El hecho es que cada escritor crea sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro. En esta correlación nada importa la identidad o la pluralidad de los hombres (Borges).

Me gustaría comentar la primera frase de un artículo de Neo:

¿Espiritualidad en el Opus Dei?, yo no la he encontrado ni antes y ahora con el devenir de los años, mucho menos. El trato espiritual que he recibido lo puedo circunscribir a la doctrina de la Iglesia Católica, las normas de piedad, al obsesivo proselitismo y poco más.

Esto es algo que yo me he planteado muchas veces: que solo existe una espiritualidad o, lo que es lo mismo dicho al revés, que cada persona tiene una espiritualidad propia. Por eso me parece que la espiritualidad del Opus Dei no tan novedosa o trascendente como nos la quieren vender. Así debe ser en el seno de cualquier organización que pertenezca a la Iglesia: no hay nada que inventar. Se ponen acentos, la Iglesia muestra mucha de indulgencia con algunos iluminados (ya se sabe que el Espíritu Santo sopla por donde quiere, quien soy yo para oponerme, de todos modos luego desaparecerán), pero nada más.

En un artículo de Jorge Luis Borges titulado Kafka y sus precursores y en un cuento del mismo autor que lleva el título Pierre Menard, autor del Quijote se trata este tema.

El artículo empieza así:

Yo premedité alguna vez un examen de los precursores de Kafka. A éste, al principio, lo pensé tan singular como el fénix de las alabanzas retóricas; a poco de frecuentarlo, creí reconocer su voz o sus hábitos, en textos de diversas literaturas y de diversas épocas.

Con el Fundador me pasó lo mismo, pensé. Me fui dando cuenta de que aquello que creía tan original era una repetición, un calco, de tantas organizaciones que han existido en la Iglesia Católica a lo largo de su historia. Sin embargo, influenciado por mis deseos de haberme incorporado a una organización puntera y original, al principio me aferraba al pensamiento de que el resto de organizaciones habían sido un calco del Opus Dei.

Si no me equivoco, las heterogéneas piezas que he enumerado se parecen a Kafka; si no me equivoco, no todas se parecen entre sí. Este último hecho es el más significativo.

Desvincularse de la tradición es quedarse fuera de la Iglesia. Este ha sido el problema del Opus Dei en su busca de una originalidad que existe porque no puede existir. Reconozco en ellos a los gnósticos (Gaudete et Exsultate) cuando la prelatura insiste en volver a los primeros cristianos: nos saltamos todo lo que había desde entonces hasta ahora, porque todo lo sucedido no sirve de nada. Nos purificamos volviendo a un inicio impoluto e incorrupto.

123. -¿Qué medios debe emplear, para su lucha ascética, el fiel del Opus Dei? El fiel del Opus Dei, para su lucha ascética, debe emplear los mismos medios que tenían ya los primeros cristianos: los sacramentos, la oración, la mortificación, el trabajo y el empeño para conocer la doctrina católica (Catecismo del Opus Dei).

252. -¿Por qué se dice que el trabajo de los miembros del Opus Dei es como el de los primeros cristianos? Se dice que el trabajo de los miembros del Opus Dei es como el de los primeros cristianos, porque su vida y su actuación en medio del mundo se desarrollan como las de los fieles de los primeros siglos.

Como aquellos hombres y mujeres de la primera hora, los fieles de la Obra contribuyen -sembradores de paz y de alegría- a que en el mundo florezcan comunidades auténticamente (?) cristianas (Catecismo del Opus Dei).

Volver a los primeros cristianos es bastante cómodo porque también se puede inventar su vida ya que muy poco se sabe de ellos. No nos engañemos. Yo leí El Pedagogo, una obra de Clemente de Alejandría sobre moral (finales del siglo II), y ninguna de sus enseñanzas -la prohibición de usar perfumes o de llevar el pelo largo- se podría aplicar hoy (uno de mis profesores en la universidad lo citaba para desprestigiar a la Iglesia Católica). Y no hablemos de la evolución del papel de la mujer en la sociedad. Podríamos decir ‘anacrónicamente’ que Clemente de Alejandría era misógino.

Entonces tampoco existía ni la confesión tal y como la entendemos hoy (la enmendatio pública en el círculo se le parece más), ni el rosario, ni la comunión diaria, etc. Todo lo que hasta hoy nos ha aportado la Iglesia durante su historia (la tradición) no permite que nadie -fuera de un espíritu mesiánico, romántico y alejado de la realidad actual, que es lo que la obra quiere santificar- pueda querer volver a los primeros cristianos. Así como las comunidades Amish en Estados Unidos.

Lo del florecimiento de las comunidades auténticamente cristianas suena a separarse del mundo e implica que los demás miembros de la Iglesia, nuestros hermanos cristianos, no son ‘comunidades auténticamente cristianas’. Gnosticismo, en fin.

En resumen, la espiritualidad es propia de cada uno: o se tiene o no se tiene. Si se tiene no importa que pertenezcas al Opus Dei o no pertenezcas al Opus Dei. Ahora bien, si tienes espiritualidad y estás dentro del Opus Dei o te vuelves loco, o padeces de disonancia cognitiva, o tomas la decisión de irte porque eso es lo correcto, aunque pierdas seguridad (quién me pondrá el desayuno, la comida y la cena) y te arruines. Más vale honra sin barcos que barcos sin honra.

Me gustaría decir algo sobre ese artículo oficial acerca de la incorporación y salida del Opus Dei: Cuando una persona deja el camino vocacional que había emprendido, no es fácil hacerse cargo plenamente de lo sucedido. Esto es una verdad de Perogrullo. En mi caso la salida de la Obra ha sido un triunfo mayor que la entrada en la Obra (entre otras cosas, porque una fue una decisión tomada en la adolescencia y otra en la madurez). Ni lo considero un fracaso ni me considero un renglón torcido y pienso que el tiempo me dará la razón. Dentro de unos años se nos contemplará como los que dejaron el Partido Nacional-Socialista en la Alemania Nazi o el Partido Comunista en los países del otro lado del telón de acero.

Ese artículo también me recuerda a las fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión, aceptación. Parece que la obra ha pasado por las dos primeras y estamos en la negociación. Pero olvidan lo más importante: que las cosas no están bien o mal porque lo diga el Opus. La verdad tiene una vida independiente, existe, no la creas tú amoldándote a lo que en cada momento te pueda interesar (creo que la arbitrariedad es lo que matará al Opus Dei porque los volverá locos: en la vida es importante tener referencias claras).

El Opus Dei empezó fuerte, creció mucho y se ha ensoberbecido. Su éxito les hace inflexibles: piensan que, repitiendo el comportamiento que les hizo grandes, volverá el triunfo. Allá ellos. Para mi triunfar es otra cosa.

El Cid Campeador