Lila :
En respuesta al artículo de Mulán "El espíritu del Opus Dei o se ha desvirtuado o no existe".
Tengo 50 años. Fui agregada desde los 18 a los 23. Soy consagrada desde hace 16 años, soy muy feliz, con penas y cruces -eso existe en cualquier vida y nos configura con Cristo- pero muy feliz. Escribo solamente para decir que no tienen nada que ver una persona consagrada y una agregada o numeraria. Quizá externamente algo o ni eso. Mi vida es tan distinta a la de una agregada que, después de haber vivido una cosa y la otra, no sería agregada ni aunque fuera lo único que pudiera hacer en este mundo para ser de Cristo. Si eso fuera así, preferiría hacer una "promesa privada" y vivir sola mi vida.
Expongo diferencias a grandes rasgos:
*No tengo que darle culto a ningún fundador.
*Vivo un estado de vida reconocido por la Iglesia, lo cual tiene muchas consecuencias. Soy una consagrada, lo pone la partida de bautismo y está recogido en los archivos de la diócesis.
*No tengo que pedir permiso para todo. Organizo mi vida incluyendo profesión, oración, Eucaristía, obligaciones familiares, descanso, servicio eclesial y desarrollo de carismas, con sentido común, en conversación con un director espiritual, pero no decide él sino yo.
*Estoy inmersa en la Iglesia, me muevo por sus instituciones libremente si lo deseo, la respeto y sobre todo LA CONOZCO. Para las personas del opus la Iglesia es algo extraño a lo cual no tienen acceso. Viven ellos juntos alrededor de su mesa camilla (vivan o no en la misma casa).
*Siento que Jesús está conmigo y que Él cuida de mí y conduce y guía mi vida, no ningún padre ni ninguna directora o celadora.
*No tengo que sacar adelante actividades que me son extrañas porque no he decidido yo. Intento desarrollar mis carismas personales y dejarme llevar por el Espíritu.
*No tengo que buscar vocaciones, lo contrario me desagradaba muchísimo cuando estaba en el Opus Dei. Me relaciono con las personas y respeto el camino de cada uno.
*No tengo que examinar continuamente qué hago mal.
*No tengo que examinar una lista de mortificaciones, bastantes mortificaciones trae ya la vida sola.
*No tengo que dar cuenta de todo lo que hago. Hablo una vez al mes con un sacerdote. Hablo de lo esencial, no de si llegué un minuto tarde a misa.
*Voy a actividades que busco en la Iglesia y que me ayudan a crecer. Si encuentro un retiro que me ayuda, voy. Si no me ayuda, busco otro.
*Informo una vez al año en el obispado de la vida que llevo, lo hago libremente, no me lo pide nadie, lo hago porque entiendo que deben saberlo y ello me hace sentirme Iglesia.
*Vivo con paz y gratitud, no agobiada porque tengo mil cosas y no llego.
*Mi familia ve mi vida y está contenta.
*Hago oración y voy a misa diariamente pero si un rezo determinado me resulta vacuo y me agobia, no lo hago y sigo mi vida feliz.
*Vivo mi consagración porque Cristo me ha seducido, no porque un día me convencieron de que tenía vocación y de que tenía que responder.
Ahora mismo no se me ocurre nada más. Creo que cualquiera que haya sido agregada o numeraria verá que no hay color. Ésta es mi experiencia y mi humilde testimonio. Gracias por todo.
Lila
Publicado el Monday, 21 January 2019
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