Como sucede en los sistemas totalitarios o en las sectas, en el Opus Dei se utilizan métodos de control de las conciencias. Uno muy eficaz consiste en utilizar la voluntad de Dios como grillete.

Cualquier cristiano medianamente creyente está dispuesto a admitir como primera premisa que la voluntad de Dios es buena para sus hijos. En la Obra el razonamiento se sigue con una premisa falsa. A saber, que la voluntad de Dios nos llega a través de los directores. La conclusión inmediata es que la voluntad de los directores es buena para los miembros de la Obra y hay que seguirla con docilidad. Lo contrario se etiqueta como espíritu crítico y se persigue.

La argumentación es tan nociva como difícil de eludir por aparentemente inocente. En base a este sistema, la Obra sólo faena para la Obra, para la institución. Funciona como una especie de empresa en la que los miembros del Opus Dei son obreros más o menos cualificados, mejor o peor pagados pero cuya única misión es trabajar para mayor gloria de la Prelatura.

Evidentemente esto es un fraude ya que la Obra debe procurar ciertos bienes espirituales a sus miembros según el contrato acordado. Sin embargo, los miembros son recursos no el fin.

Para apuntalar el control a través de la supuesta voluntad de Dios se usan dos subterfugios sin base: lo “fundacional” y la “gracia de estado”. Fundacional es sinónimo de la voluntad de Dios según la clase dirigente de la Obra. Si hay que imponer algo absurdo, ahí entra la categoría “fundacional”. Si se propone cambiar algo trasnochado, no se puede hacer porque es “fundacional”. Si la Iglesia solicita ser servida como ella quiere, se puede eludir el mandato si no es “fundacional”.

En otro nivel nos encontramos con la “gracia de estado”. Lo que mandan los directores siempre está bien porque atesoran la “gracia de estado”. Ellos no se equivocan porque Dios les asiste a través de la “gracia de estado”. Es decir, la “gracia de estado” asegura un mecanismo fiable de comunicación de la voluntad de Dios.

Olvida el sanedrín de dirigentes del Opus Dei que el Dios cristiano es Padre que se relaciona personalmente con sus hijos. Y olvidan también que usar el nombre de Dios en falso es un grave pecado. Mucho más grave que esos otros que pringan tanto.

Cyrano