Debo decir que a mí esta respuesta me dejó de piedra, pues yo jamás la habría empleado en mis 42 años en la asociación, ya que san Josemaría Escrivá de Balaguer decía que en el Opus Dei "los cargos son cargas" y que nunca nadie se presentaría como director del Opus Dei, y menos enseñando los galones, que es lo que Isabelita hace.

A esta chica quizá no le vendría mal tener al lado a un asistente - o asistenta - que, al igual que los antiguos emperadores romanos, ebrios de poder, le susurrara al oído continuamente aquello de "recuerda que eres mortal".

Tampoco le vendría mal pensar en su antecesora, María del Carmen Tapia, cruelmente maltratada por san Josemaría, como ella misma cuenta y documenta en su libro, y tener presente el refrán "Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar".

Quizá Isabelita piense que los tiempos han cambiado. No te confíes, niña (en Andalucía llamamos "niña" incluso a las chicas de 80 años pá rriba), que Ocáriz tiene piel de cordero pero ya sabemos, como botón de muestra, cómo se las gastó a Agustina López de los Mozos con el asunto disparatado de la protección de datos de carácter personal. El maltrato psicológico de san Josemaría sobre María del Carmen Tapia es una historia que podría repetirse en una organización en la que el poder es importante. Bastaría con que de la noche a la mañana empezaran a sostener que no vives suficientemente bien la unidad de la Obra...

Permíteme, Isabelita, que te diga que no me parece lo más adecuado presentarse enseñando los galones. Mal comienzo es ese.

 Comprendo que tengas asumido que, fuera del Opus Dei, eres prácticamente una desconocida, lo cual es lógico, pues aunque pudieras pensar lo contrario, los directores y las directoras del Opus Dei vivís en un ámbito muy reducido - cada vez más reducido - en el que sois admiradas y respetadas - gracias a Dios, cada vez menos veneradas - por quienes están dentro, pero de puertas afuera no tenéis la más mínima influencia, fundamentalmente porque no os conocen, pues la realidad es que no vivís en el mundo, sino en la burbuja de vuestra asociación.

Comprendo que tengas esto más o menos asumido y que para llamar la atención del lector tengas que acudir a los galones, pues de lo contrario, lo que dices no despertaría el más mínimo interés. Pero no es bueno empezar así. La humildad siempre es buena, no solo con Dios, sino con los demás, con los lectores, también.

Otra cosa: Hablas del "prelado del Opus", lo cual entraña una falsedad viniendo de ti. En otro, sería una mera imprecisión terminológica; en ti este "error" es algo buscado, por el cargo que ocupas. Tú sabes bien que ni el prelado es prelado del Opus Dei, porque el Opus Dei no es una prelatura, ni tú perteneces a esa prelatura, sino a la asociación Opus Dei en la que los laicos que pertenecen a la misma son en mayor o menor medida "cooperadores orgánicos" de esa prelatura.

Este lenguaje jurídico te sonará, pienso, ya que creo que eres licenciada en Derecho, aunque no se si alguna vez has llegado a poner en ejecución los conocimientos jurídicos que adquiriste en la universidad o pasaste inmediatamente a las famosas "labores internas" en las que poco a poco tu formación jurídica se ha ido oxidando.

Un penúltimo apunte acerca de esa pregunta y esa respuesta de la mencionada entrevista: Veo que hablas con normalidad "del Opus", en vez de "el Opus Dei", lo cual atribuyo a dos posibles causas: La primera es un mero snobismo para dártelas de "moderna" superficialmente (en el fondo, seguís tan rancios/as como siempre). La segunda posible causa creo que podría ser que, por fin, habéis aceptado autodenominaros como todo el mundo os denomina.

De la misma forma que los miembros del camino neocatecumenal son vulgarmente conocidos como "los kikos", la orden de predicadores como "los dominicos" o la Societas Iesu como "los jesuitas", la gente, sin maldad, siempre os denomina "el Opus".

En mi época, esta forma de ser mencionados era entendida internamente como algo peyorativo, aunque por otra parte, dentro del Opus Dei nos referíamos a la asociación como "la Obra". Nunca llegué a entender por qué nos enfadábamos cuando alguien decía "el Opus" - es decir, "la Obra", pero en latín - y nosotros mismos empleábamos esa misma expresión, pero en castellano, de modo habitual.

Por tanto, celebro que tengas ese mínimo detalle de coherencia, y ya que tú, que tienes tanto poder dentro del Opus, lo empleas, yo a partir de ahora lo voy a emplear también, pues debo decirte que si hasta ahora he empleado siempre el término "Opus Dei" y no el que el vulgo utiliza, ha sido, aparte de por precisión terminológica, en deferencia a algunos amigos y familiares míos que pertenecen a vuestra asociación y a quienes yo pensaba que les sentaría mal que lo empleara. Pero ya veo que os vais adaptando.

Por supuesto, que ni por asomo pienso que este gesto tuyo responda a un acercamiento al mundo por parte de quienes estáis en esa burbuja. Un verdadero acercamiento no se materializa en algo tan superficial, como podrás comprender.

Voy a terminar haciendo mención a una contradicción en lo que dices: " Estoy en el cargo con más poder de decisión a la hora de asesorar al prelado".

Esto es una contradicción en los términos y un error garrafal en una jurista como tú: Si tu cargo es de asesoramiento (como no podía ser de otro modo, ya que el gobierno de la prelatura de la Santa Cruz corresponde al prelado y a sus vicarios; léete los Estatutos), quiere decir que no es de decisión, por mucho que, en el seno de ese órgano de asesoramiento al que perteneces - la Asesoría Central - tú tengas el cargo de mayor rango. Pero por mucha importancia que tengas dentro de ese órgano asesor, no pasas de pertenecer a un órgano no ejecutivo, esto es, sin poder de decisión.

Para entendernos, eres más o menos como yo, que soy funcionario arquitecto municipal: Mi función es la de asesorar al alcalde y a los órganos de gobierno municipales en materia urbanística, pero mis informes - por ley - son "no vinculantes", o lo que es lo mismo, que mis informes puede pasárselos el alcalde por el arco de triunfo. Otra cosa es que no le convenga, ya que él no sabe de urbanismo y yo sí. Pero poder de decisión mío, ninguno.

Ten cuidado con airear tanto poder, porque mientras que para mi alcalde puede serle algo peligroso actuar contra los informes del arquitecto municipal en una materia que no conoce bien, tú ante Ocáriz eres totalmente prescindible. Podrías caer en desgracia de la noche a la mañana, como Carmen Tapia.

Ten en cuenta que mayores torres han caído y no olvides ser humilde. Y no te fíes de Ocáriz. Fíate solo de Dios, de Jesús.

Tengo el defecto de haberme enrollado solo con una de las preguntas de la entrevista y haberle dedicado dos páginas. Así me explico cómo me falta siempre tiempo para todo. En fin, ya veré a ver si me animo a comentar más preguntas y respuestas de esa entrevista, tan plagada de ¿inexactitudes? por tu parte.

Por cierto, he empezado a leer tu libro y me ha parecido aburridísimo, sobre todo porque está lleno de lugares comunes, tópicos, ejemplos, anécdotas y comentarios de numeraria, todos planos, sin ningún interés para los mortales comunes, fuera de las chicas del Opus que te sigan a ciegas. Pero no te desanimes, porque escribir siempre es bueno, ya que al menos nos ayuda a reflexionar sobre nuestras propias ideas, y eso siempre es positivo. Te animo a que sigas escribiendo, aunque no te vendría mal hacer un poco de autocrítica, ya que desde el Opus no creo que nadie se atreva a hacerla a quien tiene un poder tan enorme como el tuyo.

Antonio Moya Somolinos.