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 Tus escritos: Recién pitado. (Cap.2 de 'Lo que el Opus...').- Gustavo

010. Testimonios
Gustavo :

2) Recién pitado

Capítulo 2 de 'Lo que el Opus se llevó'
Enviado por Gustavo el 31-1-2004

Los numerarios son seres bastante especiales. Como comentara anteriormente se trata de seleccionarlos con mucho cuidado. Se busca que tengan relaciones, virtudes humanas y que carezcan de defectos físicos. De hecho al poco tiempo de "pitar" se les requiere que se hagan un examen físico. También al momento de hacer la admisión, "recomendándose" que el mismo se haga con un médico de la Obra...

Actualmente la selección no es tan estricta ya que es mas difícil conseguir vocaciones. En palabras del Consiliario de la región a la que pertenecía " es preferible que piten 100 y se vayan 90 que solo piten cinco". Ello demuestra con la liviandad que se manejan cosas del alma y de vida interior - que marcan a una persona para toda la vida - en el Opus Dei.

Normalmente todo comienza con la carta que se escribe al Padre -en el caso de un numerario- o al Consiliario -en el caso de un supernumerario-. Las edad mínima para "pitar" es catorce años y medio. Allí, luego de escribir la carta, uno es aceptado como "aspirante". A los dieciséis y medio, ya puede pedir la admisión . Seis meses después de pedir la admisión, se lo admite o no.

Durante esos seis meses se evalúa al candidato, observando como cumple su plan de vida - dos medias horas de oración - una a la mañana y otra a la tarde, rezo del rosario, Misa diaria, visita al Santísimo, Preces - oración oficial del Opus Dei -, los tres Avemarías cada noche - pidiendo por al pureza propia, de los miembros de la Obra y por la de todo el mundo- , rezo del Angelus o Regina Coeli, ofrecimiento de obras - se ofrece allí a Dios todo el día -, confesión y "charla fraterna" semanal, y quince minutos diarios de lectura de un libro espiritual y del evangelio.

Además se ve si el candidato es apostólico -o sea como hace "proselitismo" en favor de la Obra- si es "dócil" -es decir si acepta de buen modo las ordenes y consejos que recibe de los directores- y si vive bien la virtud de la pureza. A su vez si vive bien las mortificaciones establecidas: dos horas de uso de cilicio (pequeño entramado de metal, con pinches que uno se ajusta a alguna parte del cuerpo para causar dolor, normalmente usado en las piernas) diariamente y el uso de las disciplinas (pequeño látigo realizado con hilo trenzado, que se usa golpeándose en los glúteos) semanalmente. Todo esto puede "alivianarse" para los mas chicos, exigiéndoles solo lo que pueden hacer. Los supernumerarios - que en principio tienen la misma vocación que los numerarios, pero menos disponibilidad con respecto a la Obra- no cumplen con totalidad este plan de vida, ninguna edad. Normalmente tampoco los agregados -otra clase de miembros, similares a los numerarios, con la diferencia de que no viven en centros de la Obra y normalmente no tienen estudios universitarios- cumplen este plan de vida con totalidad.

Luego de estos seis meses se admite al candidato. De allí en mas pasa otro año de "evaluación" hasta que el admitido haga su primer contrato anual con el Opus Dei, llamado Oblación. Este contrato con el Opus Dei no lo pueden hacer menores de 18 años. El mismo concluye -para todos los miembros- siempre el 19 de marzo - día de San José -. Ese día se renueva, frente al sagrario normalmente, avisándole al Director a cargo de la renovación. Si el miembro en cuestión no renueva, queda excluido de la Obra, pudiendo ser reincorporado en caso de que la renovación no se haya sido cumplido por un olvido u otro tipo de contratiempo.

Pasados seis años desde que uno hace la Oblación, el candidato hace la "Fidelidad" , contrato que lo une definitivamente al Opus Dei. Solo el Prelado de la Obra puede dispensar de las obligaciones adquiridas por medio de el. Normalmente solo los numerarios y agregados hacen este contrato. Es muy raro en los Supernumerarios, ya que como dijera anteriormente, pocos están en condiciones ascéticas y viven las virtudes requeridas por el Opus Dei correctamente. Basta ver muchisimos casos de divorcios en miembros supernumerarios, de uso de medios anticonceptivos - dos de las causas mas usuales por las cuales los supernumerarios son "expulsados" del Opus Dei- o de problemas éticos laborales .

Así fue que luego de escribir la carta de admisión, ingresé en el período de prueba. Durante este tiempo el pretendiente a ser admitido continúa viviendo en su casa. Uno va a vivir a un centro de la Obra solo después de concedida la admisión y en muchos casos se espera hasta que haga el Centro de Estudios -dos años de "formación intensiva"-

La primera cosa que me llamó la atención fue que mi "amigo" Esteban Mernabo, dejó de ser mi amigo, ya que en la obra no se puede tener "amistades particulares" entre los miembros. Esto apunta a que no se formen "grupos" dentro de la Obra que puedan a la larga atentar contra la unidad de la Obra. La idea es que los miembros de la obra son una gran familia en la que hay que querer a todos por igual, sin realizar diferencia alguna. Además como medida preventiva se rota a los numerarios por diferentes centros cada un tiempo determinado. Con ello se logra que uno no se "apegue" ni a los centros ni a la gente que vive en ello, lo que podría constituir algo "peligrosísimo" para la unidad "monolítica" de la Obra.

Otra de las medidas que se toman a tal fin es la corrección fraterna. Con este medio - una especie de delación sobrenatural - los miembros tienden a ayudarse a buscar la santidad a sus "hermanos". Esto se realiza de la siguiente manera: cuando un miembro de la obra ve realizar a otro algún acto contrario a las costumbres de la Obra, o que ponga en peligro la unidad de la obra o que afecte seriamente su vida interior (esto puede ser desde un comentario mas "light" o frívolo, un descuido de vista por la calle, una genuflexión mal hecha o también -considerando esto gravísimo- algún comentario contra los Directores) se dirige al director y le cuenta lo que vio y porque lo considera digno de corrección. El Director, autoriza o no la corrección, que ha de llevar a cabo a solas con el corregido el que observó la falta. Es obligación grave de los numerarios el hecho de corregir a los directores. Previo a efectuar la corrección se debe ofrecer una mortificación y alguna oración por el corregido luego de, obviamente, examinarse el "corregidor" sobre como vive dicha virtud.

La consulta al Director tiene como fin no solo el autorizar la corrección y enterarse de la falta, sino también el evitar que a un mismo miembro se le hagan varias correcciones sobre el mismo tema en un corto período de tiempo. O sea que uno esta permanentemente vigilado por sus "hermanos" (algo my parecido al "1984" de Orwell). A su vez con al corrección fraterna se quiere evitar la "murmuración" sobre algún miembro. Con este método se le dicen las cosas "de frente" y así se evita dicho problema. Esto no es cierto, ya que algunos problemas de carácter o gusto, en principio, no son tema de corrección fraterna, por lo que la murmuración sobre algún miembro siempre existe.

Como decía, Esteban Mernabo pasó de ser mi amigo a ser mi director, ya que yo debía hacer la charla con el. Rápidamente observé su cambio de actitud, ya que de sugerirme cosas y de conversar alegremente sobre diversos temas pasamos a hablar sólo de temas en particular y a darme indicaciones de que debía hacer. También vi como la amistad que me había brindado, ahora se la brindaba a otros "no miembros" -chicos de San Rafael- realizando el mismo procedimiento que había practicado conmigo, lo que obviamente me enfureció al sentirme "usado" y víctima de un manejo casi "psicológico".

En pocas palabras se habían abusado de mi buena fe y de mis ganas de crecer en vida interior. A su vez enseguida se planteó la idea de cambiarme de Centro, ya que yo había "pitado" en el Centro de Estudios, centro que no era el ideal para una "vocación reciente". Eso también me predispuso mal, ya que no solo descubrí que mi "amigo" no era tan "amigo" sino que tampoco lo era ninguno de mis "amigos" de ese centro que rápidamente pensaba en darme "mejor destino".

Plantee este problema al Director del Centro quien como única explicación me dijo que " Esteban (Mernabo) esta muy ocupado con sus estudios y con la labor y por eso no te puede dedicar más tiempo". Realmente no me convenció la idea. Claramente había cambiado mi situación dentro de la obra, ahora debía empezar a "trabajar" a hacer "proselitismo" y demás. Basta de amistades y de buenos tiempos...

A los dos meses hice mi primera "convivencia de vocaciones recientes", la que tuvo lugar en una casona espectacular en los suburbios de la ciudad, que contrataba claramente con las del resto del barrio, ya que el mismo era de gente de bajo nivel adquisitivo. A dicha convivencia asistían todos los "ascritos" -o sea miembros que aún no han hecho la oblación-. Normalmente luego de dos años de "ascrito" uno realiza el centro de estudios. En esa convivencia había "ascritos" que ingresarían al Centro de estudios y otros mas nuevos "recién pitados" como yo. Ese fin de semana me pareció trágico y una real pérdida de tiempo. Para colmo, mi primera experiencia viviendo con "numerarios" tampoco fue satisfactoria, ya que enseguida descubrí que estos no eran mejores o más virtuosos, o por lo menos con mas ganas de ser mejores, que cualquier otra persona. Quizás yo era muy inocente o tenía muy buena fe.

Recuerdo que en esa convivencia uno de los futuros ingresantes al Centro de Estudios me pidió que lo ayudara a mecanografiar un trabajo para la facultad, a lo que accedí. A los cinco minutos este -que me estaba dictando- dijo que ya volvía y que iba a buscar algo. Así fue como a los veinte minutos de mecanografiar, deje de hacerlo y fui a buscarlo, descubriendo que estaba haciendo su "charla fraterna". Cuando le hice saber que me había dejado "colgado" mecanografiando, me contesto: "ah!... me había olvidado...". Este dejó ser numerario durante el Centro de Estudios.

Allí hice mi charla fraterna con quien era subdirector del Centro de Estudios a quien le comenté que prefería pensar el tema de mi vocación por lo que pensaba en dejar de hacer las normas y de asistir al centro por lo menos por tres días - ya que al centro debía ir todos los días -. Me sorprendió que me contestara que bueno, que hiciera lo que quisiera. Quizás por ello a este director -Mariano- le tengo tanto afecto y confianza, algo que con el tiempo deje de tener con respecto a los directores.

A la vuelta de la convivencia la camioneta nos dejo en el Centro, por lo que hice una escala para contarle lo decidido al Padre Rimberbauer, que al contrario de Mariano me dijo que no hiciera eso, que Mariano no me conocía y que no le hiciera caso. Fue la primera vez dentro de la obra que alguien me sugería no hacerle caso al director. La verdad fue un error. En ese momento confiaba mas en el P. Rimberbauer -con quien me confesaba semanalmente - que en Mariano, por lo que hice caso al sacerdote y con un gran esfuerzo de voluntad seguí con las normas y todo eso.

Allí me di cuenta que plantearse dudas en el tema de la vocación era muy especial y delicado, ya que creaba un gran escozor hablar de ello. Era algo parecido como matar la madre. Con los años me daría cuenta que en cada una de mis "crisis vocacionales" las presiones eran cada vez mayores para evitar mi salida.

Ese fin de año fue terrible. Tenía constantes peleas con Esteban Mernabo y cada vez estaba en peor plan. Pero todos sabían que se acercaba enero y con ello la salvación y solución de todos los problemas de los numerarios: El Curso anual.


Publicado el Saturday, 31 January 2004



 
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