Desde aquí en los últimos días se ha intentado hacer ver que algunos, y algunas no nos olvidemos de ellas que también tienen el mismo problema muchas veces, de los que han estado en el opus no  tienen bien resuelta su afectividad. Coincido con la explicación de Alberto Moncada sobre el tema, por tanto no creo que sea culpa suya, como no lo es la de los enfermos de los que he hablado antes.

Eso no hace que esté de acuerdo con Austro cuando dice: “Por eso vale la pena correr el riesgo de sufrir un par de rasguños en el camino hacia su consecución y no tenerle miedo a que la otra persona pueda sufrir algo si a uno le mueve una buena intención y además uno no procura hacerle la vida más difícil a la otra persona.” O con Eutimio cuando aconseja: “no te preocupes demasiado de los destrozos: ellas también se recuperan”.

Cada uno que corra los riesgos que quiera, cada uno sabe en qué situación está, tiene todos los datos sobre sí mismo, pero hay que preocuparse de los destrozos. Nuestros derechos acaban donde empiezan los de los demás y no creo que seamos quienes deban decidir lo que deben sufrir los demás. El que haya mucho capullo y mucha capulla suelta, no nos da derecho a portarnos como ellos, hay que decirle a la gente que no piense sólo en sí mismo que los demás también sienten y que no decidan por ellos (¿quién soy yo o quien es Eutimio para decidir si ellas se recuperan o no y lo que se aprende o no de toda relación? ¿Qué se aprende de una persona que durante meses miente expresando algo que realmente no siente para terminar diciendo que no está enamorado? ¿A mentir, a utilizar a la gente en propio beneficio? ¿y si esa ella, o ese él, no quieren aprender sufriendo, y si no les da la gana sufrir aunque se recuperen luego? ¿Quién soy yo o quien es Australopitecus para decidir si la buena intención es excusa- a priori, que es de lo que estamos hablando- para poder hacer sufrir algo a otra persona? ¿Quien mide si ese algo es grande o pequeño, recuperable o no recuperable?). No estamos hablando de que nos equivoquemos o no, se trata de que si sabemos que tenemos un problema por el que podemos hacer daño a otras personas, lo controlemos y pensemos también en los demás. Lo deseable sería dedicarse un tiempo a solucionarlo y luego intentar enamorarse. Si entonces no funciona, nos hacemos daño o lo hacemos a los demás... entonces sí, se pide perdón y se intenta que los dos se recuperen. Es entonces cuando ha sido un error involuntario y eso sí que no lo podemos controlar. Debemos controlar lo que conocemos.

Creo que Austro daba en el clavo en su correo “. Pero lo principal es ser sincero en cada paso de la relación, dándole a la otra persona toda la libertad para ser ella misma y decidir acerca de que tipo de relación desea tener con uno”

 Un abrazo

 Sonsoles