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 Correos: Reformas. Respondiendo a José Carlos.- Idiota

100. Aspectos sociológicos
idiota :

Querid@s amig@s:

Leyendo el último mensaje de José Carlos (La reforma del Opus Dei, 27.03.05), me han entrado unas irresistibles ganas de contestar, que no pienso reprimir. En un par de cosas estoy dispuesto a darle la razón, pero lamento discrepar de la mayoría de los asuntos que toca.

Me ha gustado el planteamiento de los tres puntos de vista desde los que se puede analizar la Obra: "espíritu / institución / personas". Dejando aparte el "fomes peccati" y cierta mala leche que se puede dar, me parece claro que las personas tienen siempre buena intención y creen estar haciendo (el) bien cuando cumplen con todo aquello que les viene indicado (recordemos los mensajes de Aquilina e Isabel Nath, 20/23.02.05): en muchos casos, no perciben o no les parece importante el hecho de que se deriven males reales del cumplimiento de esas indicaciones. Ya se han hecho multitud de clasificaciones de miembros (numerarios) de acuerdo con su modo personal de reaccionar ante este problema (mi clasificación favorita es la de Manuel/Argentina, 19.01.05), así que no voy a insistir más sobre la cuestión.

Así pues, nos queda la dicotomía clásica entre espíritu ("lo teologal") e institución ("lo institucional"), según la veía Antonio Ruiz Retegui...

Y es en esta dicotomía donde se pueden incluir los cuatro puntos que cita José Carlos, a saber, "espíritu / prácticas / criterios / actuaciones". Dejando aparte aquellas "actuaciones puntuales" que sean expresión de la "persona" de los directores, sólo "las líneas maestras del espíritu" pertenecen a "lo teologal"; el resto pertenece a "lo institucional". Sin embargo, antes de seguir adelante, conviene recordar que todas estas distinciones las hacemos a nivel intelectual, para conseguir entender mejor lo que (nos) ha sucedido; no hay que olvidar nunca que, a nivel real, en la realidad del Opus Dei, hay una transición entre todos estos aspectos, que, además, se procura subrayar en los "medios de formación" (aunque, en algunos puntos, los argumentos sean malísimos) y se detecta también cuando se intenta describir y explicar cómo puede ser que un espíritu "bueno" genere una praxis "mala" (Separación, 25.02.05).

Por tanto, no tengo inconveniente en admitir que "las líneas maestras del espíritu" sean buenas: de hecho constituyen todo aquello que nos atrajo en su día. Esas "líneas maestras" las ilustré con el paso 1 (espíritu "puro") en "Separación". Donde discrepo radicalmente es en el papel que desempeñan las "prácticas fundamentales": las hay buenas y malas. No tengo inconveniente en admitir que las "normas", la "mortificación", etc. puedan ser "prácticas fundamentales" buenas, pero suponen también el punto en donde se puede meter enseguida el gusanillo de lo malo. Cómo se mete ese gusanillo lo ilustré en "Separación" con el paso 2 (otro aspecto del "espíritu" relacionado con la "entrega"). Entre el "espíritu puro" y los "criterios variables" hay un gusanillo corruptor: la mención de unas abstractas "exigencias de la entrega / vocación / vida de numerario" que sirven para relativizar lo que dice el espíritu "puro" y preparan el camino de los "criterios variables", de modo que estos se vuelvan extraordinariamente restrictivos, alienantes y ofensivos para la dignidad de las personas. Es éste el punto que, en mi opinión (siento tener que decirlo así), José Carlos no puede y quizás no quiere ver y -cruel ironía- el que, a mi modo de ver y según su propio testimonio (01.10.04), determinó su salida de la Obra (así como la de tantos otros de buena voluntad): "En definitiva, la composición de lugar que yo me hice se reducía a este claro mensaje: una persona con mi grado de afectividad no podía ejercer la medicina y ser buen numerario." He aquí todo un "aristócrata del amor" abatido en pleno vuelo por las "exigencias de una vida de numerario": ¡qué abuso!

¿En qué consiste ese elemento intermedio que llamo "exigencias de la entrega / vocación / vida de numerario". Es algo muy abstracto y muy versátil: le dicen a uno, en general, que no tiene "buen espíritu", que tiene un "problema", que "así no puede seguir", que hay que "cambiar / convertirse" o, en palabras de José Carlos: "Razones aducidas: que estaba muy cansado, que me veían por mal camino, que había cambiado mi centro de gravedad, que estaba cometiendo muchas imprudencias, que necesitaba un tiempo para volver a ganar perspectiva, y que no podía seguir así." Aunque uno está contento, tiene siempre la sensación de que los directores (la Obra) no están contentos y se apodera de uno la sensación de "tener los días contados", porque no hay manera de cambiar la situación a menos que uno renuncie a lo mejor de uno mismo ("[u]n holocausto real, completo e inmediato, aquí y ahora" lo llama José Carlos). Cuando las cosas se concretan, todo puede servir para delinear el "problema", pero se trata, sobre todo, de la contradicción que necesariamente surge entre "vida en medio del mundo" (trabajo y relaciones sociales) y "vida de numerario / en familia" (presencia en el centro, cuestiones de pobreza u obediencia). Se acaba descubriendo con asombro que no hay unidad de vocación en la Obra, puesto que los numerarios no pueden hacerse presentes en el mundo como los supernumerarios, y que no hay secularidad en la Obra, puesto que se exige de los miembros de la Obra actitudes y comportamientos propios de religiosos que los separan del resto de los cristianos corrientes.

Pasando a los "criterios variables" (paso 3: concreción práctica en "Separación"), que se pretenden derivación del "espíritu puro" y de las "prácticas fundamentales", hemos de distinguir dos aspectos. En primer lugar, la mera existencia de "criterios", recogidos en un sinnúmero de glosas, vademécumes, etc., es ya de por sí peligroso, pues anula en el director (y en el dirigido) la virtud cardinal de la prudencia, que consiste en aplicar leyes generales (aquí la ley de Dios y el "espíritu puro" con sus "prácticas fundamentales" a veces corruptas) a la práctica, y lo sustituye por la pseudo-virtud de la obediencia, vivida generalmente como anulación de la inteligencia y de la voluntad. Ya expliqué en "Separación" la revolución que se produciría en el Opus Dei, si cada cual pudiera seguir sin trabas el dictado de su conciencia. En segundo lugar, no me parece bien reducir el problema de los criterios existentes a "desajustes" del sistema, como da la impresión José Carlos. Dejando de lado los perniciosos efectos psicológicos (también a largo plazo) de los criterios "que terminan agobiando a la peña", los demás temas que toca José Carlos atentan contra el "espíritu puro", contra la ley de Dios y, en ocasiones, contra las leyes civiles y han de calificarse bastante más allá de meros "errores", "desvirtuaciones" o "problemas serios". En la mayoría de los casos, estas acciones no suelen justificar la intervención de la Iglesia y, menos todavía, la del Estado, pero eso no quiere decir que, en conciencia -delante de Dios-, no sean graves y escandalosas.

Finalmente, me he quedado de piedra leyendo que "USA va muy por delante de otras regiones". Por favor, datos, datos y más datos, porque, si no lo veo, no lo creo. Tanto la teoría como la experiencia me dicen que no puede ser (aunque me gustaría). José Carlos está afirmando implícitamente que hay al menos una región en el mundo que se desmarca abiertamente de las demás en su praxis. En principio, las regiones del Opus Dei se gobiernan desde el Consejo General de Roma según criterios bastante unitarios: dicho en plata, los EE.UU. han logrado una relativa independencia del gobierno central - ¡hay un cisma en la Obra! No me creo que la famosa unidad y fidelidad al Padre que predicaba el Fundador se haya ido al garete... Dejando de lado que el mismo José Carlos, estando en los EE.UU. ha sido víctima de una injusticia que se repite innumerables veces en los testimonios de esta página, procedentes de distintas regiones, mi propia experiencia personal (reunida más o menos ocasionalmente en varias regiones de Europa durante casi 20 años) me dice que no puede ser, porque no veo por qué motivo los EE.UU. han de tener el privilegio de ser distintos que los países de Europa.

En los países de Europa, uno de los mayores problemas de la Obra es la "inculturación" - tanto que hasta he llegado a oír una charla (muy poco concreta) sobre el tema. Las regiones viven, en ocasiones, mirando de reojo y con envidia a España y soñando con alcanzar algún día el nivel de desarrollo de España (delegaciones, centros de estudio, red de colegios...). Desde el comienzo y hasta la actualidad, buena parte de los cargos están en manos de españoles y tanto en la vida de las personas como en la de los centros se han introducido costumbres (pertenecientes o no a los "criterios variables") que no son acordes con las del país en cuestión y separan de modo tangible a los miembros (numerarios) de sus iguales tanto en la sociedad civil como en la eclesiástica. De hecho no faltan quienes atribuyen la crisis de la Obra en esos países a esas "españoladas", sin darse cuenta de que buena parte de los problemas que perciben, se dan también en España (como lo demuestran tantos testimonios de OpusLibros) y se originan en la institución. Se podría escribir mucho sobre esta cuestión, pero con esto basta por hoy. En cualquier caso, me parecería muy asombroso que los EE.UU. no sólo se hayan librado de las "españoladas" sino que, además, hayan purificado de tal manera las "prácticas fundamentales" que ahora se pueda vivir el espíritu en toda su pureza... y, lo que es mejor, ¡permaneciendo en el Opus Dei!

Antes de despedirme, pido perdón a José Carlos por si le he ofendido con mis ideas y, sobre todo, con mi interpretación de su vivencia personal. Nunca ha sido mi intención entrar en polémicas o hacer daño a nadie y lo sentiría de veras, si hubiera sido el caso.

Con un abrazo para tod@s, me despido hasta la próxima

Idiota


Publicado el Monday, 28 March 2005



 
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