Ante Scriptum: las minúsculas del texto que sigue son conscientes y voluntarias.

El pasado lunes pensé que Dios se había llevado a uno de los personajes más anodinos, grises, destalentados, misóginos y pazguatos que el planeta haya conocido. Y me di cuenta de que, si bien a javier echevarría se le aplican estos calificativos, y más, es igualmente cierto que lo desconozco todo de él.

javier echevarría fue la sombra eterna. Primero le eclipsó escrivá, después don Álvaro, cuya inteligencia revolcaba al pobre javi cual concha vacía en el Cantábrico un día de viento. Incluso cuando fue elegido prelado, no fue por sus propios méritos sino por haber estado al lado de escrivá desde que tenía quince años. Jamás destacó, jamás brilló. Todo lo que dijo a lo largo de sus años como prelado no fue más que lo que había escuchado a escrivá y a don Álvaro. Si todo lo hizo por Dios (y juraría que fue así), convencido de que cumplía Su voluntad, semejante capacidad de entrega y de inmolación, se esté de acuerdo o no, es para quitarse el sombrero.

No parecía tener demasiadas luces, cierto. Malas lenguas dicen que acabó Derecho a trancas y barrancas. Se le atribuyen comentarios profundamente desacertados acerca de niños discapacitados y acerca de la conveniencia de que los niños estudien en el extranjero para poder captarles y que sus familias no interfieran con la llamada de la vocación. No se le conoce trabajo profesional alguno, no se le conoce más labor pastoral que las que escrivá le encomendó, se ordenó sacerdote porque escrivá lo decidió, se encerró entre las cuatro paredes de donde viviera escrivá a cada momento y ahí, antes de empezar, terminó su vida y su experiencia.

No sabemos si alguna vez escuchó más confesiones que las de quien escrivá dispusiera. Igual pensó que los pecados de la humanidad se reducían a estar distraído durante la acción de gracias, o a descuidar la contemplación de los misterios del rosario. Tampoco sabemos si en el confesonario comprendía, ayudaba, animaba, o si era un martillo de herejes de condena fácil cuando algo no se había vivido como escrivá quería.

Todo lo que es propio de la humanidad le fue ajeno, todo lo que hace que el ser humano ría, llora, sienta, vibre y, en una palabra, esté vivo, le fue ajeno. Solo leía las cartas que le transmitían noticias positivas. Las cartas de "hijos", enfermos, desesperados, destrozados por el dolor, desfondados porque su proyecto vital resultó ser una patraña, las leían personas designadas a tal efecto. Eso sí, “somos familia con lazos más fuertes que los de la sangre”.

Le tocó vivir la peor hemorragia de deserciones que la peña haya conocido en toda su historia y no reaccionó; lo más probable es que no pudiera, ni mental, ni física, ni espiritualmente. Toda una vida al lado de escrivá imprime carácter, imprime la perfección en el alma, y javi estaba seguro, como lo están muchos miembros de esa peña a día de hoy, que toda la culpa estaba en quienes se iban, en el ambiente, en el demonio frecuentando ambientes cristianos. La peña, porque es divina, sería incluso más divina que Dios si ello fuera posible, no tiene defectos, culpas o imperfecciones, así que no hay nada que corregir, nada que cambiar, nada por lo que pedir perdón. Todo está bien.

Y, volviendo al principio, el hecho de que Dios haya decidido, ¡por fin!, llamarle a Su presencia, implica que los electores votarán. Si las cosas no han cambiado, a 2016 las electoras tienen voz pero no tienen voto. No sé quiénes son los tales electores, no sé ni siquiera si les hace falta votar o si ya está todo decidido y f.o. será el nuevo prelado, le pese a quien le pese. ¿Es mucho pedir que el Espíritu Santo invada la sala electoral, se los lleve a todos por delante y aparezca alguien inteligente, perspicaz, valiente, decidido? ¿Alguien que favorezca el cambio?

Mediterráneo