La madre guapa.- Mariano Curat
Fecha Wednesday, 11 June 2008
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


Hace tiempo que tenía ganas de escribir, y el mensaje de Ignacio de la semana pasada me dio el empujón final.

 

Ya varias personas le han contestado, pero quería unirme a lo que dice Beto (6/6).

 

El argumento que usa la gente de la Obra (y sus simpatizantes) cada vez que envían un email a esta web (o a otras páginas web hablando de Opuslibros) es que somos una montón de resentidos, enfermos mentales, injuriadores, calumniadores, inmaduros, cobardes, y la lista sigue.

 

Pero lo que se olvidan es de decir en concreto en qué estamos mintiendo.  No hay argumentos, no hay profundidad, no hay análisis, no hay reflexión.

 

Se llaman a sí mismos buenos cristianos y fieles de la Iglesia, pero lo primero que se olvidan es de la caridad. 

 

No nos ven a nosotros como a un hermano, sino como a un enemigo.

 

No se detienen a leer o a analizar, solo a atacar.

 

Lo que se escribe en esta web, les guste o no, son vivencias personales, y como tales deben ser respetadas.

 

Si realmente les duele lo que leen, infórmense antes de escribir.

 

Cambiando de tema, le quiero mandar un abrazo a Armando por el fallecimiento de su madre. Y de paso escribir unas líneas sobre un escrito que leí en el que se decía que en la Obra no se llora a los muertos.

 

La Obra se define a sí misma como una madre que ama y cuida a sus hijos. Pero es la única madre que conozco que no llora cuando pierde un hijo. No hablo de muertes físicas, hablo de gente que se va. Cuántos de nosotros nos levantamos un día y el que dormía en la cama de al lado ya no estaba?

 

No importa por qué se fue, se hace borrón y cuenta nueva, como si esa persona nunca hubiese existido.  Y esa pérdida no es llorada. Uno va a la tertulia ese día y tiene que hacerse el tonto, y nadie habla por qué esa persona se fue.

 

Al principio uno siente el vacío de esa persona con la que compartió no solo el cuarto, pero todo un ideal de vida por el que dejó su familia, amigos, ciudad, hasta proyectos profesionales. Y con el tiempo uno se acostumbra a que la gente desaparezca del centro. Personas con 10, 20 ó 30 años dentro se va, y poco a poco uno se acostumbra a no llorarlas.

 

La afectividad es totalmente anulada, y cuando esa desaparición es debido a que alguien falleció las cosas no cambian mucho, pues como decía antes, uno se acostumbra a que la gente un día está y otro ya no.

 

Mariano Curat









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