Estuve poco tiempo en el Opus, menos aún como numeraria y ni siquiera llegué a vivir en un centro de la Obra. Todo pasó hace más de 30 años y, sin embargo, por morbo o por curiosidad, sigo entrando a esta página, leyendo sus escritos y recordando… Poco he publicado, pero coincido con casi todo lo que exponen, entonces ¿qué de nuevo puedo aportar para animarme a escribir ahora?

Pues solo contarles algo que me acordé al leer específicamente a Dax: él expone que en algún momento llegó “a entrar en verdadero pánico cuando hablaba con una mujer…. a sentir una culpa inmensa si hablaba con alguna compañera, aunque fuese por necesidad”.

Bueno, yo sentí el mismo pánico y la misma culpa POR USAR PANTALÓN… ¿pueden creer eso?, y es que en ese entonces las numerarias solo podían usar faldas. Recuerdo que una vez me puse pantalón para ir a la universidad, porque sabía que ese día en específico no tenía que ir después al centro… ¡para que!... Estuve incomodísima todo el día, tratando de ocultarme de una compañera que sabía era supernumeraria, sintiéndome muy mal en conciencia como si estuviera cometiendo una falta terrible y casi ni pude concentrarme en lo que tenía que hacer… Total que al día siguiente fui a confesarme… Ni me acuerdo qué me dijo el sacerdote…

Pero vean el nivel de escrúpulo (o idiotez en realidad) al que puede llevarnos el fanatismo sin medida, cómo puede torcerse la conciencia y ser incapaz de decidir por sí misma lo trascendente de lo absolutamente irrelevante y como es de obvio lo fácil que es pasar de los centros del Opus Dei al sofá de un psiquiatra.

Como ésta, ¡Cuántas anécdotas podrán contarnos cada uno de ustedes!…

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