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 Tus escritos: SUPERNUMERARIOS: Vivir en la calle de la amargura (II).- Salypimienta

078. Supernumerarios_as
salypimienta :

SUPERNUMERARIOS: Vivir en la calle de la amargura (II).

 

Contaba la vez pasada de los supernumerarios que pitan siendo solteros. Bueno, en realidad contaba de las supernumerarias, porque los centros de varones desde luego que estaban vedados para las chicas (por mala suerte) y por lo que me he enterado con el tiempo, las cosas no siempre son iguales en ambas secciones. A ver si algún ex supernumerario o algún ex ‘algo’ de San Gabriel nos cuenta lo que pasaba del otro lado de la pared  de cal y canto.

Antes de entrar de lleno al relato, quiero contar una anécdota…



En el Oratorio de una de las casas de retiro, había (o hay) una talla de San José muy bonita. Cuando nos tocaba hacer retiro o convivencia de supernumerarias solteras en esa casa, nos esmerábamos en atenciones con esa imagen. La limpiábamos, le poníamos flores frescas cortadas del jardín, le cantábamos, le bailábamos, etc. Contaba la leyenda que ese San José (o sea, esa talla) era tan milagroso que si hacías los suficientes méritos te conseguía un marido de ensueño. Así de inocentes éramos. Lo peor es que tanto los curas como las numerarias nos alentaban a hacer semejantes ridiculeces… y que yo sepa, por más mamarrachadas que se le hicieron nunca le consiguió a nadie al marido prodigioso. Todos resultaron ser unos señores bien normalitos.

Cuando ya estabas por casarte, dejaban que tus amigas supernumerarias te organizaran una despedida de soltera… pero no era cualquier despedida. En México en aquella época se acostumbraba una cosa super cursi que se llamaba el shower cristiano y se trataba de dar regalos y consejos con altísimo contenido religioso. Por ejemplo, a una le tocaba darte de regalo focos y velas (de verdad ¿eh?), y cuando te los entregaba primorosamente envueltos te decía alguna cursilería como: -Que estos focos y estas velas iluminen tu hogar en los momentos de oscuridad así como la luz de la Fe ilumine a tu familia en los momentos de oscuridad espiritual, y así una te regalaba un costurero, otra una caja de herramientas, una imagen de la Virgen, un botiquín, regalos de escaso valor material pero riquísimos en contenido espiritual… y todo entregado con las palabras más mojigatas que se pueda uno imaginar. Obviamente que invitabas a la boda a tus amigas/hermanas supernumerarias, y a las numerarias también, sólo que ellas a lo mucho iban a la Misa nada más.

Antes de la boda te agarraba la directora de tu consejo local para darte ‘la plática’ que NO trataba sobre sexo, porque de eso ya te había desinformado el cura antes cuando en una salita te metían junto con una de tu consejo local y te advertía unas barbaridades que aún me hacen sonrojar cuando las recuerdo: la única posición permitida es el misionero (¿y qué será eso Dios mío?), no se pueden tocar las partes íntimas del otro porque es masturbación (yo pensaba que la masturbación sólo podía hacérsela uno mismo), no pongas cara de que lo estás disfrutando porque el marido puede pensar que eres una depravada sexual (o sea, hay que hacer como si no pasara nada aunque sientas que vas en la montaña rusa… y luego piensan que el cilicio y las disciplinas son mortificación ¡ja!), tienes que estar abierta a la vida y procurar el acto sexual en tus días fértiles (que se sepa que los supernumerarios siempre tienen sexo calendarizado, tanto para salir con embarazo como para no quedar), el débito conyugal es SAGRADO, si tu marido llega con ganas de jarana, ya podrás estar muriéndote que tu OBLIGACIÓN es darle satisfacción sexual quieras o no (eso sí, con expresión de cadáver para que no se te note el gusto, abierta a la vida, sin tocar ninguna parte del cuerpo del otro por que no vaya a ser que estés pecando de alguna manera y en posición misionera)… Les juro que casi que es mejor el celibato que vivir la sexualidad con tantas instrucciones. Es más, no sé cómo es que no exista un vademécum de tálamo nupcial (¿o si existe?). Evidentemente todas las supernumerarias –y supongo que también los supernumerarios- que pitamos solteros nos casamos en el estado virginal más puro y con el desconocimiento total de lo que eran las muestras de intimidad afectiva (por lo menos en la práctica, porque en teoría ya se habían encargado de meternos más susto en el cuerpo que la Santa Inquisición en la Edad Media con ese tema). Obviamente ningún supernumerario o supernumeraria soltera se casó de penalti. De hecho, ese era una de las causas de impedimento para pedir la admisión de supernumerario estando casado.

La plática con la directora previa a la boda trataba principalmente en instruirte lo que se espera de ti en adelante: la casa debe estar perfecta todo el tiempo, desde que canta el gallo hasta que se acuesta a dormir, porque la Obra será juzgada por la manera en que te santificas con las cosas ordinarias, así que tu hogar debe estar siempre como los chorros del oro. TODO lo tienes que hacer perfecto, y mucho más cuando vas a recibir visitas, porque tú representas a TODO el Opus Dei. También te dicen que, a partir de ese momento, debes de considerar a la Obra como un hijo, y ayudarla en sus gastos que son muchos (el Opus Dei es un barril sin fondo que siempre tiene muchísimos gastos en dólares, euros o así), o sea, estás comenzando a formar una familia y ya tienes que meter en el presupuesto a la madreguapa que sale más cara que mantener a la corte de Versalles entera. También te dicen que en Casa se espera que con todos los regalos que te harán con motivo de la boda, bien podrías donar unos cuantos, porque en los centros siempre hacen falta cosas. Y por supuesto que en la plática esa te vuelven a decir que eres la esclava de tu marido y que tienes que estar a su entera disposición en todo momento para lo que él quiera.

La luna de miel es siempre causa de consultas, pedir permisos, recibir todo tipo de recomendaciones y consejos, etc. Irse a la playa siempre será un gran problema porque las playas son como Sodoma y Gomorra disfrazada. Lo mejor sería una ciudad, pero hay que fijarse si hay alguna Iglesia cercana al hotel donde llegarás por que las normas las tienes que cumplir a rajatabla. Me imagino que cuando ambos recién casados son supernumerarios la cosa es magnífica porque te pasas la luna de miel como en curso anual: rezando piadosamente y haciendo todas las normas sin ningún problema y con todo el tiempo del mundo, y acompañada por tu amorcito del alma. En mi caso, me casé con uno que es católico. Punto. Más allá de ir a Misa y cumplir lo mejor que podía con los mandamientos, la mojigatería extrema no se le dio nunca para gran desesperación de la Obra que hizo cuanto pudo para echarle el guante. Ni como cooperador se dejó el hombre. Entonces el pobre estaba alucinado de la religiosidad tan compulsiva que vivía su recién estrenada esposa. No te digo del día que me cachó haciendo el Serviam! Estaba preocupadísimo porque pensaba que me había caído de la cama y me había lastimado gravemente. Nunca podré olvidar su cara de incredulidad cuando le expliqué que así era mi manera particular de amanecer. Yo pienso que desde ese mismo momento, mi matrimonio estaba destinado a fracasar, no puedes durar mucho tiempo con alguien que en el fondo de su corazón piensa que estás más loca que una cabra y que tu piedad es como de manicomio. Tirase de la cama a besar el suelo nada más abrir el ojo es una costumbre que nadie en su sano juicio puede comprender.

Nada más llegar de la luna de miel comienzan a verte inquisitivamente. Esperan siempre que de un momento a otro anuncies que el heredero/heredera viene en camino. Pobre de ti con que el embarazo se tarde en llegar… inmediatamente te recomiendan desde médicos (de casa) que te pueden orientar, novenas, métodos y demás. Cuando ¡al fin! anuncias que estás embarazada la cosa se tranquiliza bastante. Hasta te miman y te tratan con muchos miramientos. En cuanto lo consideraban prudente te comenzaban a presionar con el nombre: -¿Cómo le van a poner?

-Pues mira Fulanita, se va a llamar Chilaquil como su papá si es niño, y Salypimienta como yo si es niña.

-¡¡¡¿¿¿No le vas a poner Josemaría o Mariajosé?!!!

-No

-¿Aunque sea de segundo nombre?

-No, a mi marido no le gusta ese nombre.

Y así con cada hijo. En el 99% de las familias de supernumerarios SIEMPRE hay un Josemaría o una Mariajosé, un Álvaro, un Javier o una Montse porque son nombres de familia (si, de una familia que no es la mía porque nadie lleva ni ha llevado esos nombres).

 Otra anécdota. En otra de las casas de retiro, se decía que si querías quedar embarazada ese mismo año, pidieras tocar la campana que se usaba para despertar a todas. Que eso nunca fallaba (de verdad que más que inocentes éramos muy supersticiosas y sobre todo  muy brutas caray).

Las supernumerarias que pitan solteras y nunca se casan.

Sí, existen. No son muchas pero que las hay, las hay. Estas mujeres nunca encontraron al amor de su vida y tuvieron la valentía de seguir solteras aún cuando la maquinaria casamentera opusina (que es bastante efectiva) les buscó marido por cielo, mar y tierra. Sencillamente NO se casaron por algún motivo y ya. Claro que en Casa nunca se pierde la esperanza de que ella consiga un hombre que la lleve al altar. No les importa que ella no tenga la más mínima intención de casarse ya sea porque se dedique a los negocios, o a las ciencias o porque no se le dio la gana. En la Obra, si no te quieres casar puedes ser numeraria o agregada. No conciben una supernumeraria soltera, se les sale del patrón. Es algo que no encaja, ni se entiende ni se espera.

Yo creo que ellas son las que más pronto despitan. Debe de ser odioso que en cada círculo, retiro, charla o clase te digan que tu camino al cielo tiene el nombre de tu marido y de tus hijos. Por fuerza te debes de sentir fuera de lugar. Recordemos que las supernumerarias están destinadas principalmente a formar hogares luminosos y alegres y a proveer a la Obra de vocaciones y ¡sobre todo! a ser la esclava del marido en todos los aspectos. Una supernumeraria que no hace eso, sencillamente está viviendo una vocación sin sentido. Las que a mí me tocaron eran tratadas por las numerarias con una condescendencia chocante, como si se tratara de seres incompletos. Les daban los encargos más insignificantes… Y pensar que eran  las que disponían de más tiempo para dedicarle a la Obra. Como siempre, ¡los absurdos del Opus Dei.

Continuaremos con el tema. Hasta entonces un besazo a cada uno.

Salypimienta.

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Publicado el Friday, 02 February 2018



 
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