DONDE SE ENCUENTRA EL JUSTO MEDIO.- Aquilina
Fecha Monday, 15 September 2008
Tema 140. Sobre esta web


El haber participado en la pagina de Opuslibros, últimamente, más leyendo que escribiendo, me procura alguna dificultad a la hora de intervenir como siento necesidad de hacer esta noche, pero aunque balbuceando quiero afirmar mi solidaridad con Agustina, con Salypimienta, con la misma Carmen Charo, a la que tanto aprecio y que me lleva tanto cariño, y que en estas circustancias supo recuperar una actuación algo destemplada con tanta elegancia y tanto sentido común.

 

Por supuesto me refiero a la última intervención de Ana Azanza en la que la autora, más que afirmar y defender su derecho a opinar, ella, como le parece más acertado, parece reclamar el derecho a que todos los demás piensen y opinen como ella juzga adecuado...



Y no queda en esta pretensión, de suyo bastante arriesgada, sino quel llega hasta un extremo que está condenando por el mismo evangelio de Jesucristo: el de juzgar el intimo de un alma, la de Salypimienta, que no conoce en absoluto, afirmando con decisión cuales son sus intenciones, el nivel de su sinceridad, sus más intimos sentimientos. Cuidado, que seremos juzgados con la misma medida con la que hemos juzgado a los demàs, y por esta razón nuestro Señor nos aconsejó no juzgar en absoluto. Y esto es muy compatible con nuestro empeño en denunciar las injusticias y las inmoralidades de las que fuimos testigos, victimas y ejecutores.

 

En una de las más importantes novelas de la literatura italiana, Los novios prometidos, en cierto momento el autor comenta la actitud de uno de sus personajes con estas palabras: “Por él era cierto que la virtud se encontra en el justo medio. Y el justo medio él lo situaba justamente donde había llegado él”.

 

A menudo pienso en esta frase cuando leo las intervenciones de Ana, no porque ella sea la única en actuar de esta forma –en occasione quizá nos habrá pasado a muchos si nos descuidamos- sino porque ella lo hace con una reiteración que resulta hasta admirable. Si hasta ahora no lo he comentado es porque no es mi responsabilidad su postura, porque intento evitar críticas destructivas, y porque los raros entrecambios que hubo al comienzo entre nosotras me han afianzado en la convicción de que tenemos formas de razonar y de juzgar tan distintas, que resulta destinado al fracaso cualquier intento de encontrar un punto de consenso. Pero lo hago hoy porque me resulta imposible no tomar posición en esta situación, solidarizandome con las que han sido victimas de su agresividad verbal.

 

Ana, parece que no te enteras que una persona como Agustina, si razonara con tus mismas categorías, podría, por ejemplo, reprocharte haber tardado tantos años más que ella en darte cuenta de lo que es el opus en realidad. Y yo, que agradezco a Dios como una gracia especial poder cuidar de mi madre en su viejez, reparando de esta forma el alejamiento de mi familia en los años en el Opus y cumpliendo con un deber natural y espiritual, puedo no entender en absoluto lo que cuentas en tu libro relacionado a tu rechazo de hacerte cargo de tu madre. Otros que en sus años en el opus no tuvieron alguna posibilidad de cultivar una actividad profesional y tuvieron que salir muy mal parados en terminos économicos y de sobrevivencia, podrían echar sobre los hombros de los que, como tú, tuvieron la posibilidad de ejercer una profesión y se econtraron, al menos en esto, facilitados en su reconstrucción, la cruz de no haber sido explotados hasta lo sumo como ellos. Etcetera. Pero nadie hace contigo lo que tú, a menudo, haces con los demás, reprochando tus actuaciones y tu forma peculiar de reconstruir tu existencia al salir del opus. Pareces no enterarte en absoluto que, como explica tan bien Agustina, hay leyes psicologicas, herencias familiares, caracteriales, historicas de la vida de cada uno, que hacen muy distintos y hasta irrepetibles los recorridos por medio de los cuales cada uno intentamos llegar a la plenitud de la vida que nos tocó vivir. En la homilía de la misa de ayer domingo nos recordaron que cada uno tiene su cruz, y no todas la cruces son iguales. Dentro de la cruz común que todos tuvimos, de tropezar con el opus, cada uno tuvo sus cruces particulares e irrepetibles, que no fueron tan sólo los machacones que tuvo que soportar desde fuera, de las directoras, hermanas, criterios, etcetera, sino también, y quizá sobre todo, las cruces interiores de su forma de ser, de sus limitaciones y pequeñeces que le hicieron tan empinado, y hasta tan retorcido, el camino hasta la libertad interior y hasta la plena, maravillosa, responsabilidad personal.

 

Por favor, deja de meter el justo medio para salirse del opus honestamente, sin compromisos con la propria conciencia, justamente en el punto donde lo has hecho tú.

 

Lo que hace distinto opuslibros.org de opusdei.org no es que en el primero se dice “blanco” y en el segundo se dice “negro”, sino es la forma de hablar y argumentar entre nosotros, y sobre todo la forma de hablar y argumentar con los “adversarios”. Perdona, pero parece que tú no te enteres de esta diferencia, y actúas con un estilo muy parecido al de los más intransigentes del opus, pero al revés.. Y no salgas con argumentos de eficacia en contrastar el opus u otros parecidos, porque los resultados de la actuación de otro estilo en seis años de Opuslibros, siempre intentando defender y fomentar este respeto hondo hacia los demás –todos, de cualquier lado- es a la vista de todos.

 

Antes de terminar quiero recordarte que esta forma que tu tienes de condenar la actuación de las personas particulares, sin miramientos por las que puedan ser sus circustancias personales en su mayoría no conocibles por los demás, se parece muchisimo a la tactica de los del opus que descargan todas las responsabilidades encima de las personas particulares llegando de esta forma a defender la institución. Y para no volver a una antigua y harta polemica sobre este tema, quiero aclarar que no quiero afirmar que las personas singulares no tienen responsabilidades personales –yo la primera- sino que no es misión de nadie medir estas responsabilidades y juzgarlas en los demás, y es misión de todos, en cambio, pedir perdón por sus responsabilidades y luchar para cambiar la situaciòn concreta y los hechos, las permisiones, las omisiones, las falsedades que permiten estos hechos mismos.

 

Perdonadme el idioma dificultoso. Un saludo cariñoso para tod@s, Ana in primis,

 

Elena Longo (Aquilina)







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