Estimada Ana:
Una puntualización a tu escrito: en los centros de varones (al menos en mis años de permanencia, y creo que en los últimos cinco años no ha cambiado esto) también existía un pañito para cuando había que tocar los vasos sagrados.
Por eso tu afirmación de “la impureza como distintivo femenino” no solo no se acerca a la realidad, sino que no es en absoluto correcta.
Con afecto,
AngelLuis