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 Correos: Cuento de un mundo real.- José Carlos

040. Después de marcharse
Jose_Carlos :

Había una vez un ex-numerario que vivía en un país muy lejano de la mayoría de vosotros y que os quería mucho.  No estaba de acuerdo con la forma de enfocar las cosas que leía en algunos –le ponen triste–, pero os había tomado cariño.

 

Le chocaba que los visitantes que se asomaban de vez en cuando, y parecían coincidir con sus apreciaciones, a veces lo hacían de malos modos.  Y entendía que sus amigos discrepantes que vivían en el sitio se cabrearan.

 

También le dolía en el alma que a veces, en vez de debatir las ideas, sus amigos se burlaban de las faltas de ortografía de los visitantes.  Le parecía curioso que los que lanzaban acusaciones de elitismo evidenciaran… eso.  Quedaba feo.

 

Pues bien, este ex-numerario que había aprendido a tomar cierta distancia de unos y de otros, para poder valorar los diversos puntos de vista con mentalidad más desapasionada, empezó a ir tomando nota de pequeños detalles que no eran tan pequeños.

 

Le sorprendió que el director del retiro mensual para cooperadores al que acudía, que a la sazón tenía lugar en su propia parroquia, pidiera a los asistentes –la mayoría, superprelatureitors– que a finales de año se hiciera un donativo generoso a la parroquia para agradecer su hospitalidad.

 

Le sorprendió también que, queriendo su amigo el párroco –el cual se mantiene al margen de “la labor”– organizar una Vela al Santísimo para clausurar el Año de la Eucaristía, le pidiera ayuda para promover el evento entre los asistentes al susodicho retiro mensual; y conociendo el percal, nuestro ex-numerario tuviera poca fe en que se fuera a apoyar tal iniciativa; y hete aquí que sí, que vamos a colaborar con la Iglesia local, y allá se vinieron unos cuantos a hacer sus turnos acompañando a Jesús, empezando por el cura ex-consiliario de 80 tacos.

 

Le llamó la atención que un numerario de sus viejos tiempos, que nuestro ex habría tildado de “típico”, vamos de los de molde, con cargos y tal, al hacer un viaje profesional a su ciudad, quisiera venir a cenar a su casa: no para dar un sablazo ni para proponer nada, solamente por conocer a su mujer y retomar la amistad.  Y que ese numerario, al salir el tema de la salida de nuestro ex hace ya cinco años, le soltara de sopetón “eso es lo de menos, no importa lo más mínimo.”  Y lo dijera con una franqueza y un calor humano que conmovían.

 

Le contaba ese numerario, entre otras muchas cosas, que estaba ayudando a encontrar pareja a una ex que se va reconstruyendo.  Insólito, inaudito, de ensueño.

 

Y nuestro ex, hace unos días, tuvo que volver a pisar esa residencia de la que salió con sus pocas pertenencias, quasi in occulto, después de 19 años al tajo: resulta que daba una conferencia un amigo suyo, sobre un tema en el que estaba muy implicado, y se vio obligado a asistir a pesar de sus recelos.  Son muchos recuerdos, mucho dolor, muchos sentimientos encontrados.  Y al llegar, se encuentra con que en la casa está de paso el Vicario Regional, oséase el Gran Visir Supremo de la Única Prelatura en los Grandes y Fuertes E.U. de A.  El mismo que décadas atrás había jugado al fútbol con él y recibido su confidencia, sólo que ahora enfundado de negro.

 

La sorpresa fue mutua, y la reacción, inesperada: nunca en los años que le conocí, de este americanito más bien tímido y tieso, recibí un abrazo tan sincero, intenso y entrañable como el del otro día.

 

Y anteayer, recibo llamada transatlántica de otro numerario, viejo amigo de los de verdad, corresponsal en Europa de una cadena yankee de TV, para disculparse por no haber estado en Roma cuando pasé por ahí para un congreso hace dos semanas.  Veinte minutos al teléfono, con conferencia intercontinental, toma pobreza y toma amistades particulares y toma proselitismo interesado y toma aprovechamiento del tiempo.

 

Y me quedé pensando: éste es el Opus Dei que conozco yo, el que he vivido en estas tierras, el que evoluciona manteniendo lo perenne, el que viven personas que quieren querer y hacer las cosas bien, aunque a veces no les salga; el que, si Dios quiere y prosperan buenos vientos, irá tomando forma sobre los escombros de lo caduco.

 

Os deseo, con toda el alma, unas felices Navidades, esperando que en el 2006 Le dejemos reinar en nuestro mundo y en nuestros corazones.  Una vez más os recordaré al pasar más cerca de muchos de vosotros, aunque este año nos toca Sondica en vez de Barajas.

 

Un abrazo muy fuerte,

José Carlos




Publicado el Wednesday, 21 December 2005



 
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