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 Tus escritos: Nadie puede hacer nada.- Dudas

070. Costumbres y Praxis
Dudas :

Buenos días.

Hace tiempo que no escribo, pero llevo ya demasiado tiempo dando vueltas a una idea y me gustaría compartirla con vosotros. Además en este caso concreto, le pido a Dios que haya gente de dentro, a ser posible directores, que lean este mensaje y hagan algo.

Me parece que uno de los grandes problemas del Opus Dei como Institución es que se escuda en el anonimato y en la jerarquía y al final nadie es responsable de nada.

Mucha gente ante mi experiencia (más de 15 años dentro), me ha jurado y perjurado que si me han tratado mal, si han obrado con nula visión sobrenatural, con falta de delicadeza, con injusticia, de forma incoherente o irracional... no ha sido "el Opus Dei", que es algo bueno, santo, inmaculado, divino. Si no que ha sido "culpa" de menganita o de fulanito. Que ellos son los que han obrado mal.

La primera palabra que viene a mi mente es clara: MENTIRA. Es cierto que cada uno somos dueños y responsables de nuestros propios actos. Pero en Derecho existe la “culpa in eligendo o in vigilando”, por la que se puede ser responsable de las actuaciones de personas que están bajo mi tutela (por ejemplo si he subcontratado una obra yo respondo en parte por la actuación del subcontratista); y la figura del cómplice en derecho penal.

Por esos motivos considero que siempre que una persona del Opus Dei sabe que alguien ha obrado mal debe actuar en consecuencia. Y no me refiero ahora simplemente a que consulte una corrección fraterna, sino a que intente que cambien las cosas de la Institución que le han permitido actuar así.

En esa línea de pensamiento, que la propia idea de que preguntar, plantearse dudas, pensar en conciencia cómo se debe actuar, se considere como una tentación y algo digno de materia de confesión es, en sí mismo, una bandera roja, una señal de alarma que debería encenderse de manera automática. ¿Cómo es posible que sea una tentación pensar? ¿Cómo se puede seguir afirmando que “el que obedece nunca se equivoca” cuando existen tantos y tantos ejemplos históricos de barbaridades cometidas por “obedecer”?

Yo creo en la libertad personal, en la necesidad de obrar en conciencia, de pensar, de razonar. Por ese motivo cuando empecé a tener dudas serias sobre la coherencia de algunos aspectos del Opus Dei las puse por escrito. Fueron varios folios de preguntas. Con todas ellas fui a la Delegación, con muy buena intención, pensando que se podía cambiar algo. Con el paso del tiempo me di cuenta (por los comentarios que me hicieron) que nadie: ni el sacerdote, ni la de mi charla, ni la directora del centro, ni la de la delegación: nadie, había leído dichos folios. Me quedé pasmada.

Posteriormente lo he entendido: no se trata de que el Opus Dei cambie o mejore, sino de que la gente se muera allí tal cual es. ¿Acaso no está esculpido en piedra? Pues eso. Y por si fuera poco don Álvaro ya maldijo a todo aquél que cambiara una coma. Pues eso. Pero a la vez recuerdo que el infierno está lleno de bocas cerradas y, sinceramente, no me apetece nada eso de chamuscarme por los siglos de los siglos, jajaja.

Hace poco quedé con una de las pocas personas que sigue siendo de la Obra  teniendo un poco de alma y corazón. Al salir el tema de mi salida me dijo, supongo que para tranquilizarme, que la persona que durante mi última charla fraterna me había tratado fatal e incluso había insinuado que yo podía tener un problema psicológico ya no estaba en un consejo local. Le dije con toda sinceridad que me da igual. Ahora tengo muy claro que el Opus Dei se sostiene en una teoría muy endeble, motivo por el cual no se puede cambiar ni una coma, porque se desplomaría. Si alguien dice la verdad puede contar matices, pero si miente y no quiere que le pillen debe decir siempre exactamente lo mismo. Y por eso creo que nunca evolucionará. Da igual que casi no pite gente, que busquen vocaciones en las guarderías, que la gente envejezca triste y deprimida, que despiten y se vayan muchas de las vocaciones traídas a lazo de gente joven e inexperta. Supongo que ya no cuela eso del rejalgar y de las lágrimas como puños cuando somos cada vez los que nos hemos ido, y hemos conocido un mundo nuevo, real, con amistad, con amor, con alegría y con dolor. Una vida plena, pero plena de verdad, no plena con orejeras y dando vueltas siempre al mismo surco.

Decía que llevo tiempo dando vueltas a esto. Lo que me ha llevado a escribir es el convencimiento de la impunidad. Hablando con una supernumeraria amiga mía me decía que este año no había podido felicitar a ninguna de sus amigas numerarias por san José, porque ninguna seguía siendo del Opus Dei. Da mucho que pensar. Pero aún me dejó más pensativa lo siguiente: cuando le dije que transmitiera sus pensamientos e inquietudes a una persona que está en el Gobierno Regional me dijo: para qué, si no puede hacer nada.

Y considero que es precisamente ahí donde se cierra el círculo del Opus Dei: nadie puede hacer nada. Nadie es responsable de nada. Puedes hablar en la charla, con la directora, con la delegación, con la asesoría, escribir a Roma… pero nadie puede hacer nunca nada.

Esa es, desde mi punto de vista, la maldición del Opus Dei. De vez en cuando hay gente buena, con ideas, con ganas de ser y hacer de verdad, pero habrá alguien que les pare los pies, o alguien que les diga que eso no depende de mí, ni de ti. Que los buenos no hagan nada. Y que el Opus Dei finalmente muera por inanición. A día de hoy el Opus Dei tiene poder, dinero, personas que dan órdenes y gente que acata esas órdenes,… pero no se puede vivir sin cabeza y sin corazón.

Dudas




Publicado el Wednesday, 29 March 2017



 
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