Hace unas horas que me enteré de la muerte de Javier Echevarría. Quizá lo más sorprendente para mí mismo es que no me ha producido ni frío ni calor. Es más, me produjo cierta sorpresa saber que “aún estaba ahí”, pues mentalmente en estos últimos años ya no relacionaba al Opus Dei con su figura. Considero que Echevarría, aunque con vida, ya desde hace tiempo no estaba “operativo”.

Echevarría será para la historia real (no para la interna, siempre inmersa en ese merengue hagiográfico) el “Padre” en cuyas manos la Obra empezó a deshacerse. Tras la puesta en marcha del fundador y los rotundos éxitos de los 60 y 70, y de los 80 y 90 con Álvaro del Portillo, es a partir de los mediados de esta década, con Echevarría al frente, cuando la desbandada de miembros es general y la influencia del Opus Dei comienza a menguar. Basta mirar los diarios online para ver que la muerte del prelado ocupa hoy un rinconcito de circunstancias y una breve semblanza. Nada que ver con el fallecimiento de Del Portillo y, no digamos, de Escrivá.

¿Pudo haber hecho algo Echevarría para evitar el declive? Lo dudo. Y lo dudo porque en realidad el cambio que necesitó siempre el Opus Dei fue… que dejara ser el Opus Dei. Abandonar el carácter sectario erradicando prácticas tan funestas como el modo de llevar la dirección espiritual, dando verdadera libertad a los miembros, dejando que fueran realmente laicos en medio del mundo hubiera supuesto demoler el proyecto comenzado por Escrivá y continuado por Portillo. A Echevarría, creo, no le quedó otra que perseverar en la línea de sus antecesores intentando taponar las cada vez más numerosas vías de agua que se abrían y que amenazaban con hundir el invento. Y posiblemente una de las torrenteras más caudalosas e inesperadas que se le metieron por la ventana del barco fue la información que, de forma sencilla e instantánea, comenzó a fluir entre exmiembros y aquellos miembros que se preguntaban de qué realmente iba la cosa. Eso les hizo añicos. Porque como bien se ha comentado en esta web, uno de los pilares del éxito de la Obra siempre fue la compartimentación y la dosificación de la información a criterio de los superiores. Con internet eso ya fue imposible.

Ahí quedan los patéticos intentos por volver a ocultar los documentos internos mediante sentencia judicial, después de estar expuestos casi una década en Opuslibros y Opus Info. Estos fueron, a mi juicio, algunos aspectos del Opus Dei que le tocó gestionar a Echevarría. Espero que la historia -interna y externa- cuenten algún día la verdad sobre este periodo. Saludos.

Jiménez