Cambiar o no cambiar: he aquí la cuestión

Gervasio, 7/01/2019

            Como dejé la Obra hace más de treinta años, no sé muy bien si posteriormente, a lo largo de esos treinta y tantos años, ha cambiado mucho o poco: si sólo ha cambiado superficialmente o también en profundidad, si ha crecido o más bien, como la luna, se encuentra en fase menguante. Al respecto tengo versiones distintas y no coincidentes. Estas navidades esas dos versiones distintas y no coincidentes llegaron casualmente a mis oídos en el mismo día...

            Por la mañana hablé con un ex numerario, que abandonó la Obra hace mucho tiempo como yo; pero ese ex había almorzado, cenado o tomado unas cañas con un “vicario” o algo así; es decir, que venía a ser lo que antes llamábamos un “director de la delegación”. Un mandamás. Su versión era que dentro del Opus Dei estaba produciéndose una gran purificación-transformación, que se habían quemado —sí, hecho desaparecer— todos los vademecums y demás escritos de ese tipo, que cada uno podía hacer la charla con quien quisiera y por ahí p’adelante. Aparte de esto, reconocía que no había vocaciones.

            La otra versión me la proporcionó un numerario con el que almorcé ese mismo día. Decía —sin lamentarse por ello— que las cosas siguen como siempre, aunque con Ocáriz se percibe como más libertad en el sentido de menos indicaciones. Que efectivamente, si él no va a comer en casa, se lo dice al director y además lo consigna en una libreta, para que no haya olvido o dudas por parte del director en el momento de comunicar el número de comensales a la Administración. Pero eso no le parece un cambio. También entiende que hay un número grande de viejos. En líneas generales parece estar conforme con lo que hay, pero no percibe cambios. Afirma también que no hay vocaciones. En esto las dos versiones son concordantes.

Me quedé sin saber cuál de las dos opiniones es la más atendible. Para salir de mi perplejidad escribí a un a un numerario con el que tengo confianza, contándole las dos versiones. Sin pelos en la lengua, me respondió así:

Las cosas que, según contabas, dijo un vicario a un ex son falsas. En los directores de la Obra eso de jugar con la falta de información del otro para mentirle descaradamente en un patético intento de atraerlo... no es una novedad.

Siguen diciendo con quién tienes que hacer la charla, y eso me parece una gran violación de la intimidad y de la conciencia; a cualquiera que se le cuenta esa manera de actuar se echa las manos a la cabeza. Es verdad que si alguien se niega (conozco a uno que se negó hace tres años a que su director espiritual fuera por imposición uno a quien consideraba un mamarracho) no se le obliga, pero de ahí a que haya verdadera libertad de elección hay un abismo.

Van cambiando cosas pequeñas y nos alegramos mucho, pero quedan muchas más. Por eso quiero hablar con algún representante del Padre fiable, a quien le llegue mi voz. Sé que no va a servir para nada, pero sí me va a servir a mí a la hora de pensar que he hecho lo que he podido. Si le comento esas cosas a los directores de la delegación es como hablarle a la pared, son funcionarios que lo único que quieren es perpetuarse en el cargo. Jamás harán nada por cambiar nada... no vaya a ser que le cambien a él y le quiten el cargo. No se atreverían a tramitar un pensamiento crítico.

¿Qué hay pocas vocaciones y muchos viejos? Desde luego. El que lo quiera negar es idiota: yo he vivido con uno que habitualmente va de director a todo, que me decía que la Obra va mejor que nunca. También me decía lo mismo el director de la delegación en una conversación que me demostró que era idiota y que me tomaba a mí por más idiota todavía.

No me verás disculpar que eso ocurra, porque esos directores no le hacen ningún favor a nadie desempeñando ese oficio. Viven como marqueses en casas estupendas y no tienen ni idea de lo que es cuidar a un anciano (en las sedes de las delegaciones no los hay, ni enfermos tampoco); lo más que hacen es visitarte y decirte que ofrezcas tus molestias por las intenciones del Padre. No los disculpo porque ser directores es su trabajo profesional y tendrían que rendir en él, con iniciativa y con resultados. Otra cosa es un fraude.

Cualquiera en su trabajo tiene más agobio y peor sueldo. Bueno, ellos no tienen sueldo pero no lo necesitan porque mientras no metan la pata gozan de todas las comodidades que les proporcionaría un buen sueldo. Por eso no se equivocan, porque no hacen nada; como mucho se limitan a cumplir una serie de tópicos.

En fin, ya ves que no soy muy comprensivo, pero es que considero responsables a los directores a todos los niveles. Esto se ha ido de las manos. En mi delegación, están haciendo el curso de retiro estos días las vocaciones jóvenes (hasta la admisión), que son 7 para toda la delegación. Estadísticamente se puede comprobar que de ellos sólo quedará uno dentro de cinco años, lo que es totalmente insuficiente para reponer las bajas que se vayan produciendo por abandono o fallecimiento. Por mis cálculos, al Opus Dei le quedan como mucho 30 años.

Ya te contaré cómo van las cosas. Para mí es muy importante saber que hay más personas mayores dentro de la Obra descontentos con lo que hay y pidiendo un cambio. Como sabes, la comunicación entre nosotros sobre estos temas no se permite.

Y tras esta presentación del tema “cambiar o no cambiar”, animo a quienes han dejado hace poco la Obra y a quienes tienen datos y noticias de la situación del Opus Dei en tiempos recientes a que escriban en esta página aportando datos, informes y opiniones.

Gervasio