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 Tus escritos: Santa según el Opus Dei? ¡No, gracias! (2).- Emevé

070. Costumbres y Praxis
Emeve :

¿SANTA SEGUN EL OPUS DEI? ¡NO, GRACIAS!

Segunda entrega
Emevé, 27 de octubre de 2004



SOBRE LO DE AMAR AL MUNDO APASIONADAMENTE

Bueno, el tema de amar el mundo apasionadamente, como decía nuestro santo ex–pater (lo de santo no sé, pero ex SÍ que SÍ y con mayúsculas), es crucial en el espíritu que nos quisieron vender al darnos gato por liebre. A mi me atrajo precisamente eso “Emevé, vas a seguir siendo la misma, haciendo las mismas cosas, pero no como un farol apagado sino como un farol encendido”, uy qué emoción, sobretodo por la idea de ser luz que alumbra a los demás, muy así como “glamoroso”, dije, “sí quiero”...



Y resulta que a la semana de empezar a amar al mundo apasionadamente, Emevé que adoraba el teatro y no lo hacía mal, lo tiene que dejar, porque “eso no es para nosotras” y nada, pues a dejar el teatro y los amigos y amigas artistas, que eran (y mucha) parte del mundo que yo tanto amaba, luego fue la guerra del “coro”, que gané porque el coro, además de ser un curso, cantaba canciones en la misa y en las romerías del mes de mayo, y afines, que si no, también la perdía, pero eso sí, luego de la Oblación, adiós coro.

Ni se diga nada del grupote de amigos que tenía y con quienes solía conversar de “nada” disfrutando nuestra juventud. Adiós chicos (a los varoncitos ni los mires) y a las chicas que había que perseguir (esa es la palabra) era solo a las pitables, y nada de conversaciones sobre “nada”, a hablar de Dios, con mucho “celo apostólico”, de sobra está decir que desde ese día dejé no solo de perder el tiempo, sino de tener amigotas y razones de alegrías propias de la juventud, vivía mirando al cielo (no sé cómo no me he torcido un tobillo, yo que tengo esa tendencia) y sin perder tiempo con nadie, solo a lo mío y que no me vayan a ver por ahí conversando en los pasillos, que eso no es santidad.

Una amiga mía (fue mi amiga luego que me sacaron, porque antes era una de las que huían de mí) me dijo que una vez yo había quedado con ella para hacer un trabajo (se eligieron los grupos al azar, me parece, porque yo no la habría elegido de compañera, elitista que era una) y que quedé a las 3 de la tarde, y ella y otra más aparecieron a las 3 y media y solo pudieron alcanzar a ver mi espalda yéndome y diciéndoles que me habían hecho perder el tiempo y que el trabajo lo haría sola. Y me odiaron un minuto y se quedaron muertas de risa porque era fijo que yo tenía todo hecho y a ver qué iban a hacer ellas ahora (del trabajo ni de la anécdota me acordaba yo, para que vean lo insignificante que fue eso, pero a ellas se les quedó grabada mi actitud robótica y anormalísima)... ¿cómo iba a saber la pobre Emevé que a las 2 de la tarde ellas almorzaron en su casa y se quedaron un rato riéndose y viendo la novela en la tele, hablando con su mamá, y luego encontrarse para hacer el trabajo, que da lo mismo media hora después si la cosa es hacerlo en grupo, de eso se trataba, de trabajar en equipo, pero Santa Emevé no entendía eso, era ¡media hora!, que me pude pasar en el oratorio haciendo la oración por el apostolado de amistad y confidencia... ¿amar el mundo y a los seres normales que viven en él? I don’t think so...

Una de las cosas que más amaba Emevé en el mundo, eran los veranos familiares en la playa, todos los primos y tíos reunidos allí, riéndonos, pescando, cantando, comiendo rico, y jugando cartas por la noche haciéndonos trampas todos... es mi idea de la felicidad hasta el día de hoy... ¿y adivinan? Pues sí, desde que Emevé pitó, chau parientes, nunca más esos veranos maravillosos, sino a trabajar en una obra corporativita dando clases en verano (donde lo de menos era la calidad de las clases sino a las chicas “estupendas” que se podían conocer) y juntar plata para ir con un montón de extrañas a las Convivencias de Vocaciones recientes o Semestres (dependiendo de la etapa de la vida numeraril) en donde solo tenía una hora de “recreo” que pasaba en el patio de la casa, o el sótano dándole a un viejo piano, pero las tardes de playa, las risas, los juegos y trampas con las cartas quedaron en el recuerdo.

De la playa tengo una anécdota muy curiosa de cuando estaba “dentro”. Fuimos todas las de la convivencia a pasar un día en una playa solitaria (no desierta, gracias a Dios), y nos sentábamos juntas y a pasar el día entre cosas normales como arreglárnoslas para que no se nos vieran las marcas del cilicio, no recostarnos en la arena, y leyendo libros y si tenías suerte, una Telva, así como separarnos a caminar en pequeños grupos de dos o tres a rezar el rosario y elegir un buen sitio para hacer oración, cosas de todos los días, qué diré, de gentes normalitas.

El hecho es que entramos 5 ó 6 al mar a bañarnos, estábamos de lo más felices, sobretodo yo que me fascina el agua, y me da por saltar y reírme como loca, aunque no sé nadar; en un momento de descuido, el agua nos “traicionó” y nos dio un jalón hacia dentro, las que estaban más cerca de la orilla caminaron y salieron, y en el agua quedaron Emevé y Numerarita, pero la pobre hermana mía se empezó a desesperar, y se hundía cada vez más, así que la valiente Emevé la jaló con todas sus fuerzas, de modo que Numerarita pudo alcanzar piso y salir corriendo, pero la fuerza que hice me puso un poco más al fondo de modo que las hermanitas se veían como pulguitas en la orilla, muy asustadas queriendo entrar a salvarme y algunas llorando y rezando para que no me muera, pero ninguna sabía nadar, así que fueron sensatas y no entraron.

La directora de la convivencia, a sazón directora de San Miguel de la Región, estaba sentada en la orilla, absorta en su lectura sin enterarse del percance. Gracias a Dios el cuento terminó en que un atlético joven que estaba por allí con un grupo de la parroquia, entró y me rescató, y salí viva de allí, pero llegué agotada a donde estaba la HiperSantaDirectora-Crack que ni se había enterado que casi entierra a la primera N peruana (y la primera N peruana en morir era mi tocaya, pues se llamaba Emevé igual que yo, era cosa del destino)... pues nada, esta Emevé no podía con su cuerpo y se cayó extenuada en la toalla, en horizontal!!!!!!!!!!! Y allí sí que saltó la HiperSantaDirectora!!! Me miró con una mirada de “así arderás en el infierno, zoqueta”, y Emevé con mucho terror se sentó. Luego las otras le explicaban que casi me muero si no fuera por el chico de allí (atlético salvavidas mío) y lo único que vio la HiperDirectrizSanMiguelina fue que era un chico joven!!!! Y me había tocado! en fin, que nunca pudimos conmoverla con mi acto heroico de arriesgar mi vida para salvar a Numerarita que por su desesperación fijo que perecía. No hubo modo, así que cambiamos de tema a cosas más “del mundo” como qué es lo que dijo el “Padre” (Alvaro en ese entonces) en una tertulia en Roma... En medio del mundo, como siempre...

Bueno, ya basta de anécdotas playeras, y a dar gracias a Dios por el atlético salvavidas mío, y a ver si algun@ de los lectores se anima a jugarse su sueldo en un juego de cartas conmigo y mi familia...

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Publicado el Wednesday, 27 October 2004



 
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