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 Tus escritos: Sobre el proselitismo.- Gervasio

050. Proselitismo, vocación
gervasio :

Sobre el proselitismo

Gervasio, 22/05/2019

 

El tema del “proselitismo”, del que ha hablado el Papa Francisco, a mi modo de ver, en el Opus Dei se ha cerrado en falso. Se ha cerrado en falso, porque la advertencia del Papa se ha manipulado, como si lo que estuviera en juego fuese un asunto meramente terminológico. A partir de ahora ya no se hace proselitismo, sino apostolado. Y con ese cambio de nombre se considera que ya está desfecho el entuerto. Algo así como pretender solucionar los hándicaps de los que carecen del sentido de la vista, llamándolos invidentes en vez de ciegos. Desaparecen sí los ciegos, pero sólo nominalmente; no sus problemas...



Los cambios terminológicos  eran un recurso, muy de la época del fundador, para ocultar cualquier deficiencia. Para que no nos tomasen por religiosos, ni nos considerásemos a nosotros mismos religiosos, el silencio menor pasó a denominarse tiempo de silencio de la tarde; los superiores se convirtieron en directores; los oblatos, en agregados; se eliminó y prohibió la palabra discreción y por ahí p’alante. Hasta se inventó la figura de las prelaturas personales. ¡Qué parto y cuánto encomendar! Con los nuevos estatutos los consiliarios se convirtieron en vicarios y comenzó a aparecer la palabra vicario para designar cualquier cargo —tenga naturaleza vicaria o no—, salvo los de la sección femenina, porque lo de vicaria suena fatal. Eufemismo. Pero vámonos al grano, furúnculo o divieso, que me estoy divirtiendo demasiado.

Al Opus Dei le ha salido efectivamente un furúnculo, grano o divieso nada menos que en el mismísimo proselitismo. Qué lugar tan incómodo. Dígase apostolado o proselitismo, el caso es que hay escasas vocaciones. Me lo hacía notar hace poco un numerario con estas palabras:

— El tema de las vocaciones de gente joven sigue siendo un problema y se reconoce así en círculos y tertulias. Aunque se hable pocas veces de eso, ya no se niega.

Por ahí se empieza. Hay que reconocer las problemas cuando las hay; no negar su existencia. ¿Qué estará pasando? ¿Por qué no pitan? Aquí hay grano, furúnculo, divieso o quizá un golondrino. De poco vale consolarse argumentando que peor es la situación en otras instituciones eclesiásticas, como órdenes y congregaciones religiosas, sociedades de vida apostólica o seminarios. Hay quien se alivia comparándose con los religiosos, porque le permite incluso dar pábulo a cierto triunfalismo y auto-complacencia. A ellos les pitan menos todavía. Como siempre, a mirarse en el espejo de los religiosos como término de comparación. ¡Qué contradicción! ¿Por qué compararse con ellos, si no somos unos religiosos más?

Pero vayamos al divieso, grano, golondrino, absceso o lo que sea, de una vez. Me comentaba el numerario antedicho:

—Tengo mi teoría sobre la labor de san Rafael y el proselitismo. Ha habido una época de mucho auge en los clubes donde se hacían actividades muy exclusivas y muy atractivas para los chavales. Eran un engaño en la práctica. Los chicos se lo pasaban bien y de alguna manera pensaban que ser de la Obra era divertirse mucho con excursiones de esquí o cursos de inglés en el extranjero, por ejemplo. Cuando pitaban y veían en la práctica en qué consistía exactamente ser del Opus Dei, no perseveraban. Actualmente hay muchas entidades de todo tipo que organizan actividades similares a las de los clubes, así que ni siquiera ya resultan tan atractivas, ni hay exclusividad. Esas actividades las encuentras en cualquier parte.

Más que encontrarnos ante la causa del porqué no hay vocaciones, me parece que nos encontramos ante el síntoma de un planteamiento equivocado en torno al nacimiento de las vocaciones. En el Reglamento de 1941 el fundador escribió: El espíritu de la Obra es que sus socios varones ocupen cargos oficiales (Espíritu, artículo 28). Como en aquella época las mujeres estaban excluidas de la generalidad de los cargos oficiales, vamos a pasar por alto ese detalle machista, para fijarnos en algo que ciertamente no era propio de los religiosos: la ocupación de cargos oficiales. Jamás el fundador hubiese escrito: El espíritu de la Obra es que sus socios se dediquen a promover instituciones de segunda enseñanza y clubs para niños. Es nuestro modo ordinario de captar adeptos. Eso ya lo hacían y hacen muchas órdenes y congregaciones religiosas dedicadas  a la enseñanza e incluso muchas que no tienen por finalidad institucional la enseñanza.

Las instituciones eclesiásticas —aparte de promover la santidad de sus miembros— tienen alguna o algunas finalidades específicas. Si la finalidad consiste en atender a ancianos desamparados —pongamos por caso—, la falta de vocaciones conllevará que muchos ancianos no podrán ser atendidos debidamente. Si ya se ocupan de ellos otras instituciones pertenecientes a la estructura estatal, la carencia de vocaciones no importa demasiado. En caso de que una determinada finalidad se torne obsoleta, como sucedió con la de redimir cautivos, la razón de ser de la vocación desaparece. Habrá que buscar un fin corporativo distinto del de redimir cautivos.

Según sus estatutos de 1982 (1§2) La Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei se propone la santificación de sus fieles, “según su específica espiritualidad” y “según las normas de su Derecho particular”. El artículo 1§1 Régimen del Reglamento de 1941 era más genérico todavía: El Opus Dei busca la santificación de sus miembros y la salvación de las almas. La salvación de las almas —la salus animarum— es nada menos que el fin de la Iglesia y de su estructura organizativa. Casi nada. En los estatutos de 1982 ese fin tan genérico queda restringido y limitado a buscar la santidad “conforme a la específica espiritualidad del Opus Dei” y “según las normas de su Derecho particular”.

En suma, el fin del Opus Dei es o se ha convertido en captar adeptos para la Obra de Escrivá, pues era él quien poseía el espíritu del Opus Dei y el que estableció, entre otras cosas, que se rezase el salmo dos los martes. El Opus Dei no busca que las personas se hagan santas de cualquier manera, sino que lo hagan conforme a la específica espiritualidad del Opus Dei y según las normas de su Derecho particular. Es decir, tienen que rezar el salmo dos los martes, por expresarlo de alguna manera, y ponerse al dictado y servicio de los superiores del Opus Dei. Si no es así, la salvación de las almas de esas personas deja de interesar. Ahí está, a mi modo de ver, la raíz del furúnculo, divieso, absceso o grano en cuestión. Adoptar como finalidad específica que la gente se haga de la Obra, paradójicamente genera que escaseen las vocaciones, al resultar poco atractivo hacerse de la Obra. Se practica el pitaje por el pitaje. Es el arte por el arte. Ars gratia artis, como proclama el león de la Metro Goldwyn Mayer. Es el dinero por el dinero, como sucede con el avaro, para quien el dinero no es un medio para conseguir algo, sino un fin en sí mismo: acumular dinero. Lograr nuevos miembros se eleva a la categoría de fin en sí mismo y por sí mismo. Si no pasáis por mi cabeza y por mi corazón no podéis encontrar a Cristo, decía el fundador. Debe de ser que estábamos muy necesitados de eso. De modo que a rezar el salmo dos los martes.

Todo queda supeditado a la consecución de ese objetivo. Si para conseguirlo hay que montar clubs de niños, se montan clubs de niños; si hay que dedicarse a la enseñanza secundaria, se montan colegios de segunda enseñanza; si los ya viejos han de sumarse a los jóvenes en esas tareas, adelante con los faroles. Y así van las cosas. Se hicieron y se continúan haciendo muchas tonterías. Si no hay vocaciones no es porque se hace poco proselitismo, sino porque se hace proselitismo.

Resulta poco atractivo ser monja o ser fraile para la generalidad de los jóvenes de hoy. No suelen verle sentido. También resulta poco atractivo ser numerario o agregado o supernumerario. Este último con la responsabilidad de tener muchos hijos, para que en su día se hagan numerarios. No suelen verle sentido.

No es que reivindique aquellos tiempos en los que lo que se proponía era el llamado apostolado de penetración; un apostolado que, al exigir desarrollar y estar inmerso en actividades seculares, era y es un campo vedado a los religiosos. No pretendo reivindicar o aprobar cómo se llevó a cabo en España ese apostolado de penetración. Lo que deseo resaltar es que ser numerario o supernumerario tenía el atractivo y novedad de la búsqueda de la santidad y de vocaciones en medio del mundo y de las actividades seculares, en actividades propias de laicos. De ahí que el Opus Dei se configurase como un instituto secular. La tarea de los laicos del Opus Dei no consistía en cooperar orgánicamente con unos clérigos constituidos en prelatura personal. Las tareas de los clérigos no son tareas seculares, tareas propias de laicos. Resulta poco atractivo ponerse sin más al servicio de unos sacerdotes que se auto-denominan  vicarios para lo que tengan por oportuno mandar; y encima hay que creerse que uno se dedica a actividades laicales.

Gervasio




Publicado el Wednesday, 22 May 2019



 
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