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 Tus escritos: Se van sin tiros (Cap.16 de 'La ropa sucia...').- Nacho Fernández

020. Irse de la Obra
nachof :

 

SE VAN SIN TIROS

Cap.16 de 'La ropa sucia se lava en casa...'

Enviado por NACHO FERNÁNDEZ, 11 de marzo de 2005

El día 19 se celebrará la festividad de San José, una de las grandes fiestas grandes de la obra, al ser la onomástica del fundador, y a la vez es un día clave en la que los que no se han incorporado por la ceremonia de la fidelidad tienen libertad para no continuar. En los más de 25 años que fui encargado de grupo de supernumerarios pude experimentar lo duro de ese día, en que pueden producirse circunstancias  muy variadas, todas ellas llenas de tensión...



  El fundador dijo en más de una tertulia que la obra es el mejor sitio para vivir y el mejor sitio para morir. Añadía que la puerta estaba entreabierta para entrar --se requiere el discernimiento positivo de los directores--, y  para salir la puerta está abierta de par en par, cosa totalmente falsa como he podido comprobar en algunos amigos míos, que hoy son ex. Uno de ellos alegó en su carta de dimisión al  prelado que el se iba, en virtud de lo que decía el fundador, de “entreabierta para entrar” y “abierta de par en par para salir”. Los directores de la obra le negaron esa posibilidad y le exigieron –lo tuvo que hacer para que le admitieran la baja— que retirara esas palabras de su carta. Esto contradice totalmente la demagogia de las palabras del Santo Marqués de Peralta.

 

   Con palabras cuidadosamente preparadas antes de las tertulias multitudinarias,  pues lo que hacen las preguntas deben consultar antes lo que van a  decir,  el fundador solía afirmar que la gente de la obra "no se iba ni a tiros". Puedo confirmar, tras la experiencia de 34 años, que los miembros, hoy fieles, de la prelatura procuran irse sin tiros. En todo caso los que provocan situaciones tensas son los propios responsables de la obra que les persiguen sin descanso y provocan situaciones de acoso.

 

   En mi caso concreto, me fui un domingo 28 de octubre, tras haber participado en una meditación de centro de agregados, en una tertulia dominical, haber hecho movimiento económico (haber ingresado mi dinero en la caja  de la secretaría mi sueldo mensual) y haber hecho la charla fraterna con el que llevaba mi alma. A este último no le confesé que me iba. Eso sí fui entrando en el oratorio, en el hall y en otras habitaciones mientras, hablando con Dios, le dije que aquello se acababa y que habían sido algunos años felices, pero en otros lo había pasado mal.

 

   A los quince días empezó el acoso del que llevaba mi charla. Primero fue a mi domicilio donde vivía con mi madre, que sabía mi decisión de irme, pues se lo había comunicado la misma noche. Una y otra vez me señalaba Enrique, que así se llama, que quería verme. Yo respondía que no. Luego el acoso se trasladó a mi lugar de trabajo. Eran momentos de tensión. Finalmente la compañera que tenía delante de mi me preguntó qué me pasaba. Se lo expliqué y lo comprendió. Poco tiempo después uno de los responsables de la comisión (gobierno de la obra en un país, en este caso España), que se había tomado la función de llevar mi charla fraterna, me dijo que no me iban a dar la baja, porque no había motivos para irme, según él. Al cabo de 14 meses, y en vista que no había vuelto a pisar mi centro, me llamaron de la delegación y me dijeron que tenía que escribir la carta de dimisión si seguía con el deseo de abandonar la obra. Así lo hice.

 

    Un hecho curioso se produjo cuando el director de agregados de la delegación me citó un día en la sede de ésta, pero me dio un plantón. En vista de ello, cogí un cuaderno pequeño  y escribí que le iba a remitir por correo mi carta de dimisión, que tenía que estar escrita a pluma. Por la noche me llamaba asustado por teléfono  y aseguraba que había sido un mal entendido. La carta de dimisión debía ser entregada en mano no por correo postal. Se ve que no les gustaba que hubiera alguna prueba. Quedé otro día y se la entregué. Por lo que se ve la puerta no está abierta de par en par. La baja me la dieron mes y medio más tarde, pero se me comunicó sólo oralmente, sin prueba por escrito.

 

   Más de una festividad de San José tuve problemas con algún supernumerario que deseaba no continuar y no renovar su entrega hasta el siguiente 19 de marzo. Al final todos perseveraron, aunque al cabo de poco tiempo se iban definitivamente. Nunca hubo unos malos modos por mi parte ni por parte de los supernumerarios.

 

    Cada fiesta de San José se instalaba en la residencia de numerarios, lugar del centro, un cuaderno con todos los nombres de los supernumerarios que tenían que renovar. Siempre se ponía al lado un de los del consejo local. El encargado debía decir que Pepe Pérez, por decir un nombre, había “renovado el contrato” ( esta es una expresión que se emplea internamente). Se trataba de que no hubiera bajas. Sin embargo, más de una vez uno de los encargados tuvo que desplazarse a la casa del supernumerario para tratar de convencerle de que no lo dejara. Un amigo mío agregado, también encargado de grupo, hizo guardia en la puerta del domicilio de un supernumerario, que había desaparecido el 19 de marzo sin decir dónde se encontraba. Pasadas las 12 de la noche llegó el hasta ese momento fiel de la prelatura. Expresó su deseo de no continuar. A pesar de todo mi amigo trató de convencerle.

 

   Al día siguiente, se repitió la misma operación: tratar de convencer al hasta entonces supernumerario. Hubo una gestión fallida. Todo este tiempo el agregado debió de pedir permiso en su empresa para solucionar el problema. Luego pasaron  a actuar miembros el consejo local, pero no hubo resultado positivo para los intereses de los directores de la obra. Se iba sin dar tiros y no como decía el fundador, que “no se van ni a tiros”.

 

   Sé de amigos numerarios que se han ido de la obra de madrugada, a las seis y media. Estaban a punto de levantarse los del centro. Antes habían bajado las maletas a sus automóviles y se fueron con unas cosas. Esta es la libertad que se respira. Algunos de ellos han hablado con otros numerarios que estaban a su lado y que les apreciaban. Sin embargo, otros se han ido calladamente, sin armar ruidos y sin tiros.

 

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Publicado el Friday, 11 March 2005



 
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