¿Sabes?, las Instituciones no lloran. Lloramos las personas. Y yo sí que lloro. Lloré ayer y lloro cada vez que alguien que conozco me dice que se va  o que se ha ido o que se va a ir. Lloro, no porque piense que se va a condenar o a ir al infierno, lloro porque sé que todo proceso de ruptura con algo muy querido al menos por un tiempo, conlleva siempre un desgarro muy fuerte y me gustaría que, al menos las personas que yo quiero, no lo pasen mal. Lloro por si lo han pasado mal antes y yo no me he enterado para poder servirles al menos de un poco de consuelo, lloro porque lo están pasando mal ahora y mi hombro no les sirve de nada. Y lloro, porque se fueron sin despedirse y no han querido/podido decirme el motivo de su marcha. Me encuentro fracasado por no haber podido consolar a los que he querido tanto.

 

Perdona, esto no es ninguna enmienda a tu escrito. Yo si que lloro y no me gusta que generalices.

 

Un abrazo muy fuerte a todos y cada uno y perdonadme, si podeis hacerlo, los que habeis estado a mi lado y no os lo he sabido dar antes.

 

Dago