He decidido publicar aquí la carta que llevo un  tiempo redactando para el Prelado. Cuando estaba ya en el carril de salida de la Obra, se me ocurrió saltarme todas las trancas y escribirle directamente a D. Javier a Villa Tevere. Estoy completamente segura que esa carta nunca llegó a sus manos, es más, podría jurar que ni siquiera supo de su existencia. Es por eso, que sabiendo que los encargados del AOP son súper diligentes y leen nuestra querida página atentamente en cada actualización para informar con pelos y señales a los ‘mandamases’ de lo que aquí se escribe, quizá por este conducto tenga más suerte de que el Prelado actual al menos se entere de lo que quiero decirle.

Estimado Padre:

En estos casi dos años en los que le ha tocado ser “El Padre”, se han sentido algunos cambios en el Opus Dei. No han sido muchos, tampoco grandes, pero hay que reconocer que los ha habido...

Es verdad que D. Javier le dejó la Obra en muy malas condiciones. Despitajes masivos, muy pocas nuevas vocaciones y de estas, la gran mayoría con una propensión increíble a no perseverar. Numerarios y numerarias con los nervios destrozados que persisten en Casa gracias a cócteles que son unas verdaderas bombas de ansiolíticos, antidepresivos y calmantes. Agregados a quienes ya les da lo mismo todo en la vida. Supernumerarias  y supernumerarios agotados física, psicológica, espiritual y económicamente. Sacerdotes que están más tristes que un funeral, casas de la Obra que  se venden  casi  a lo que les den por ellas, porque es mejor eso a seguirlas manteniendo si no dan ningún servicio al Opus Dei y como colofón, un grupo cada vez más grande de ex miembros de todas la especialidades: numerarios, auxiliares, supernumerarios y agregados que estamos cabreados, decepcionados, escandalizados, frustrados, indignados y demás sentimientos molestos, por no mencionar a todos los que tienen la fe hecha añicos gracias a los años que tuvimos que soportar verdaderas violaciones a nuestra alma que es lo más grave de todo.

Pensé que al tomar las riendas de la institución iba a dar un giro si no de 180°, al menos de 90° y sí, creo que ha habido algunos cambios, leves pero cambios. Lo malo es que estos no son ni remotamente lo suficiente. La realidad es que ahora más que nunca, URGE reformar la ‘Casa’.

Lo que yo veo es que dentro de la Obra, tal y como sucede en la lucha libre, hay dos bandos. Están los rudos y los técnicos. Los técnicos son los de la vieja escuela, los que están totalmente en contra de que se modifique nada de lo que siempre se ha vivido. No están dispuestos a ceder en nada. Vienen a ser una especie de los talibán del Opus Dei. Defienden y defenderán el “carisma fundacional” con su vida misma si fuera necesario. El otro bando, que vendrían a ser los rudos son los que se rebelan cada vez que pueden, dicen lo que no les parece, hacen las normas a su manera y se les considera ‘en mal plan’ sólo por el hecho de no permitir que los otros los mangoneen. A estos podríamos considerarlos los reformistas. Como usted es el ‘Padre’ de los dos bandos, a nadie más que a usted le corresponde ponerlos en orden. Tanto desacuerdo, tanta falta de comprensión, de caridad, de sentido común y de saber adecuarse a los tiempos y las circunstancias están pasando factura y están dividiendo a la Obra… y bien sabemos que “Divide et impera”, y esta división se fraguó desde dentro.

Cosa curiosa y por demás injusta, es que a los ‘exes’ nos consideran como alguien peligrosísimo para la Obra, creen que nosotros metemos la incordia entre las almas buenas pro Opus y eso es una barbaridad total. Los enemigos del Opus Dei no somos los que ya estamos fuera, son los que permanecen dentro. Es por eso que me parece gravísimo que estén perdiendo su valioso tiempo en perseguirnos a los que ya salimos. Le quiero decir Padre, que la estrategia es malísima. Puede que funcione con algunos ex miembros más dóciles, pero con los que aún tenemos amor propio, la táctica de buscarnos para tomar cafecitos e invitarnos a todo tipo de eventos de Casa, no resulta para nada.

Entre nosotros, los ex miembros, también existen dos bandos: los resignados y los guerrilleros. Los primeros tal y como su nombre lo dice, son mansos y ya se conformaron con lo que pasaron dentro. En algunos casos hasta han aceptado acercarse de nuevo a la Obra en calidad de parias, quizá con la esperanza de que el Opus Dei no los siga tiranizando. Los otros, no estamos dispuestos a ceder ni un ápice, ni a creer historias fantásticas de cambios milagrosos. Creemos que hay que hacer ver los gravísimos errores de la Prelatura para que se dejen de cometer todos los atropellos que se cometen. Nuestros ‘ataques’ a la Obra no son una venganza burda, nosotros decimos las cosas tal y como las vivimos para que alguien de dentro o de fuera con la potestad para hacerlo, haga los cambios necesarios para que se dejen de cometer las injusticias tan grandes que se cometen con las personas ahí dentro, y también para que con un poco de suerte, las personas que se piensan acercar a la Obra, de así decidirlo LIBREMENTE, sepan a lo que se atienen.

Me dicen algunas de dentro, de las que las directoras me envían de cuando en cuando para ver si me pueden convencer de que me calle, que las cosas han cambiado tanto que ni reconocería al Opus Dei que dejé. Yo no creo para nada que así sea. Lo que sí sé es que en la Obra enseñan a sus miembros a disfrazar, cubrir, disculpar y defender las miserias de ‘Casa’ siendo esto una obligación grave de cada uno. Por eso no me extraña que ahora, las que vienen a buscarme me cuenten unas historias que de ser ciertas, le doy mi palabra de honor que me darían una inmensa alegría. No es que ellas sean unas mentirosas. Es toda la maquinaria opusina la que las convence de que esas historias fantásticas son una realidad.

No dudo para nada, que ha habido algunos cambios, pero estos han sido mínimos y me da la impresión de que se han hecho para desviar un poco la atención del Vaticano hacia la Obra. Ha habido muchas acusaciones contra el Opus Dei que han llegado directamente al Papa, y este Pontífice no es como los anteriores. Francisco es un pastor que quiere llevar a la Iglesia de vuelta al Evangelio, y todos sabemos que en la Prelatura el Evangelio es un libro que se lee durante algunos minutos al día contados con cronómetro, también son versículos que se leen al inicio de cada círculo, pero eso es todo. Ni se entienden y mucho menos se viven.

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