Antes de enderezar mi escrito, dejadme enarbolar un pequeño acto de desagravio a Brage/Navas, nuestro “director” favorito de la cosa, por los que no han entendido la ironía de su escrito y lo han leído/interpretado literalmente. En fin. Como dijo hace poco Orange, sonrían, por favor. Si perdemos en Opuslibros el sentido del humor, nos ponemos a su altura, a la de la AOP, es decir, a la del betún.

Y a propósito de betún, hay en el Lado Oscuro, en mi opinión, tres grandes creencias que, imagino con buena intención, o no, confunden y hacen mucho daño a la gente que se acerca a su mal llamada “dirección espiritual”, que tiene mucho más de lo primero que de lo segundo. Voy a intentar explicarlo...

Se trata de - Las charlas doctrinales - La repetición mecánica de normas, con sus pelagiana contabilidad incluida - El empastillamiento como recurso psiquiátrico Las última proclama un profundo desconocimiento del cuerpo-mente, la segunda del alma; la primera va en contra, directamente, del Espíritu Santo. Que una dizque organización “espiritual” use solo la psiquiatría mecánica de la química empastilladora para “solucionar” los entuertos que su mismo carisma crea es, amigos, de traca. Tendrán que dar cuenta de ello en el Alto Tribunal de la Haya celeste donde se haya de juzgar este tipo de maltrato genocida. Es increíble que asumiendo (¡al menos en teoría!) la dimensión espiritual de lo humano, reduzca a éste a un conjunto de enzimas regulables (o maniatables, más bien) con pócimas artificiales, verdaderas camisas de fuerza para el alma, que atemperan el síntoma pero no bucean en la causa; en vez de profundizar, con otras técnicas, otras escuelas, otros caminos de indagación en las profundidades de esas almas enfermas que tienen que cuidar por ser suyas, almas que se han entregado a la Obra con confianza en un camino de búsqueda espiritual y que ahora se ven atenazadas en la cárcel de un régimen empastillador que las reduce a condición de guiñapos, humana y espiritualmente.

Ejemplos no faltan de otras técnicas, otras escuelas, ahí tienen la psicología integral (Assagioli, Ken Wilber) o las reflexiones de Drewermann, experto terapeuta de clérigos católicos. La escuela integral (Ramón Rosal, entre otros, por citar a un maestro que escribe en OL) se ha demostrado muy válida para los buscadores religiosos que se topan con verdaderas dificultades (noche oscura incluida) en su camino de indagación interior.

Todos sabemos por qué obran así, es obvio: si abrieran esa espita tendría que ponerse el mismo Padre de rodillas y pedir perdón a todos los enfermos que han cultivado a fuerza de hacerles confundir el ser con el hacer, la praxis con la teoría. Lo que dicen con lo que hacen. En una psicoterapia de otro tipo, en muchos casos, la indagación pondría el foco del problema de ese enfermo, del sufrimiento de esa persona en la propia praxis cotidiana de la Secta. Y claro, eso no puede ser: La Obra es perfecta, son los miembros los que obran mal y, con sus errores, con su falta de entrega, caen en esas simas de depresión y amargura. Mejor tener a todo el mundo empastillado con el soma opusiano en una versión patética y atroz, más atroz aún, que la que describe Huxley en su Brave new world (Un mundo feliz). Huxley, que profundizó tanto en la conciencia y en lo humano (y por tanto en lo divino) gracias a las enseñanzas de Khrisnamurti. Me dejó cautivado su libro Sobre la divinidad (ed. Kairos), en el que se ve claramente la huella de su sabio maestro. Magnífica lectura de vacaciones. Ojalá muchos IN lo lleven escondido en sus tabletas y lectores electrónicos para bienllevar el tedio del curso anual, aunque luego les riña Brage.

El segundo demonio terrible de esta secta es su creencia en que la repetición continuada y mecánica de actos y normas piadosas, más su contabilización diaria y evacuación semanal en la charla, es un camino de santificación personal. Amén del pelagianismo de la fórmula, ya condenado por el papa, he sostenido ya antes que es la perfecta sustitución en la Obra escribariana de la fe por la piedad. En vez de profundizar en la llamada evangélica e indagar en la esencia profunda y universal del cristianismo, queda este reducido a una caricatura de eventos diarios que, por decirlo con palabras del Fundador, se concretan en la famosa “tragedia de la mantequilla”. No voy a recurrir al chiste de Peridis cuando ilustró su personal Camino, pero es muy patético que gente con carrera, o con hijos, y con una entrega totalizante reduzca la visión del evangelio y su misión sobre la tierra a una ejecución mecánica y narcisista de “normas”. Si al menos la meditación que dicen practicar durante una hora diaria fuera verdadera indagación interior… sumergirse en el Silencio y quedarse a la Escucha… Otro gallo les cantaría. Lástima que los IN que nos leen desde dentro no sepan siquiera de lo que estoy hablando.

Y el tercer diablo, este meridiano, verdadero pecado contra el espíritu, o sea, de los que no se perdonan, es la creencia, absurda, farisaica, indigna, de que la “formación” a base de charlas y charlas y círculos y meditaciones y venga charlas, haya cambiado alguna vez en algún lugar el corazón de una sola persona. Ese voluntarismo que reduce la condición humana a un psiquismo robotizado que se dejase programar es un insulto a la inteligencia, un desconocimiento profundo de lo humano y un empezar la casa por el tejado que nunca ha traído nada bueno a este planeta. El corazón del ser humano se trasforma cuando hay una conversión interior, una metanoia, cuando se experimenta lo real y uno “cae en la cuenta” de algo inmenso que se abre camino más allá de las apariencias y que nos llama a un encuentro aquí y ahora y a un camino sin meta que es pura trasparencia, como el poema de Juan Ramón Jiménez. El dirigismo es a corto plazo sensacional, puede dar mucho fruto, ser muy útil para conseguir metas concretas, quién lo duda, ahí está el nazismo o el comunismo, pero solo sirve para crear ejércitos de autómatas. Nunca para formar hombres y mujeres libres que buscan a Dios que, si algo es y se deja reducir a lenguaje, es Amor. No Doctrina.

Ramana