Band of brothers.- Carocha
Fecha Friday, 31 October 2008
Tema 010. Testimonios


El día que me fui del Opus Dei, me confesé con el sacerdote que estaba en el centro, y que no recuerdo por qué razón no era el habitual. Era verano y hacía mucho calor, Lisboa estaba desierta, yo quería irme realmente sin restos de nada.

Eran días de completo desespero, pero, al mismo tiempo, de un consuelo y de un sosiego extraños que pocas veces después he vuelto a sentir, y que lanzan sobre la realidad una luz como la que está ahora sobre Lisboa, al atardecer: se acabó por fin el verano, hace mucho frío, las cosas tienen una precisión mental, como tantas veces pasa bajo la luz de Lisboa: como si fueran otras cosas, de otros países, con otro recorte: no importa sufrir, hay silencio y mucho viento en el río, todo tiene súbitamente una medida muy acogedora...



Él me dijo una cosa que recuerdo perfectamente y que me hizo una enorme impresión durante toda la vida que viví después de eso: "Tu tienes mucha suerte, porque eres joven y puedes rehacer tu vida". We few, we happy few, we band of brothers; For he today that sheds his blood with me Shall be my brother. Ese hombre fue, en esa confesión, mi hermano: qué será de él?

En Zaragoza, la semana pasada, hablábamos sobre qué es lo que tenemos en común las personas que fuimos del Opus Dei. Las circunstancias de vida de unos y otros no se parecen, los temperamentos y los intereses tampoco. No leemos habitualmente cosas semejantes: libros, blogs, nada. Quien somos?

En la época en que me fui del opus, yo también tenía amigos queridísimos, como estos. Vivía entonces por grande suerte con personas incomparables, muy distintas también unas de otras. Creo que sencillamente les debo mi salvación, aunque todos ellos estuviesen muertos hace mucho, y yo los conociese tan sólo por los libros que habían escrito.

Jacques y Raissa Maritain, dos de los más íntimos, se habían conocido en Paris en la Universidad, a principios del siglo XX, y en común tenían dos cosas: una profunda relación de amor y el desencanto por lo que veían como inexistencia de sentido en la vida. Se dieron un plazo: pasado ese tiempo, si no lo encontraban, se suicidarían, claro. Explica Jacques: "Lo que nos salvó entonces, lo que hizo de nuestro desespero real un todavía desespero condicional, fue precisamente nuestro sufrimiento. Esa casi inconsciente dignidad de la mente salvó nuestras mentes a través de la presencia de un elemento que no podía ser reducido al absurdo hacia donde todas las cosas parecían querer conducirnos".

We few, we happy few, we band of brothers: hemos sobrevivido a la misma guerra, conocimos el mismo amor y el mismo sufrimiento. Somos, sin embargo, muy distintos: es que, entre nosotros, hay quienes todavía conservan intacta la voluntad de confianza.

Pero la capacidad de confianza de cada uno hoy está en la precisa razón inversa del grado de fidelidad al espíritu del Opus Dei que cada uno haya querido vivir. Todo súbdito debe obediencia al Rey, pero el alma de cada súbdito es suya. Muchos de nosotros fuimos "ejemplares", y hemos forzado a otros a ser ejemplares también. Sin embargo, casi todos repetimos, siempre que se nos depara la ocasión, que "yo era distinto, yo era amigo de mis amigos, yo era humano. Los había fanáticos, pero yo no.". No, no: todos fuimos queridísimos hijos del Padre, ejemplares hijos de puta. Todos, sin excepción, hemos hecho mucho mal, muchas veces irreparable, a muchos. Y eso, la gente lo huele a distancia. Sufrimos el opus, pero también lo hicimos sufrir a muchas personas inocentes. We few, we happy few, we band of brothers: por eso nos entendemos tan maravillosamente bien.

Un enorme abrazo,

Carocha





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