Queridos Orejas y querida Margarita Valenzuela:

Disculpa que me meta en donde no me han llamado, pero es que si le dices a Agustina que no se obceque me parece que me lo estás diciendo también a mi.

Lo primero es que las experiencias que se cuentan aquí no son las de Agustina o las de unas pocas excepciones, daños colaterales, accidentes indeseados o gente obcecada. Somos cientos los que hemos expuesto aquí nuestras experiencias y son miles los que las leen, están de acuerdo con ellas porque confirman sus experiencias particulares y sienten alivio de no ser unos bichos raros o gente que “quizá no valía tanto,” como dices de tu hijo. Por cierto que no voy a comentar ese comentario tuyo sobre tu hijo exnumerario, porque me parece que es algo que no pensaste mucho. Piénsalo bien y te darás cuenta de la torpeza que has escrito. Yo de mis hijos pienso que valen muchísimo más que lo que tu prelatura se merece. No me cabe la menor duda. Es más, la princesa más principesca es muy poca cosa para ellos. En fin, no te voy a machacar por tu lapsus, pero ganas no me faltan. Te lo prometo.

Volvamos a hablar de obcecaciones. Por lo que dices deduzco que eres supernumeraria. Sabes que en tu prelatura se dice que los super no os enteráis de nada? Lo sabes? Seguro que no. No creo que haya nadie con tanto morro como para decírtelo a la cara. Sabes lo que piensan los jerarcas de tu prelatura sobre los super? Yo te lo voy a decir. Es ciencia de  este que fue numerario cerca de treinta años, la mayoría de los cuales se los pasó como encargado de uno o más grupos de supernumerarios. Es algo que no encontrarás escrito, pero que yo se lo he oído a nada menos que un consiliario y a otros peces gordos. Pues lo que se dice es que los super servís para dar hijos (numerarios y agregados) o para dar dinero (efectivo, casas, fincas, autos, influencias, enchufes, recomendaciones, etc.) o para las dos cosas a la vez, lo cual es mucho mejor. Hala, chúpate esa. Si me dices que  a ti y a tu familia os va bien es porque les servís para cualquiera de esas dos cosas. Pues nada, ya sabes el refrán: sarna con gusto no pica.

Obcecado era yo cuando durante casi treinta años me desgasté defendiendo con todas mis fuerzas a tu prelatura. Ahora ya no soy obcecado. Soy alguien que procura que otros no caigan en la obcecación en la que estás tu, por la cual eres capaz de decir que tu hijo “quizás no valía tanto.” Anda, Margarita, piensa por tu cuenta que tu no sabes de la misa la mitad. Lee los testimonios y análisis que se cuentan aquí y dentro de unos meses no vienes a decir que somos unos obcecados.

Sobre la bondad de las personas que están allá, todavía en el lado oscuro, ya se ha escrito mucho. Yo te diría que su bondad está en relación inversa con el nivel jerárquico que ocupan. Dicho de otro modo, que los mejores sois los supernumerarios, porque no os enteráis de lo que de verdad pasa ahí dentro, por lo tanto sois o víctimas, o cómplices materiales de la mayoría de las fechorías que se hacen por arriba. Cuánto más subas en el escalafón la gente es menos buena, o dicho más cristianamente, hace cosas menos buenas, de las que son directamente responsables. Incluso los curas. Los mejores se quedan estancados y no acceden a los puestos de dirección. Los dejan marginados en posiciones en las que no molesten mucho. Muchos de ellos tienen verdaderas crisis de ansiedad por lo que pasa allí adentro. Suelen ser gente mayor que sufre en silencio. O se vuelven unos verdaderos cinicos con una mala leche impresionante.

Margarita, abre bien los ojos que los obcecados no están en este lado.

Dicho esto me vuelvo al Areópago con santa paz. Saludos a todos.

Dionisio

P.D. Lo que dice nemo (23 de junio 2006) se puede decir con más palabras, pero no se puede decir mejor. Absolutamente de acuerdo.