracias “a nuestro Señor por tan alto beneficio.” [CAPITULO 9º Constituciones Escuela de Cristo, 1656].

II.- NOVÍSIMOS, SUFRAGIOS E INDULGENCIAS.

Otro elemento característico de las escuelas es la memoria de la muerte, pues los hermanos deben “estar apercibidos para la hora en que fuere servido llamarnos, y como tan ignorada y tan incierta: Sero an media nocte, an galli cantu (Marc, 24) deben prepararse continuamente para cuando venga su Señor, trayendo siempre delante de los ojos la muerte, y la estrecha cuenta que nos ha de pedir, cuya memoria es bastante para enmendar la vida. Cristo tuvo siempre presente su Muerte y Pasión, y hablaba frecuentemente de ella, aun en su gloriosa Trasfiguración, y se permitió el temor y agonía de su representación.” [CAPITULO 11º, De la memoria y ejercicios de la muerte, Constituciones 1656].

Durante ese cuatrimestre todos los hermanos estaban obligados a hacer confesión general, ordenar su testamento ante notario, hacer examen de conciencia diario y exponer el último jueves de cada mes en grupos de seis el método particular de meditación sobre la muerte que cada uno utilizaba.

La vertiente ascético mística de las Escuelas que trascendió más allá de sus muros pese al secreto impuesto por las constituciones, se completó por una visión temerosa sobre la salvación, por lo que las escuelas desde el principio “acumulan todo tipo de indulgencias pontificias y episcopales con auténtica voracidad, al tiempo que recurrían a la utilización de toda clase de sufragios contribuyendo sin duda, a borrar todo recuerdo de Lutero y a crear un ambiente de escrupulosidad y miedo en la conciencia de los hermanos y de sus personas más allegadas.” [Mario MARTINEZ GOMIS, “Las Escuelas de Cristo de Elche y Orihuela. Enseñanza espiritual y ascética en la España de los siglos XVII y XVIII.” Revista de Historia Moderna, nº 20 anales Univ. Alicante, 2002].

Tiene el obediencia la misión específica de que todos los hermanos sean muy piadosos y liberales con las almas del purgatorio, especialmente con sus hermanos, y que ofrezcan por ellos misas, indulgencias, limosnas, ayunos, mortificaciones y otras obras de piedad (Cap. 11).

Las famosas esquelas mortuorias que se enviaban que se enviaban a todos los oratorios rogando por las almas de los fallecidos, invitando a la celebración de misas y otras acciones piadosas son muy elocuentes sobre la minimización del efecto de la Gracia. Tras comunicar el óbito de un hermano y resaltar la ejemplaridad de su vida, se finaliza solicitando los imprescindibles sufragios argumentando la causa de tal petición.

En este contexto se entienden las exquisitas normas para el cuidado de los hermanos enfermos (Cap. 12) y las disposiciones respecto del entierro y sufragios por los hermanos difuntos (Cap. 13). Conocida la enfermedad de un hermano “darán cuenta al Obediencia para que tenga el cuidado que conviene del consuelo espiritual y temporal del enfermo, y agravándose la enfermedad cuide que con tiempo reciba los Sacramentos (.) Llegando a peligro próximo de morir nombrará más hermanos que le acompañen continuamente, repartiendo entre sí las horas; y encargará mucho a todos le encomienden a nuestro Señor, y ayuden cada uno con Misa, oración, limosnas, mortificaciones, etc. (.) y ante el Tribunal de Dios a darle cuenta del más ligero pensamiento de la vida, y oír la sentencia de su eterna salvación o de su eterna condenación (no lo permita Dios) como querrá cada uno ser ayudado en el trance de la muerte.” [CAPITULO 12º, Constituciones 1656].

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Publicado el Wednesday, 29 June 2016



 
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