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 Correos: Una señal de Dios para la Iglesia - sobre Guadalupe Ortiz.- Eugénia Tomaz

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Eugénia Tomaz :

¡Hola a todos!

Creo que esta web debería hacer una inversión y explorar mucho más el carisma fundacional de la institución laical Opus Dei. Parece que esto es lo que Dios quiere decir con una beatificación. Le doy algunas pistas, importantes, en el texto que envío a continuación y que podrá tener mucho más impacto en cuanto a las finalidades de esta web. Espero abrir precedentes para comprender mejor las vicisitudes históricas que nos ha afectado a tantos de nosotros. Si Guadalupe hubiera tenido una vida común, como afirman, entonces cualquier cristiano laico puede ser admitido en la Prelatura, lo que no sucede. De igual modo, si la vida de las personas del Opus Dei fuese común ningún miembro sería presionado a salir de la institución. Es esta contradicción que hay que aclarar en la Iglesia. En efecto, cuando se admite en la institución laical Opus Dei no nos pasa por la cabeza que Josemaría Escrivá recuperó para la Iglesia Católica el diaconado permanente, no ordenado, siendo ésta la “vocación específica” exigida a sus miembros. La lectura es, por lo tanto, otra. Esta es la perspectiva que nunca ha sido explorada.

¡Gaudete et exultate!

Eugénia Tomaz

Ps: Utilizo el google traductor

UNA SEÑAL DE DIOS PARA LA IGLESIA

Beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri numeraria del Opus Dei

 

De nuevo la Iglesia centra las atenciones en la institución laical Opus Dei al proclamar beata, el 18 de mayo, una de las primeras numerarias, la española Guadalupe Ortiz de Landázuri. Con el reconocimiento de las virtudes heroicas de Guadalupe su vida será difundida como un ejemplo a seguir...



Se revaloriza así el interés (o la polémica) sobre la especificidad de esta institución. En la primera biografía publicada sobre Guadalupe Ortiz (2001)1 se le atribuye el perfil de pionera en la expansión del Opus Dei y el de hija predilecta del fundador, el sacerdote Josemaría Escrivá. Por la estrecha colaboración que tuvieron es considerada su brazo derecho en la expansión del movimiento en España (1944-1950, 1960-1975) y, sobre todo, en México (1950-1956). Y por qué ambos fallecieron en el mismo año, con apenas veinte días de diferencia, Guadalupe será beatificada en Madrid, también en mayo, en fecha muy próxima a la beatificación del fundador, el 17 de mayo de 1992. Hija de padre militar, mucho de su fuerte personalidad la desarrolló en el seno de una familia católica, en la exigencia de las virtudes castrenses y, también, en la adaptación a los constantes cambios de casa y de país siempre que el padre era destacado en servicio. De igual modo, la Guerra Civil de España, el fusilamiento del padre y las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial, en la escasez de bienes esenciales, probaron y marcaron su carácter. Esta base educativa y de prueba la hizo apta para comprender el alcance de lo que le fue propuesto por el sacerdote Josemaría Escrivá, al ser admitida en el entonces incipiente movimiento laical Opus Dei, en 1944.

Guadalupe Ortiz de Landázuri tuvo una vida fuera de lo común. Hizo parte del núcleo de mujeres pioneras, numerarias, formadas directamente por el fundador del Opus Dei, que les ofreció una sólida formación humana, doctrinal y teológica tal como lo hizo con la sección masculina. Los pilares de la formación, basados en la amplia tradición paulina y patrística,2 consistieron en la comprensión, en cierto modo visionaria, escatológica, de que el sacramento del bautismo inserta a cada cristiano en el dinamismo de la nueva creación por la filiación divina (hijos en el Hijo). El acontecimiento nuclear de esta transformación cósmica lo vio claramente el fundador el 7 de agosto de 1931, Fiesta litúrgica de la Transfiguración del Señor: «Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a Mí» (Jn 12, 32). El efecto cósmico de la Redención adquiere forma a través de la llamada universal a la santidad: «Hasta la creación se encuentra en expectativa ansiosa, aguardando la revelación de los hijos de Dios» (Rm 8, 19). Es en este contexto que el sacerdote Josemaría Escrivá propone al núcleo de los pioneros, hombres y mujeres, la plena identificación con Cristo, perfecto Dios y perfecto Hombre. En muchas de sus homilías era recurrente oírle decir: «Tenemos que ser, cada uno de nosotros, alter Christus, ipse Christus, otro Cristo, el mismo Cristo.»3

Siendo Guadalupe formada en Química le fue particularmente fácil entender las repercusiones que la coherencia de la vida cristiana tendría en la transfiguración de la materia, potenciada por la Redención de Jesucristo. Su formación académica y el trabajo profesional le permitieron contextualizarse en esta vocación a la santidad y corresponder a los desafíos propuestos por el fundador del Opus Dei. Los primeros veinte años de este movimiento laical (de 1928 a 1950-52) consistieron en una intensa tarea formativa dirigida, prioritariamente, a jóvenes universitarios de ambos sexos y en vida de celibato. Escrivá les preparó para dirigir Centros de formación, ellos mismos, como directores espirituales, encargados de la formación continua de las nuevas vocaciones de laicos. Supo inculcar en los pioneros la plena vivencia del sacerdocio común laical, por la consagración bautismal, unido al sacerdocio ministerial. Así lo afirmó, a sacerdotes y laicos, en una de sus bellas homilías: «El cristiano sabe que está injertado en Cristo por el Bautismo; habilitado a luchar por Cristo por la Confirmación; llamado a actuar en el mundo por la participación que tiene en la función real, profética y sacerdotal de Cristo; hecho una sola cosa con Cristo por la Eucaristía, Sacramento de unidad y de amor. Por eso, tal como Cristo, ha de volver a los demás hombres, mirando con amor a todos y cada uno de los que lo rodean, a la humanidad entera.»4 Guadalupe entendió este espíritu y lo vivió en la perfección. Por eso, aceptó desempeñar sucesivos cargos apostólicos en la dirección de Centros universitarios, en España y en México, ofreciendo sólida formación a las residentes universitarias; que gestiona la administración de esos Centros y se pone a disposición como directora espiritual de universitarias (numerarias), de campesinas mexicanas (numerarias auxiliares) y, a partir de 1950, también de mujeres casadas (supernumerarias y cooperadoras). Todo esto como parte integrante de los apostolados específicos del Opus Dei que el fundador le atribuyó.

Podemos percibir entonces el alcance de la beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri en una época en que se debate en la Iglesia la recuperación del diaconado femenino. Al fijar la mirada, con redoblada atención, en los inicios del entonces movimiento laical Opus Dei se ve, con claridad, que se trata de un diaconado permanente, de hombres y de mujeres, por la consagración bautismal. Centrado en los primeros siglos del cristianismo, Escrivá hizo por recuperar en la Iglesia un ministerio que es esencialmente laical y que –según algunos historiadores- existió en las comunidades cristianas de los primeros siglos, con mayor relieve en el Oriente cristiano. En las recientes afirmaciones del Papa Francisco a uno de los periodistas en el vuelo de regreso de Macedonia Norte-Roma, la cuestión del diaconado femenino no está aún aclarada porque entre los investigadores los pareceres difieren. El núcleo de la cuestión consiste en aclarar si el diaconado femenino permanente era considerado una ordenación sacramental. Si lo era, entonces la mujer diácono pasaba a ser también clérigo, dependiendo directamente del Obispo que la había ordenado. Se daría entonces un cambio ontológico que marcaría la distinción entre la persona ordenada y la no ordenada. Esta es la conclusión del estudio, por ejemplo, de la teóloga Phylis Zagano, que integró a la Comisión nombrada por el Papa Francisco e invitada por la UCL para una conferencia sobre el tema, en asociación con el P. Bernad Pottier, también él miembro de dicha Comisión.5

Desde los inicios que el fundador del Opus Dei tuvo un discernimiento claro sobre el diaconado permanente de hombres y mujeres, por comunicación infusa de Dios, el 28 de octubre de 1928. Sabía que el Bautismo es la consagración por excelencia para todos los cristianos y que es en este sacramento que se da el cambio ontológico, en todos: laicos, sacerdotes, obispos, religiosos, consagrados. Tal como el Papa Francisco afirmó en una carta dirigida al cardenal Marc Ouellet, el 19 de marzo de 2016, denunciando el clericalismo en la Iglesia: «(...) todos hacemos nuestro ingreso en la Iglesia como laicos. El primer sacramento, que sella para siempre nuestra identidad, y del que deberíamos ser siempre orgullosos, es el Bautismo. A través de él y con la unción del Espíritu Santo, (los fieles) "se consagran para ser edificio espiritual y sacerdocio santo" (Lumen gentium, 10). Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro Bautismo. Nadie fue bautizado sacerdote ni obispo. Nos bautizaron laicos y es el signo indeleble que jamás podrá ser cancelado. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite de sacerdotes, consagrados, obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios.»6 Por inspiración divina, esta es la línea de orientación que estuvo en la base de la fundación del Opus Dei. Por eso, el sacerdote Josemaría Escrivá no aceptó con agrado el reconocimiento jurídico del Opus Dei, en 1947-50, por el Papa Pío XII, como instituto secular y dependiente de la Congregación para los Religiosos. Rechazó la connotación con los religiosos, así como la necesidad de que los miembros en vida de celibato tuvieran que profesar votos. También se afirmó siempre anti-clerical. La pista, para entender lo que de hecho pretendía Escrivá, se encuentra en el estudio teológico-jurídico que realizó sobre la Abadesa de las Huelgas, publicado en 1944 y reeditado en 1975: «Es una investigación penetrante sobre el caso extraordinario de jurisdicción casi en el estudio realizado por la teóloga Phylis Zagano sobre la mujer diácono, que se refiere a la Abadessa del famoso Monasterio de las Huelgas cerca de Burgos (España), a partir de fuentes y documentos originales.»7 Este caso extraordinario de la Abadessa se menciona también en el estudio realizado por la teóloga Phylis Zagano sobre la mujer diácono.8

Fue el Papa Juan Pablo II quien, en 1982, decidió erigir el Opus Dei en Prelatura personal, internacional, reconociéndolo como institución esencialmente laical. Con esta nueva configuración jurídica los miembros pasaron a depender de la Congregación para los Obispos. Siendo el Opus Dei una institución laical por qué no quedó dependiente del Pontificio Consejo para los Laicos, instituido por el Papa Pablo VI, el 10 de diciembre de 1976, a través del Motu propio Apostolatus per agendi? La respuesta es simple: porque el diaconado permanente depende directamente de los obispos, sea en Oriente como en Occidente. Esta es la "vocación específica" exigida para ser admitido en el Opus Dei. Es por esto que los sacerdotes incardinados en la Prelatura, venidos de las filas de los numerarios y agregados a invitación del Prelado, no lo son por vocación, sino por encargo apostólico. Es decir, ser sacerdote en el Opus Dei es un cargo apostólico porque Josemaría Escrivá entendió que no se da cambio ontológico frente a los no-ordenados. Para el fundador y para Juan Pablo II este diaconado permanente de hombres y mujeres tiene la misión de establecer puentes entre la jerarquía de la Iglesia y el Pueblo de Dios al estar aptos para proporcionar una sólida formación humana, doctrinal y teológica en todas las diócesis y sus parroquias del mundo.

Un secreto bien guardado, que Dios está haciendo patente a través de la canonización de San Josemaría Escrivá, de la beatificación de su primer sucesor D. Alvaro del Portillo y, ahora, la beatificación de la numeraria Guadalupe Ortiz de Landázuri. Pero, ante las vicisitudes históricas que siempre corrompen los carismas fundacionales, San Josemaría dejó una alerta a los miembros de la institución: «Porque todos somos hombres y todos hijos de Dios, no podemos concebir nuestra vida como la laboriosa preparación de un brillante currículum, una admirable carrera. Todos nos hemos de sentir solidarios y, en el orden de la gracia, estamos unidos por los lazos sobrenaturales de la Comunión de los santos.»9 Se opone aquí a la mentalidad gnóstica y pelagiana y al riesgo de que esto ocurriera en el Opus Dei.

Por cierto, continuando su misión en el Cielo, Guadalupe Ortiz ayudará a reconstruir lo que está dañado en la institución, a semejanza de lo que realizó en México con las antiguas haciendas de azucar, La Gavia, Tenango y Montefalco.10 Las levantó de las ruinas con la misma convicción del profeta Isaías: «Serás como un jardín bien regado, como una fuente de aguas inagotables. Reconstruirás ruinas antiguas, levantarás sobre antiguas fundaciones.» El genio femenino siempre se ha destacado y actuado en las épocas de gran crisis de la Iglesia... y parece seguir siendo esta la lógica de Dios para la crisis actual.

 

(1) Ver Eguibar Galarza M.,Guadalupe Ortiz de Landázuri -Trabajo, amistad y buen humor. EdicionesPalabra, Madrid, segunda edición, 2001.

(2)Véase Escrivá, J., Amigos de Deus, homilias, DIEL Editora, Lisboa 2010, 4ª edição; Cristo que passa, homilias, Editorial Rei dos Livros, Lisboa, 1983, 3ª edição.

(3)Escrivá, J., Cristo que passa, homilias, nn. 11, 96, 105, 106, 183; Forja, n. 74.

 (4) ESCRIVÁ, J., Cristo que passa, n. 106

(5)Cfr. Conferencia en la UCL, Mulheres diáconos: Passado, presente, futuro, con Phyllis Zagano y P. Bernard Pottier, 10 de abril de 2019; Macy, G., T. Ditewing, W., Zagano, P., Mulheres diáconos. Passado, presente, futuro. Editora Paulinas, Prior Velho, 2019.

(6) http://w2.vatican.va/content/francesco/es/letters/2016/documents/papa-francesco_20160319_pont-comm-america-latina.html

(7)LeTourneau, D., O Opus Dei, Editora Rei dos Livros, 1985, 2ª edição, p. 108.

(8)Macy, G., T. Ditewing, W., Zagano, P., op. cit., p. 134.

(9)Escrivá, J., Amigos de Dios, homilías, op. cit., n. 76.

(10)Cfr. EGUÍBAR GALARZA, M., op. cit., pp. 173-187.

(11)Is 57, 11-12.

 

Eugénia Tomaz

13 de mayo de 2019




Publicado el Friday, 24 May 2019



 
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