LOS TRES NUMERARIOS DEL MYSTIC RIVER

Pinsapo

Historia que refunde varios hechos reales.

1.- Tres numerarios hermanos se llevaban un año de diferencia, e iban pitando al cumplir catorce años y medio. Pertenecían a una familia numerosa con padres supernumerarios, integrados en colegios y clubs de la obra. Todas sus vacaciones las pasaban en actividades del club juvenil. A los tres les decían que no dijeran a sus padres nada del pitaje, ni hablaran nada de vocación con sus hermanos, siendo ellos de la obra. Se inculca desde jóvenes el ocultamiento, la doblez, el engaño...

Al mayor Jaime, las dificultades escolares aumentaron su presión emocional, factor estresor desencadenante del brote de esquizofrenia que se cronificó con el tiempo. Ello le impidió hacer la oblación. Tras veinte años sin poder desarrollar actividad laboral, fue incapacitado legalmente para trabajar. En los tres años como numerario llevó una incesante labor proselitista por su desparpajo y simpatía, logrando más de diez vocaciones de amigos y compañeros de estudios, de los cuales permanecen un tercio de ellos, algunos como sacerdotes numerarios. Vive anclado en el pasado, con una fenomenal memoria selectiva que tiene frescos recuerdos adolescentes de hace más de 35 años, reviviendo ese pasado sueña con volver a ser ese niño adolescente e inocente, ya su madurez no es más que una pesadilla.

El segundo Miguel estuvo unos cuantos años más como numerario, hasta el cuarto curso universitario. Su carácter abierto le hizo disfrutar en exceso de las relaciones sociales, con las habituales salidas nocturnas con los compañeros del Colegio Mayor, disfrutando de la magia de la noche sevillana en los locales de moda. Siendo inevitable cultivar la inocente compañía de amistades femeninas, pronto le señalaron la puerta de salida. Era un tipo listo y bien relacionado, con lo que cuando encontró la estabilidad profesional y económica, tras formar una bonita familia, pronto volvió al redil como supernumerario.

Rafa es el tercer hermano, introvertido y poco proselitista, con un gran sentido estoico que le hizo permanecer a disgusto durante largos años como numerario, obediente a los continuos traslados de centro. Al poco de pitar, el director-mentor al que le debía obediencia, le enseñó un objeto metálico con púas afiladas. Le explica cómo se pone en la pierna, su uso diario, que hay que apretar fuerte el lazo hasta que duela. Rafa con 14 años pregunta: “supongo que se pondrá con las puntas para fuera para que no pinche, ¿no?, ya que es pecado autolesionarse. Carcajadas del numerario senior. No, no es pecado. Y esto tampoco: enseña un pequeño látigo con hierros de plomo en los extremos. Cuando te vayas golpeando en el culo, se ira formando un cayo y dejarás de sangrar.

Mi hijo de 14 años es pura alegría, inocencia y felicidad. Sus ojos chispeantes contrastan con su incipiente bigote adolescente. Conectado en este confinamiento con sus amistades por redes sociales, hace unos días ya ha podido salir a la calle con su grupo de amigos y amigas. ¿A qué monstruo se le ocurriría obligarle a darse latigazos en el culo? ¿A qué enfermo se le podía pasar por la cabeza herirse en la pierna, provocarle infecciones? ¿A qué abusador se le podía también ocurrir de cargar su conciencia de la necesidad de esas torturas para frenar las pasiones de la carne? ¿Qué visión tan enfermiza podría torturar la mente de un chico que se abre a la vida, descubre la atracción a las chicas y se forma como hombre y como cristiano con libertad?

2.- Mystic River es una historia llevada al cine por Clint Eastwood que disecciona la conducta humana a través de la vida de tres amigos que siendo adolescentes, cuando jugaban en una calle de Boston, ven como secuestran a uno de ellos del que abusan durante días hasta que escapa. Tal experiencia causó a Dave un profundo trastorno psicológico, que se adivina en su mirada triste y porte depresivo. Siendo ya adultos, asesinan a la hija de Jimmy, que sospecha de Dave y le somete a presión para confesar, a lo que accede reconociendo un crimen que no cometió. Jimmy lo acuchilla y tira el cuerpo al Mystic River. El tercer amigo es policía (Kevin Bacon), que demasiado tarde informa a Jimmy de la detención del asesino de su hija, preguntándole dónde puede encontrar a Dave para comunicárselo, dado que fue investigado como sospechoso.

Se queda blanco Jimmy, que acaba de matar al amigo a quien en realidad arrebataron su juventud y su vida el día que le secuestraron. Dime Jimmy, ¿Cuándo fue la última vez que viste a Dave? Suspira y responde: “la última vez que lo vi fue hace 25 años, subiendo la calle en aquel coche. Gracias por encontrar al asesino, pero ya es un poco tarde.” Y el policía: “a veces creo que los tres subimos a aquel coche, y que nuestra vida ha sido un sueño. En realidad aun somos niños encerrados en un sótano, imaginando nuestra vida si hubiéramos escapado.” Lo que quedó vagando durante años fue un fantasma: el chico lleno de vida y alegre murió en el cruel secuestro.

Rafa repitió el mismo error en su vida: aguantar como numerario largos años, y aguantar luego un tiempo parecido un tormento de matrimonio. Precipitadamente se casó por la ilusión de formar una familia, tener un hogar propio. Pero se equivocó eligiendo una compañera incompatible. Carácter totalmente opuesto al suyo. Agrios y continuos desencuentros. Hogar sin amor. Hijos sufriendo. La raíz del fracaso matrimonial fue su inmadurez afectiva. El error de casarse con la primera novia que tuvo al salir de numerario, sin previa experiencia en la adolescencia. Ausencia del debido periodo de discernimiento, por tan corto y ciego noviazgo, con sus fulgores y destellos. Y por un absurdo sentido del deber se vio “obligado” al matrimonio. Casarse para encapsular una mera ilusión, pretendiendo así restañar un alma rota, confundido por el anhelo de la madre perdida. Recién aterrizado de otro planeta, se lanzó al vacío sin pasar por el periodo de normalización que le hubiera permitido acertar con la elección. La esposa buscaba otro tipo de amor, decepcionada por unas rarezas inesperadas.

Alma rota por doble partida. Solo tras una seria toma de conciencia, entiende lo que le ha sucedido. Jugó a la lotería sin ser consciente de que debió buscar una relación sana y equilibrada, donde el amor no se exige. Cuando decide que lo mejor es la ruptura, aparece la mano amorosa de Dios Padre, dando sentido a otro doloroso final de camino. Cuando el corazón desgarrado se desborda por el brotar de lágrimas, protestando por padecer una vida que parece diseñada como tortura, surge un río de bendiciones que inunda de paz, recuperando la esperanza y la fe en la vida de la infancia feliz, tan llena de ilusiones.

3.- Una caricia en el océano. Ese crimen sobre adolescentes sin un honesto itinerario de discernimiento vocacional, cargándoles con pesadas mochilas de pelagianas obligaciones, sin espacio al sentimiento o al amor, pesado fardo lleno de cilicios, hojas de normas, imposición de confesores, traicionero trapicheo de intimidades, mentiras a tu sangre, examen diario cargando de culpas y escrúpulos… Toda esa basura es cortar las alas a quien en su vida está descubriendo la primavera, la belleza, la bondad, el amor, la amistad. Es recluir a un pájaro en la jaula del frío invierno, que le impide emigrar por los océanos siguiendo de forma natural los vientos que le llevan al sur de su vida, a la cálida primavera.

Es sanador para almas torturadas dejarse llevar por una canción de “Los Chicos del Coro” que nos rescata de un pasado de frías tierras nevadas. Habla del viento que impulsa la escapada del pájaro, que despliega sus alas en el alba para encontrar el camino hacia el arco iris y la primavera. Una caricia en el océano que pone dulcemente al pájaro en camino, su soplo le lleva lejos y el pájaro gira con el viento, logrando la calma sobre el inmenso océano de su vida libre, plena y dichosa. Escuchando la dulce canción se saltan unas lágrimas de alegría cuando el chico canta en solitario: ya nunca jamás estará sujeto a inviernos de cilicios.

A los tres numerarios adolescentes les arrebataron su vida el día que subieron al coche del inconsciente pitaje. Como los tres amigos de Mystic River, han vivido una pesadilla, y piensan que aún son niños encerrados en un sótano imaginando como hubiera sido su vida de haber escapado de la habitación del director cuando le daban la pluma para escribir la carta pidiendo la admisión en el Opus. Viene ahora a cuento otra canción de los chicos del coro: mira tu camino. A los niños olvidados, perdidos, dales la mano para llevarlos a otro mañana. Siente en medio de la noche la ola de esperanza, ansia de vivir. Alegrías infantiles, olvidadas, borradas demasiado pronto, una luz dorada brilla eternamente al final de tu camino. Siente en medio de la noche la ola de esperanza.

Pinsapo