¡¡Menudas cabronadas!!

¡¡Si lo contado me hubiera pasado a mí, a la primera humillación hubiera hecho las maletas!!

Pero para cada uno, que lo quieran echar, tienen su táctica más dañina. Para Carmen fue esa. En mi caso, me intentaron apabullar con correcciones fraternas sin sentido, me hacían sentir incómodo, me hacían un vacio, no era del grupo de los “elegidos”. Me jodía, pero en el fondo, me daba igual, ya que me creaba una alternativa mejor, salía a flote otra vez. Y esa alternativa mejor costaba poco de crear ya que la calidad humana del centro de estudios era muy baja, estaba por los suelos.

Al final me echaron, me llamaron a delegación, y tuve una entrevista con dos o tres personas a la vez, no recuerdo sus nombres ni sus cargos, creo que eran vocales. Eso sí, ninguno de ellos es de la cosa actualmente… pues… “mejor pa ellos”. Le entrevista fue cordial y con la decisión tomada de que me tenía que ir.

Estuve jodido una temporada ya que mi donación a la cosa fue total y absoluta, pero tenía las naves intactas. Yo nunca quemo las naves, nunca se sabe si las vas a necesitar y además, quemarlas por quemarlas, no tiene sentido. No es que me guarde un AS, bajo la manga, pero no es lógico quemar unas naves por el mero hecho de quemarlas. Si el sitio vale la pena, tal como prometen, jamás las utilizarás, por lo tanto da igual quemarlas o no quemarlas. Como da igual quemarlas o no, no las quemo, no soy un pirómano.

Ahora me río de todo este infantilismo que me tocó vivir y la verdad me da pena por la gente que lo protagonizó.

Recuerdo las correcciones fraternas… vergüenza ajena.

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