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 Tus escritos: Visita al cuarto del padre.- Tornalila

070. Costumbres y Praxis
tornalila :

Leer lo que escribe Novaliolapena sobre Villa Tevere me removió los recuerdos y quiero compartir uno.

Viví 5 años en Cavabianca. Al final de los mismos regresé a mi región de saco y corbata. Una especie de regalo de despedida para los que regresamos a las regiones sin ordenarnos fue pasearnos por las zonas de la Villa Vecchia que nunca pisas, incluido el dormitorio del “padre”. Esto, como bien ha explicado Novaliolapenano, se hizo para hacernos sentir íntimos, de los más cercanos.

Pues bien, al entrar a la habitación del prelado, me di cuenta de que en el buró junto a su cama tenía libros —cuatro o cinco— y miré atentamente los títulos. Incluso busqué con la vista señales que revelaran si los libros eran adorno o si estaba ante las lecturas del “padre”. A varios de los libros se le veía el separador y no estaban excesivamente ordenados y tenían huellas de uso. En ese momento concluí que eran libros efectivamente leídos por el “padre”, aunque obviamente no había forma de comprobarlo. Al terminar la visita apunté los títulos de los libros para que no los fuera a olvidar.

No recuerdo los títulos concretos y la verdad no pienso perder un segundo buscando mi agenda de aquel entonces, pero sí recuerdo que no eran “lectura espiritual”, ni grandes clásicos, ni teología, ni nada científico. Eran lecturas profanas de temáticas variadas, no solo de literatura. Mi conclusión fue que el “padre” estaba al pendiente de lo que le interesaba a la gente común por allá en el verano del 2001. Me lo imaginé tumbado en su cama, sin alzacuellos y en mangas de camisa, leyendo uno de esos libros.

En la siguiente tertulia de mi grupo de Cavabianca el subdirector me pidió que cuente de mi visita VIP a la Villa Vecchia. Yo pasé rápidamente por la parte de los oratorios y las otras estancias y me detuve de mi hallazgo sobre las lecturas particulares del “padre”. Preví, con acierto, que esto sería de gran interés para todos porque les estaba compartiendo algo sobre él que nadie sabía y que lo presenta como alguien concreto, con gustos e intereses específicos en un momento determinado. Les leí de mi agenda la lista completa de los cuatro o cinco títulos, les conté el detalle de los separadores, de la ubicación de los libros y del orden imperfecto. El interés fue tan grande que pensé que ya tenía que contar en mi región cuando me preguntaran algo del “padre”.

En mis tiempos de “adscrito”, cuando alguien metía la pata como un campeón, decíamos que “generó una nota”, o sea, un nuevo criterio escrito por la Delegación, la Comisión o el Consejo. Por la “corrección fraterna” que me hicieron esa misma tarde, supongo que “generé una nota”. Me hablaron de falta de discreción, de exceso de confianza, de falta de prudencia; me dijeron que me comporté como si fuera un periodista y no un hijo, etc.

Sobra decir que en los libros del “padre” no había nada vergonzoso ni extremo que pusiera en duda las virtudes de tan santo varón. Vamos, siendo explícito: sobre el buró del “padre” no había literatura erótica, ni nada que se parezca a una biografía de las Kardashian. En ese caso no habría dicho nada en la tertulia.

Lo que hice fue muy mal visto porque generé información no controlada sobre el prelado, aunque sea totalmente inocua. Todo lo que se debe saber del “padre” debe ser edificante y hasta “santo”, para que luego se le pueda canonizar. Las cartas que escriben desde Roma los numerarios encargados ex profeso para ello tienen guion y a los directores cuidan puntualmente que no te salgas de él. Que se escriba algo así como: “Ah, y el padre está leyendo el último libro de Tom Clancy” está totalmente descartado.

Si de verdad generé una nota y provoqué que no lleven a más numerarios a los aposentos del prelado solo les digo a los afectados que de verdad no se pierden de nada.

Tornalila




Publicado el Wednesday, 03 May 2017



 
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